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La historia de Laura Sarabia es fascinante, no tanto por su ascenso meteórico, que de por sí es digno de análisis, sino por su habilidad para sortear los escándalos, adquiriendo los dones de la omnipresencia y la omnipotencia dentro de la administración de Gustavo Petro. En el gobierno del cambio, pero de puesto, el poder se mide en controversias y los polígrafos se convierten en herramientas de gestión. En este régimen de las incongruencias Laura Sarabia no volvió, porque nunca se fue.
Los votantes engañados resultaron eligiendo a un presidente que el único requisito que exige para escalar posiciones es estar bajo investigación, un requisito que al parecer buena parte de su gabinete cumple con creces. Y aquellos que hace un tiempo afirmaban “no votar por Gustavo Petro, sino por Francia Márquez” se han decepcionado al evidenciar que la mujer más poderosa es Laura Sarabia.
La misma que como Jefe de Gabinete usó todo el poder del Estado —el encierro en los sótanos de la Casa de Nariño, el polígrafo y las chuzadas— para recuperar una maleta llena de dinero que denunció se había desaparecido en su casa. Un caso con policías detenidos, un coronel imputado y la sombra de un coronel que perdió la vida en circunstancias misteriosas, nos recuerda que detrás de cada chiste hay una verdad incómoda, y en este caso, es que el poder, cuando se maneja sin responsabilidad, puede tener consecuencias mortales.
En una muestra de integridad, o eso afirmaban los defensores del “cambio”, Sarabia salió del gobierno Petro —o más bien del ojo de la opinión pública— el tiempo suficiente para regresar luego como Directora de Prosperidad Social para acumular millas de viajera frecuente acompañando al presidente Petro en la apertura de la reunión anual de la Conferencia Mundial de Seguridad en Múnich.
Laura sabe, sabía y su turbio conocimiento vale mucho: ahora está en un puesto que le permite hablarle al oído al presidente y consolidarse como dueña absoluta del Departamento Administrativo de la Presidencia de la República. Su presencia es tan necesaria que Gustavo Petro autorizó el 13 de febrero, mediante el Decreto 0155 de 2024, que el director del Dapre tenga varias funciones que eran exclusivas del jefe de Gabinete —es decir, Sarabia cuando ostentó ese cargo en el año 2022—. El “ave fénix” de Colombia tendrá también a su cargo la coordinación de seguridad presidencial en conjunto con la Casa Militar en materia de agenda y la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI).
En este gobierno que esperemos algún día acabe –antes que nos acabe–, el abuso del poder y la instrumentalización de los recursos gubernamentales componen una escalera hacia el éxito. En el caso de Laura Sarabia le garantiza una posición a la siniestra de Gustavo Petro.
