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La Medellín que Gustavo no ve

La Medellín que Gustavo no ve con cada paso demuestra que las regiones no necesitan depender del Gobierno Nacional para progresar. Una ciudad donde no se habla de garantías para los criminales, sino de los derechos de las víctimas.

17 de enero de 2025
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  • La Medellín que Gustavo no ve

Por Sofía Gil Sánchez - @ladelascolumnas

En Colombia tenemos un presidente con un talento único: transformar los problemas del país en un asunto de culpas ajenas. Si hay una tragedia, es culpa de los alcaldes... si hay progreso, es por su gestión presidencial que mágicamente trasciende a lo local. Perfeccionó el arte de ser omnipresente en los triunfos y ausente en los fracasos.

Hay silencio en el Palacio y resultados en las regiones. Y Medellín sigue demostrado que no depende de discursos (o trinos) desde Bogotá para avanzar.

En 1991, cuando Gustavo llevaba solo un año de desmovilizado, Medellín era sinónimo de tragedia y la tasa de homicidios de 381 por cada 100.000 habitantes lo demostraba, marcando a la ciudad como una de las ciudades más violentas del mundo. Hoy, contra todo pronóstico y sin la ayuda de la llamada “Paz Total”, esta tasa es de 8,45, la más baja en 40 años y muy por debajo de muchas ciudades capitales. No es casualidad, es trabajo. Son operativos efectivos, tecnología al servicio de la seguridad y programas sociales diseñados para transformar vidas.

No es el Gobierno Nacional porque, en el resto del país, la Paz Total dejó al crimen intacto. Gustavo, en lugar de respaldar la lucha frontal contra el crimen, prefirió sentarse a negociar con los responsables de buena parte de la violencia, y no logra replicar los resultados de Medellín porque no entiende que las estructuras criminales se enfrentan sin dobles discursos, sin negociaciones oscuras... aquí la seguridad no se entrega, se defiende.

Hablan de víctimas, pero se abrazan con sus verdugos. En el discurso oficial, las víctimas del conflicto armado son una prioridad, pero la realidad cuenta otra historia. Mientras el Gobierno Nacional le da garantías a los peores criminales, a esos que les arrebataron todo a las víctimas, deja desamparadas a las mismas personas que dice proteger. En Medellín, 354.411 víctimas del conflicto están hoy sin atención debido a los retrasos en la contratación de la Unidad Nacional para las Víctimas.

Y es que lo que Gustavo no siembra, Medellín lo cosecha. El Túnel del Toyo es la muestra de cómo una región puede levantarse, incluso cuando la Nación decide darle la espalda. La obra avanza porque Antioquia y Medellín asumieron el tramo que el Gobierno Nacional se negó a financiar. Un castigo político disfrazado de incapacidad administrativa.

La Medellín que Gustavo no ve con cada paso demuestra que las regiones no necesitan depender del Gobierno Nacional para progresar. Una ciudad donde no se habla de garantías para los criminales, sino de los derechos de las víctimas; una ciudad donde no se negocia con quienes destruyen, sino que se construye con quienes trabajan; una ciudad que no se rinde, ni siquiera ante un presidente que habla mucho y hace poco.

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