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Por Melquisedec Torres - @Melquisedec70
Los recientes 29 meses en Colombia nos hemos movido entre la utopía y el “goyenechismo”. La primera, palabra que nos legó la suprema inteligencia griega para describir el imposible: utopía, οὐ («no») y τόπος («lugar») esto es «no-lugar», más el sufijo latino -ia o, o como dijo el maestro Quevedo: «no hay tal lugar».
Y el segundo, producto hecho en Colombia, nacido en Socha, Boyacá, en 1886 y muerto en Bogotá en 1978, Gabriel Antonio Goyeneche, candidato presidencial en 6 ocasiones y autor de las más exóticas, disparatadas y lunáticas ideas que había leído y escuchado el país.... Hasta la llegada de nuestro actual Primer Mandatario.
Para desgracia del “doctor” Goyeneche, su vida y sus candidaturas ocurrieron cuando el país solo admitía presidentes de los dos partidos tradicionales y el mundo de las ideas de Estado no daba paso a las que surgieran durante los cambios de luna. La racionalidad mediocre del país político era ajena a la locura de Don Quijote, dijo el gran cronista Pedro Claver Téllez al contar la vida y propuestas de Goyeneche.
Mientras el doctor Goyeneche proponía pavimentar el río Magdalena y hacer un tren de Leticia a Barranquilla, el de ahora dijo que construirá un tren eléctrico entre Buenaventura y Barranquilla, por encima de las selvas del Chocó y del Darién, y un tren bala por el desierto de La Guajira; Goyeneche inventó la agenda privada pues dijo, en 1966, que sería el primer presidente que se echa a dormir al ser electo; también buscaba renovar la letra del Himno Nacional, en tanto que el actual le ordenó a una congresista un proyecto de ley para cambiar el escudo nacional.
El de Boyacá decía ser doctor sin título, el de ahora también alega su falso doctorado; uno planteaba consultar al pueblo con plebiscitos todas sus ideas, el otro se sube al lomo de la palabra pueblo todos los días para reclamarse como su líder. Ese hablaba de ponerle techo gigante a Bogotá contra la lluvia o bombardear las nubes; este cree que es posible la Paz Total mientras medio país está en manos de grupos criminales, la cocaína en sus niveles récord de producción, la dictadura venezolana nos recibe desplazados, reclutan más y más niños para la guerra... Y prefiere irse a Haití mientras el país se incendia más.
Goyeneche quería convertir los ríos de Colombia en aguardiente, echándoles anís; el actual quiere esparcir el virus de la vida por la estrellas del universo; aquel hablaba de convertir la chicha en champaña, este de llevar el tejido humano colombiano al planeta Marte.
Para el séxtuple candidato, acabar la pobreza bastaba que la comunidad eligiera cada día un vecino y le donara 1 peso; este ya avanza en acabar el petróleo y el gas que nos da los más grandes recursos mientras convierte a las juntas comunales en proveedoras de internet y constructoras de toda la gran infraestructura nacional, y promete acabar todas las enfermedades a punta de equipos médicos básicos mientras destruye todo el sistema de salud.
Goyeneche murió habiendo logrado 2.562 votos en su mejor campaña, la de 1966; si reviviera hoy podría llegar a 11 millones.