Pico y Placa Medellín
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La movilidad no es solo un tema de calles congestionadas, es la llave que desbloquea oportunidades para una vida más plena y equitativa, es la libertad para transitar sin barreras, para compartir más con la familia y acceder a las oportunidades que ofrece Medellín, la cual día a día cuenta con una mayor oferta.
Por eso no sorprende que los problemas en la movilidad sean una de las preocupaciones más grandes para la ciudadanía. Medellín, a pesar de su encanto, se ve cada vez más obstaculizada por el caos vial y las limitaciones para desplazarse con facilidad.
En el corazón de este desafío se encuentra la necesidad de una movilidad inclusiva. Una que no discrimine por capacidad económica, ubicación geográfica o limitaciones físicas. Pero también una movilidad segura: en Medellín hemos normalizado una tragedia que debería escandalizarnos: cada año mueren alrededor de 250 personas en incidentes viales, y cientos más sufren lesiones graves que dejan consecuencias terribles para las familias. La seguridad vial debería ser una prioridad, protegiendo especialmente a los más vulnerables: peatones, ciclistas y motociclistas.
Las causas de esta crisis en la movilidad son diversas y complejas. La construcción de vivienda en el Valle de Aburrá se expande cada vez más, mientras la implementación del POT se quedó en veremos, haciendo que crezca la informalidad, que se ha materializado en más barrios autoconstruidos que carecen de los equipamientos urbanos mínimos que ofrezcan soluciones a los problemas del día a día de las familias que allí habitan. Además, estrategias como el pico y placa, lejos de resolver la problemática de la congestión vial, incentivaron la adquisición de más vehículos particulares.
A esto se suman problemas de cultura ciudadana, el mal parqueo como norma, gestiones públicas deficientes en el mantenimiento de malla vial, escasa promoción de medios alternativos de transporte y andenes en mal estado, desincentivando la caminata como opción de movilidad.
Medellín clama por un sistema de transporte digno del siglo XXI. Uno organizado, accesible, seguro, limpio y eficiente. Esto solo es posible si el gobierno local y metropolitano se comprometen decididamente a mejorar el transporte público y a convertir a Medellín en una ciudad amable con los peatones y ciclistas.
Permitámonos soñar con una ciudad donde con la tarjeta Cívica podamos acceder a todas las rutas de transporte público; donde los buses sean cómodos, eléctricos, con carriles exclusivos y que conecten las comunas de forma eficiente; donde los ciudadanos puedan acceder en tiempo real a la información de las rutas de transporte público; donde el costo del sistema Metro esté al alcance de los más vulnerables.
El desafío es claro: transformar nuestro sistema de movilidad, no sin antes reconocer que también hay experiencias exitosas que debemos mantener y profundizar, como la ejecución del Plan Rector de Expansión del Metro, el cual es un insumo fundamental que se debe materializar lo antes posible. Es tiempo de decisiones valientes, donde la ciudadanía, el gobierno y los expertos se unan para trazar las soluciones que con urgencia se reclaman. La movilidad es más que calles y vehículos, es libertad, inclusión y calidad de vida para todos.
