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Hace más de cien años, Vilfredo Pareto escribió:
“Cuando en el futuro algún historiador se proponga narrar la miseria de estos años, por favor, que no culpe a la libre competencia, porque los italianos no saben siquiera lo que es la libre competencia. Podrá ser acaso algo terrible y malvado, pero no se le puede culpar de ningún mal allí donde no existe”.
Si escribimos “neoliberalismo” en lugar de “libre competencia” y “colombianos” por “italianos”, la cita del gran Pareto se aplica por entero a la Colombia actual.
Hay que combatir la leyenda negra del neoliberalismo como el causante de todos los males, explicando en qué consiste, mostrando lo poco que hay y lo mucho que falta, evidenciando todo lo que ese poco de libertad económica nos ha permitido lograr e indicando lo mucho que lograríamos si rompiéramos aún más las cadenas del estatismo socializante que la ahoga.
En Colombia, el término “neoliberalismo” se refiere al conjunto de reformas realizadas durante las administraciones de Virgilio Barco y César Gaviria que otorgaron a los ciudadanos un poco de algunas libertades económicas de las que carecían o disminuyeron el peso de alguna inicua exacción estatal que sobre sus hombros pesaba.
Un poco de libertad monetaria. A las personas menores de cuarenta años probablemente les sorprenda saber que, hace 35 años, la posesión de divisas y su compraventa entre particulares eran delito. Estaba vigente, desde varias décadas atrás, el llamado control de cambios que daba el monopolio de la compraventa de divisas al Banco de la República. La ley 9 de 1991 liberalizó la tenencia, posesión y el comercio de divisas y permitió la libre convertibilidad del peso. Esta libertad monetaria es lo que permite el flujo de transferencias que reciben las familias colombianas de sus parientes en el exterior; transferencias estas que en los últimos 10 años bordearon los US$ 76.000 millones. La libertad monetaria es aún insuficiente para la mayoría de los ciudadanos que solo pueden acceder a las divisas en efectivo. Para que sea completa, debe permitirse que los bancos puedan abrir cuentas corrientes y de ahorro en dólares, euros o cualquier otra moneda.
Un poco de libertad de comercio internacional. Por los altos aranceles, las cuotas de importación y las licencias previas los precios de los bienes y servicios importados eran tan elevados que solo estaban al alcance de las personas más acaudaladas y las empresas grandes. La llamada apertura económica consistió en la eliminación de las cuotas y licencias de importación y en la drástica reducción del arancel de aduanas lo que puso al alcance de un mayor número de ciudadanos y empresas los bienes y servicios importados; los cuales se encuentran, incluso, en las tiendas y mercados de los municipios más apartados del País. Pero este poco de libertada lograda con la apertura está en retroceso por la presión de productores ineficientes que demandan proteccionismo e impiden la realización de más tratados de libre comercio.
Neoliberalismo es libertad monetaria y libre acceso al mercado internacional. Continuará...
