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Derrocar ¿o matar? al tirano

La más elocuente muestra de la tiranía se dio el viernes pasado con el golpe de Estado en un escenario más propio de un circo de pueblo que de una investidura presidencial, con la complicidad del Presidente de Colombia.

12 de enero de 2025
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  • Derrocar ¿o matar? al tirano

Por Melquisedec Torres - @Melquisedec70

Tras 25 años de dominio absoluto del chavismo, con el apoyo incondicional de la dictadura castrista de Cuba y el respaldo estratégico de Putin, la mayoría de los venezolanos ha agotado ya todos los mecanismos civiles posibles para tumbar al asesino régimen. Contando solo los diez años de Nicolás Maduro al mando, desde el 5 de marzo de 2013 hasta 2023, fueron asesinadas 9.465 personas en Venezuela por policías y militares del chavismo (datos de la ONG de DD. HH. Provea). En esa década, también se documentaron 40.351 violaciones masivas de DD. HH., malos tratos y tortura. Sin contar los más de 25 asesinatos y miles de detenciones arbitrarias de manifestantes opositores tras el fraude de julio de 2024.

La más elocuente muestra de la tiranía se dio el viernes pasado con el golpe de Estado –disfrazado de pantomima legal– en un escenario más propio de un circo de pueblo que de una investidura presidencial, con la complicidad del Presidente de Colombia.

¿Maduro acaba de convertirse en dictador? No, lo es de hecho desde 2013, cuando muerto Chávez, logra que el Tribunal Supremo lo declare Presidente encargado, pese a que la Constitución establece que debía serlo el presidente de la

Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, mientras se cumplían elecciones; las ganó con estrecho margen y el apoyo armado de los “colectivos chavistas” ante Henrique Capriles. En 2019 es reelecto sin ningún candidato opositor (los encarceló, amenazó y muchos se exiliaron) y, al igual que ahora, con el rechazo del mundo democrático (ONU, OEA, UE) y solo con el respaldo de las tiranías de Rusia, China, Corea del Norte, Irán, Cuba y Nicaragua.

¿Qué camino se abre para la mayoritaria oposición? La de la fuerza o quizá mejor la inteligencia para derrocarlo. ¿Forzarlo a entregar al poder, cómo? O provocando una insubordinación interna militar bajo el canto de sirena de 65 millones de dólares ofrecidos por EE. UU., por la cúpula de Maduro, Diosdado y Padrino, o con estrategias de inteligencia que permitan apresarlo, obligarlo a huir o eliminarlo. El 15 de marzo del 44, antes de la era moderna, senadores que creían que Julio César planeaba convertirse en rey, asumiendo un poder excesivo y acabando con la República Romana, le asestaron 23 puñaladas en el Teatro de Pompeyo. Los “idus de marzo”. Los conspiradores afirmaban que “el asesinato era necesario”. El 25 de septiembre de 1828, políticos y militares intentaron matar a Simón Bolívar, quien logró escapar por la ventana con ayuda de Manuela Sáenz. La Conspiración Septembrina se urdió luego de que Bolívar, agotado por la imposibilidad de gobernar la Gran Colombia con la entonces endeble democracia, se declaró dictador. El 20 de julio de 1944, estando Hitler reunido con sus generales en su búnker de la Guarida del Lobo, el coronel Claus Von Stauffenberg llevó dos maletines bomba (Operación Valkiria). Uno explotó al lado del tirano, pero solo lo hirió. Fue uno de 42 atentados que no lograron evitar el ascenso y dominio del gran criminal. Von Stauffenberg hoy es un héroe para la historia.

En Cuba nunca lo hicieron y ahí siguen con la tiranía 65 años después.

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