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Crítico es el incremento de la violencia intrafamiliar en Medellín, la cual, debido al confinamiento, se exacerba contra la población más vulnerable: mujeres, niños, niñas, adolescentes y adultos mayores. Esta situación deja grandes interrogantes sobre la forma como nos hemos desarrollado como sociedad y se constituye en un enorme desafío social y una convocatoria a la acción personal, familiar e institucional, pública y privada, para su superación.
Tal violencia, así ocurra dentro de los hogares, es un problema público, que exige atención especial e inmediata. Aunque impacta a todos los estratos sociales se acentúa en las comunas más deprimidas y los seres más indefensos y desamparados.
Los riesgos crecen por la precarización de las condiciones de vida derivadas de la pandemia como la quiebra masiva de empresas y el desempleo (en el trimestre marzo-mayo del año en curso Medellín perdió 412.000 puestos de trabajo); también por el encierro de los hogares, que obliga a las víctimas a vivir con sus victimarios, padres, esposos y familias maltratadoras, producto de una cultura patriarcal y estilos de crianza y educación que imponen la violencia como norma y muchos otros fenómenos.
Lo que hoy se vive en los hogares es desconcertante. Entre enero y mayo de 2020, la Secretaría de Seguridad del municipio otorgó 2.242 medidas de protección por violencia intrafamiliar, 183 más que en igual periodo de 2019. Del total de casos, 1.584 están relacionados con menores de edad y 508 con adultos mayores. El 85 % de las víctimas reportadas son mujeres. La mayoría de los maltratos se denunciaron en las comunas de Aranjuez, Manrique, Belén, Robledo, corregimiento de San Antonio de Prado, San Javier, Doce de Octubre, Buenos Aires y San Cristóbal.
La crisis con los menores va más allá. Desde que comenzó la pandemia, las escuelas y colegios de la ciudad perdieron contacto con 6.542 alumnos y otros 1.699 expresaron que no deseaban continuar sus estudios este año.
Pese a lo abultado de la cifras, el subregistro, así lo reconocen los expertos, las superan lejos.
Valioso que el Concejo de Medellín, en sesión plenaria de esta semana, con la participación de las secretarías de la Alcaldía, la Personería, el Icbf, fundaciones y organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos de la mujer, los menores y los adultos mayores, se haya ocupado del drama y acordado acciones conjuntas en pro de la prevención, el entendimiento y la superación de estas violencias, incluso más allá de la pandemia.
Debe entenderse que este flagelo es estructural, de carácter continuo, con graves afectaciones físicas y sicológicas para quienes las padecen, sus familias y la sociedad misma; implica responsabilidades y corresponsabilidades entre quienes, en muchos casos, ven o se enteran de los hechos y no los denuncian.
Es clave en la prevención, el control y la erradicación de estas conductas el trabajo con las víctimas, los agresores, los entornos y familias, de manera integral, desde una perspectiva de género y generacional que desnaturalice y desmonte de una vez por todas esta forma infame de comportarnos socialmente.
Como se planteó en el Concejo es urgente identificar y controlar todo caso de violencia intrafamiliar, sin importar las barreras que impone la cuarentena, fortalecer el sistema de comisarías de familia que hoy, pese a los esfuerzos, están desbordadas por las demandas de protección; innovar en mecanismos que faciliten las denuncias, mantener seguimientos constantes de todos los casos reportados e insistir en procesos preventivos, de formación, pautas de crianza y el fortalecimiento de políticas públicas reales, integrales y aplicables.