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El anuncio de una convocatoria para una consulta popular realizada por el presidente Petro, y su lenguaje agresivo y violento de estos días, significa que éste adelantó la campaña presidencial del año 2026. La frase de Benedetti sobre la consulta popular “va porque va” es prueba de ello. Aduce el presidente que la consulta busca tramitar, por esa vía, la reforma laboral y la de salud que el Congreso respectivamente archivó o no ha aprobado; olvida que esto corresponde a la función del Congreso como legislador, de conformidad con la separación fundamental de poderes en una democracia.
La consulta propuesta es un medio velado para iniciar una campaña que desde ahora muestra inconvenientes ya señalados por varios expertos. Quizás lo más perjudicial es el inicio de la misma sin que haya una oposición unida que lidere un acuerdo y unas bases programáticas para enfrentar la maquinaria, el presupuesto y los puestos con que cuenta el presidente y el Pacto Histórico para su iniciada campaña.
Un evento reciente realizado por la Escuela de Ingeniería de Antioquia con varios posibles precandidatos ratificó ese panorama; ninguno de ellos propuso buscar acuerdos alrededor de lo fundamental (salud, educación, energía, crecimiento, lucha contra la pobreza y equidad, seguridad) que exige este momento histórico y más bien se muestran claramente “fraccionados y rivales”.
Además, es claro que no se identifica un discurso, una narrativa que conecte con millones de trabajadores informales, miembros de los hogares más pobres y con menos oportunidades, jóvenes que no estudian ni trabajan (Ninis), jóvenes desempleados, especialmente mujeres. Otro gran problema que enfrenta la oposición, como se planteó en dicho evento, es que el gobierno “tiene relato y tiene datos” económicos coyunturales positivos como el crecimiento, la menor inflación y tasa de interés, así como el desempleo.
Algunos participantes en dicho evento reiteraron acerca de la necesidad de lograr un gran acuerdo para una reconstrucción nacional a partir del año 2026 y superar la situación del déficit fiscal (6,8% del PIB en 2024) y el consecuente incumplimiento de la regla fiscal, así como la crisis de la salud, el panorama complejo del sector energético que podría llevar a un apagón, el aumento de la inseguridad y una probable descertificación de Colombia por parte de los Estados Unidos. Todo esto en medio de un panorama de incertidumbre mundial bajo el segundo gobierno de Trump que amenaza con una escalada de aumento de los aranceles, reducción de las ayudas económicas y la profundización de la guerra comercial con China.
Llegó la hora de los grandes liderazgos, del dialogo y la concertación para construir una verdadera opción que sea capaz de llevar al país a mejoras sustanciales en el desarrollo humano. Es necesario un verdadero líder y demócrata de la oposición que haga contrapeso a quienes ya están en campaña haciendo uso de la burocracia oficial y del presupuesto nacional para darle continuidad a un gobierno que ha hecho muy poco por los más vulnerables
