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Mi casa es su casa. Here, de Robert Zemeckis

06 de enero de 2025
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¿Puede una película tener escenas ridículas y aun así ser una película entrañable? ¿Debería una película tener una advertencia en pantalla diciendo que se hizo exclusivamente para personas mayores de 45? La respuesta a ambas preguntas es sí, siempre y cuando nos refiramos con ellas a Here, la película más reciente de Robert Zemeckis, cuyos personajes principales encarnan Robin Wright y Tom Hanks, los dos intérpretes que protagonizaron Forrest Gump, la cinta que le dio a Zemeckis su Óscar como director en 1995.

Tal vez porque todos ellos saben que el fin del cine de autor de gran presupuesto es una posibilidad cada vez más cercana, durante los últimos años hemos visto varias películas que son una especie de manifiestos personales mezclados con conexiones biográficas, que sirven a sus directores como testamento, álbum de recuerdos o declaración de principios. En ese grupo entrarían títulos como Roma, de Alfonso Cuarón, The Fabelmans, de Steven Spielberg, Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades, de Alejandro G. Iñárritu, Belfast, de Kenneth Branagh, y Empire of light, de Sam Mendes. Here es, por supuesto, la forma (especialmente la forma) que ha encontrado Robert Zemeckis de unirse a este club, adaptando junto a Eric Roth la novela gráfica de Richard McGuire.

Cuando lo que hoy se estila es tomar el guion de una película y estirarlo a las malas hasta convertirlo en una serie, Zemeckis lleva la contraria y condensa en hora y media las historias que darían para una miniserie, no siempre con gracia pero sí con la tranquilidad de obedecer a su norma autoimpuesta de no cambiar la cámara de lugar casi hasta el final. De esta manera conecta la estética de la película con la obra que adapta (y por eso también el recurso de los recuadros que brindan otra información o cambian de tiempo sin cambiar de plano, evocando al cómic impreso) y logra inscribir a Here en el terreno que más le gusta, el del desafío técnico (piensen en El expreso polar o en ¿Quién engañó a Roger Rabbit?) que superan los pioneros, que es como Zemeckis se percibe a sí mismo. Por eso su conexión íntima con personajes que aparecen en las distintas historias, como Benjamim Franklin, o John Harter, que cree que la aviación comercial es el futuro, o ese inventor del sofá giratorio y reclinable que hace parte del matrimonio más feliz que veremos en Here.

Porque como estadounidense nacido en la posguerra, Zemeckis hace énfasis en los dolores de su generación: padres traumados por lo que vivieron, con hijos, como él, que no sabían cómo consolarlos; renuncias a sueños personales por un sentido del deber llevado con dignidad, pero con pesadumbre. En el camino tendremos que pasar por alto el horror del rejuvenecimiento digital que sufren Hanks y Wright, y la sensación de diorama de museo en un entierro indígena, pero llegaremos al final con la certidumbre de que hay un par de cosas que nos conectan como seres humanos. Palabras hoy en desuso como nostalgia, familia y hogar.

Calificación Global: tres estrellas y media (sobre 5)

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