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El gobierno se alista para la subasta de la telefonía móvil 5G, pero falta mucho para llevar conectividad a las zonas rurales y más apartadas.
El 20 de diciembre próximo, el gobierno nacional realizará la esperada subasta de la tecnología celular 5G, que permitirá una mayor velocidad de conexión y mejorar la prestación de servicios en muchos sectores económicos. Expertos y operadores del sistema no han dudado en calificar el proceso como transparente y con condiciones adecuadas para los participantes.
Claro, la unión temporal entre Tigo y Movistar, WOM y la brasileña Telecall anunciaron que están listos para participar y ofertarán por bloques de espectro, por los cuales el gobierno espera obtener por lo menos 2 billones de pesos. Adicionalmente, los ganadores tendrán que hacer billonarias inversiones para la operación y puesta en marcha de esta nueva tecnología, que, como lo ha dicho el ministro de las TIC, Mauricio Lizcano, permitirá una velocidad de descarga hasta 20 veces superior que la actual 4G. Aunque varios países de América Latina ya operan 5G, como México y Brasil, Colombia espera no quedarse rezagada e intenta ponerse al día en las innovaciones digitales.
Si bien este es un gran paso, es necesario y prioritario que el país también haga mayores esfuerzos para cerrar la inmensa brecha digital que persiste entre las ciudades y las zonas rurales. La pandemia dejó expuesto a los ojos de todo el mundo la diferencia abismal que existe entre las capitales y el campo.
Fueron casi dos años perdidos en materia educativa para millones de estudiantes. Si a un niño de las capitales se le dificultaba acceder a internet, ni hablar de lo que pasaba en pueblos lejanos de Antioquia, Boyacá, Casanare, para no mencionar casos extremos como Vichada, Amazonas, Guainía, donde las conexiones son exóticas, por decir lo menos.
Y es que, de los 38 países de la OCDE, Colombia está en el último lugar en conectividad, con un promedio de 60% de penetración de internet, por debajo de Brasil y Costa Rica. En los primeros lugares están Corea del Sur y Noruega, con una cobertura prácticamente universal, superior al 99%.
Basta mirar las cifras para dimensionar las inmensas brechas que hay en el acceso a internet en Colombia. Mientras en las zonas urbanas la cobertura está en 52%, en promedio - en Bogotá llega al 80%-, en las zonas rurales ronda el 12% y en algunos sitios no llega ni al 4%. Los departamentos que están más rezagados en el acceso a internet son Amazonas, Guaviare, Guainía, Vichada y Vaupés. En acceso a computadores la situación también es dramática, con apenas 37% de penetración.
Sin embargo, se destacan los accesos a internet móvil, el de los celulares, que alcanzaron los 41,4 millones en el primer semestre del año, con un crecimiento superior al 20% frente al 2021. Pero aquí también hay que aclarar que no es la mayoría de los 50 millones de colombianos que tengan celular, lo que sucede es que muchos tienen hasta 2 o tres aparatos, a los que se suman los celulares corporativos. Muchos colombianos no pueden acceder a las últimas tecnologías y tienen que contentarse con equipos con pocas prestaciones.
Esta baja cobertura hace recordar casos de corrupción como el tan sonado contrato que adjudicó en 2021 la entonces ministra de las TIC, Karen Abudinen, a la unión temporal Centros Poblados, por más de un billón de pesos, para llevar internet a cerca de 7.500 colegios de las zonas rurales y más pobres.
A pesar de todas las advertencias, la funcionaria hizo caso omiso y lo adjudicó contra viento y marea a un consorcio que no tenía experiencia en el tema. Y como era de esperarse los 70.000 millones que había dado el gobierno como anticipo se perdieron y los niños de bajos ingresos quedaron sin internet. Y la exministra sigue tan campante.
Así es muy difícil competir y progresar. En un mundo en que las tecnologías están al alcance de miles de millones de personas, el país presenta cifras muy por debajo de naciones de igual nivel de desarrollo. Sin un computador y sin internet estamos con la época de las cavernas porque se dificulta estudiar, realizar negocios, transacciones y muchas de las actividades de la vida diaria como hacer pagos.
Otro problema es la deficiente calidad de la señal en muchas zonas del país, donde es difícil la comunicación y conexión a datos. En este tema, las compañías operadoras del servicio insisten en que es muy difícil mejorar el servicio, ampliar la cobertura de la señal, si les impiden poner antenas en casi todas partes. Este tema tecnológico no se escapa de lo que sucede con todos los proyectos de infraestructura, que no avanzan, entre otras cosas, por la oposición de las comunidades. A ello se suman las mayores cargas impositivas que de tanto en tanto impone el gobierno, y las decisiones en materia regulatoria.
Colombia tiene que dar un salto con garrocha si de verdad quiere comenzar a cerrar la brecha digital.