Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Es hora de hacer un llamado urgente a los magistrados de la Justicia Especial para la Paz (JEP). A la vuelta de la esquina, alrededor del 2037, este tribunal cumplirá su límite temporal.
La JEP hace parte del sistema de justicia transicional y selectiva para contribuir al cierre del conflicto. Transicional y selectiva, quieren decir que no es una justicia atemporal ni completa, como la ordinaria, por lo que se prioriza impartir justicia, en primera instancia, sobre los máximos responsables de los delitos más graves y representativos del conflicto, según el acuerdo firmado entre el Estado colombiano y las FARC.
¿Magistrados nos les parece este reto suficientemente complejo? A mi si y mucho. Pero pareciere que a ustedes no, porque apartándose de la lógica organizacional y jurídica, han decidido incluir en su jurisdicción a los paramilitares, por fuera de los límites que definió la Corte Constitucional.
Con una teoría macondiana llamada “bisagra”, aceptan el sometimiento de los paramilitares a la JEP bajo el entendido que actuaron de manera funcional y material “incorporados” a la fuerza pública. Magistrados, esto último con varios asteriscos no está en discusión. El punto central es que ustedes no son el juez natural de los paramilitares. No son competentes. El juez natural de los paramilitares son los jueces de la jurisdicción de Justicia y Paz. Y esto se los ha recordado varias veces la Corte Constitucional. Además, no sobra decirlo, ustedes no son exclusivos, no son superiores y su ego de abarcarlo todo, es contrario a la Constitución.
Mientras que las víctimas y la opinión pública están esperando una justicia pronta y expedita de la JEP, a partir de sentencias, fallos de amnistías y una coordinación altamente prioritaria con la justicia ordinaria para evitar la impunidad de los procesos suspendidos, ustedes están enredados al interior de sus tres salas elaborando creativas jurisprudencias. Tan enredados están, que tienen a varios ciudadanos preocupados, instaurando demandas contra sus conceptos y sentencias de interpretación muy sui generis.
Los derechos fundamentales de las víctimas no son un mero formalismo. Son la piedra angular para reconstruir la confianza y lograr la utopía de la paz. Por eso, en lugar de perder el tiempo en lo que no son competentes, ahora más que nunca se necesita que se focalicen en lo que si son competentes para obtener resultados de verdad. Magistrados, la primera resolución de conclusiones contra el secretariado de las FARC, aceptada por ellos, cumplirá tres años. ¿Para cuándo la sentencia condenatoria? Tic-tac. Tic-tac.
No se les olvide. Finalmente, de lo que se trata es de evitar el mayor de los males: La impunidad a la luz del proceso de paz y como consecuencia, una nueva injerencia de la Corte Penal Internacional. Todo este esfuerzo, contra viento y marea, y todo lo que ha significado el acuerdo de paz en términos de polarización del país, valdrá la pena, si las víctimas aminoran el daño sufrido gracias a la aplicación de verdad, justicia, reparación y no repetición.
