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El mundo lleva 28 años reconociendo en estas reuniones la necesidad de disminuir las emisiones de los gases que provocan el calentamiento global. Y también 28 años emitiendo cada vez más”.
Acaba de finalizar la COP28 en Dubai y con ella se esfuman las esperanzas de millones de ciudadanos que sufren ya las consecuencias del cambio climático. Este año ha sido declarado como el más caluroso desde que se tienen mediciones y sin embargo, los países no concretan cómo van a cumplir con sus compromisos.
Según un informe publicado a raíz de esta reunión de la COP, unos 150 países se han comprometido a lograr la neutralidad de emisiones, cubriendo el 88% de todos los gases de efecto invernadero en todo el mundo. Pero la realidad es que, solo el 13% de estos países han asumido al menos un compromiso para eliminar gradualmente el uso, la producción o la exploración de carbón, petróleo y gas. Así que las cosas no pintan bien.
Desde que se realizó la primera reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre cambio climático (COP), allá por 1994, muchas han sido las expectativas generadas y pocas las convertidas en realidad. Tras la llamada Cumbre de la Tierra realizada en Brasil en 1992, llegó el gran batacazo de la COP15 de Copenhague (Dinamarca) celebrada en 2009. Los resultados fueron decepcionantes y no se pudo cumplir con lo pactado en el Protocolo de Kyoto firmado en 1997.
Hubo que esperar varios años más, hasta la COP21 de París de finales de 2015, para que casi 200 países firmaran un acuerdo calificado de histórico, el famoso Acuerdo de París. En sus orígenes, este incluye compromisos de todos los países para reducir sus emisiones, colaboración entre todos para adaptarse a los impactos del cambio climático, y la búsqueda constante para aumentar los compromisos con el tiempo. Pero cada vez que se revisa el desarrollo de los compromisos adquiridos, llega la decepción. Alrededor del 95% de los países productores de petróleo y gas no se han comprometido a eliminar gradualmente la exploración. Aunque es de reconocer que el 56% de las empresas activas en la producción de carbón se comprometen, al menos parcialmente, a eliminar progresivamente este combustible con altas emisiones.
Por supuesto hay países como el nuestro, que no tienen mayor peso en el porcentaje de contaminación, pero que toman medidas drásticas que tampoco son necesariamente las mejores.
El nuevo objetivo de la COP es actuar de manera urgente para alcanzar los objetivos propuestos de cara al 2030. Que se logre o no dependerá no sólo de la buena voluntad de los dirigentes de cada país, de su seriedad y firmeza para cumplir lo pactado, sino también de factores externos con los que no se cuenta y que golpean la economía mundial. La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, a partir de la cual los precios del petróleo se dispararon, alimentando la inflación, ha echado para atrás a muchos países que no ven cómo pueden reducir progresivamente el uso de los combustibles fósiles y las subvenciones al carbón a la vez que dejan de comerciar con su principal socio energético, es decir, Rusia.
La naturaleza se encarga siempre de mostrar a países pobres y ricos el costo de contaminar la atmósfera (no solo con los combustibles fósiles) para crecer económicamente. Lo hace mediante sequías, olas de calor, incendios forestales e inundaciones, en forma de eventos extremos exacerbados por el cambio climático que se cobran vidas sin piedad alrededor del mundo.
Hemos pasado de la alarma por el cambio climático a la urgencia. Sin embargo, países de todo el mundo llevan 28 años reconociendo en estas reuniones la necesidad de disminuir las emisiones de los gases que provocan el calentamiento global. Y también llevan 28 años emitiendo cada vez más.
La OCDE ha mostrado cómo no se ha cumplido con la financiación para apoyar la acción de los países en desarrollo frente a la crisis climática. También destacó en un informe que los apoyos a los combustibles fósiles casi se duplicaron en 2021 y se estima que crezcan más. China refleja fielmente el espíritu de contradicción que prevalece en muchos lugares: por una parte, es líder en instalaciones de energía limpia pero al mismo tiempo sigue aprobando nuevas minas de carbón.
Las COP han permitido rubricar acuerdos que califican de históricos, pero que al final no se concretan en hechos reales. Hay buenas intenciones por parte de muchos, pero sobre la marcha se presentan tantos imprevistos que la necesidad vence a la voluntad. Lo inmediato desplaza a lo que se ve lejano. Y así vamos.