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El Dane recién publicó las cifras de crecimiento económico del tercer trimestre en las cuales se observa que la economía creció 2,0% en dicho período, así como la inversión (FBCF 4,0%). Esta cifra permite superar el temor de una fase recesiva, sin embargo, continúa por debajo de las expectativas que se tenían incluyendo la del Bando de la República (2,4%). Además, la serie ajustada por efecto estacional y calendario indica que la economía creció 1,2% en el primer trimestre, 0,5% en el segundo trimestre y en el tercero 0,2%. La preocupación de fondo es el bajo crecimiento en los últimos años y las implicaciones de ello en términos de desarrollo, condiciones de vida y desigualdad.
De acuerdo con el Banco Mundial se prevé que el crecimiento en los países del Grupo de los Siete (G-7) siga siendo moderado este año. China mantiene un desempeño débil creciendo alrededor del 4.0%, y en conjunto se prevé que el crecimiento en América Latina y el Caribe (ALC) alcance 1,9 % este año. Según la Cepal, el crecimiento promedio de esta última década ha sido 0,8%, menos de la mitad del crecimiento promedio durante la denominada “década perdida” de los ochenta.
La Cepal considera que se han generado “círculos viciosos acumulativos”, que han llevado a la región a una doble trampa de persistente bajo crecimiento y alta desigualdad. En otras palabras, es necesario crecer más, y para ello hay que tener políticas explícitas orientadas a ese fin, algo de lo que adolece el gobierno del cambio. Esto último se puede ilustrar fácilmente: mientras el presidente le quita apoyo a la Federación de Cafeteros, uno de los sectores que más contribuye al crecimiento del tercer trimestre es precisamente el café. Vaya paradoja.
La baja acumulación de capital (público y privado) en un contexto persistente de bajo aumento de la productividad afecta el crecimiento de largo plazo (Banco Mundial, 2024). Precisamente la OCDE plantea la necesidad de aumentar la inversión como conductor del desarrollo sostenible, y sugiere que esta debe venir del sector público, particularmente en infraestructura. La inversión total como porcentaje del PIB en ALC es la más baja de todas las regiones del mundo, aún inferior a la de los países africanos del Sub Sahara.
Crecer al 2.0% el tercer trimestre es buena noticia, pero no tanto mientras persista el bajo crecimiento de los dos últimos años. Mientras no se estimule decididamente un mayor crecimiento de la economía será difícil alcanzar los ODS en el 2030 y por ello ,aumentar sustancialmente la inversión y la calidad de la misma es apremiante (OCDE, 2024).
El reto más grande definitivamente es crecer más; sin crecer será difícil aumentar el empleo, reducir la pobreza, la informalidad y la desigualdad y el cambio seguirá siendo lo que ha sido, una quimera. Es necesario entonces insistir en el rol de la inversión y los planes de desarrollo de departamentos y ciudades, especialmente si se tiene en cuenta que Antioquia creció el año anterior tan solo un 0,2%.
