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Si algo ha caracterizado y debe protegerse en EPM es su gobierno corporativo, abierto al debate público, que socializa sus iniciativas y discute sus decisiones con sus funcionarios, técnicos y expertos. La renuncia de los ocho integrantes de la junta directiva es desafortunada y manda un mensaje difícil para EPM y la ciudad, nunca la institución había enfrentado tal situación. El estado actual de la empresa es complejo y la voz de su junta directiva, que tiene total calidad y validez, por todo lo que representa, es clave en la toma de decisiones, desconocerla es lamentable.
La junta debe ser deliberante, crítica, propositiva frente a todo hecho de la empresa, sin excepciones. No puede considerársele invitada de piedra. Y en esto hago un llamado al gerente y directivas de EPM. Debe reconocerse que ha habido muchas decisiones anteriores, algunas en el exterior, las cuales han generado y generan gran preocupación por sus resultados. Estos no dejan de ser un riesgo para las finanzas y liquidez del patrimonio y activos de EPM. La incertidumbre crece por el problema de Hidroituango y el tema de Electricaribe, si se da. Lo público es lo de todos y exige de máxima discusión para salvaguardar los intereses de todos los ciudadanos. De EPM ha dependido, por décadas, la suerte de la inversión social de Medellín .