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En el nuevo desorden mundial, estas posiciones van a estar en el escenario permanente del debate. Y criterios como la preferencia por el mal menor sobre el mal mayor, orientarán las conversaciones y las ofensas.
Por Juan Carlos Manrique - jcmanriq@gmail.com
Un día después de la toma de posesión de Donald Trump, se realizó el tradicional servicio multi religioso en Washington. La obispa de la iglesia episcopal, Mariann Edgar Budde le pidió de forma directa a Trump que tuviera misericordia con todos aquellos que viven con miedo. “Debemos ser misericordiosos con los extranjeros, porque todos fuimos extranjeros en esta tierra.”
Muchos han elogiado a Budde por haber planteado una petición de misericordia para las minorías de Estados Unidos, en la propia cara de Trump. Otros han sido muy críticos. Trump, a través de su red Truth Social, respondió con todo. “¡Ella y su iglesia le deben una disculpa al público!” Ella, señalo Trump, es una Obispa radical de izquierda que me odia y que llevó a iglesia episcopal al mundo de la política de una manera muy descortés. Y protesto porque Budde no mencionó la gran cantidad de inmigrantes ilegales que han asesinado ciudadanos estadounidenses.
Mientras que Budde confirma su trayectoria marcada por un fuerte enfoque en la justicia social, Trump la trata de poco inteligente y mantiene su feroz crítica del uso político de la religión.
En el nuevo desorden mundial, estas posiciones van a estar en el escenario permanente del debate. Y criterios como la preferencia por el mal menor sobre el mal mayor, orientarán las conversaciones y las ofensas.
Para los creyentes de la justicia social, el mal mayor es desconocer que cada uno de los inmigrantes indocumentados son seres humanos en una extrema situación de vulnerabilidad que deben ser acogidos con solidaridad y fraternidad.
Para los creyentes de una especie de realismo práctico, el mal mayor es desconocer que la seguridad es un pilar fundamental de la sociedad, el cual está por encima de todo. Eso dictan, en gran medida, las nuevas tesis del nuevo desorden mundial basado en la lógica.
¿Puede construirse un puente que una ambas posturas radicales? Yo creo que sí. Por eso, buscando pistas y salidas, quiero evocar a tres personajes que nos dan algunas luces.
Charles Bukowski. El ‘’escritor maldito’’, poeta estadounidense, representante de otro realismo, el realismo sucio, solía decir que la tristeza es causada por la inteligencia. Cuanto más entiendes ciertas cosas, más desearías no comprenderlas. Entender que la justicia social es una utopía, muchas veces teórica e inaplicable, causa mucha tristeza. Es el primer paso para construir el puente.
Gabriel Rolón. Psicólogo y psicoanalista argentino. “Nunca tomes decisiones que no puedes sostener en el tiempo”. Podrán con la fuerza, marginar y excluir a personas en estado de vulnerabilidad. Al principio se lograrán resultados parciales. Pero después, no se podrán sostener en el tiempo porque los problemas como el agua, siempre se filtran, son cobardes, andan y llegan juntos. Es el segundo paso para construir el puente.
Y Aldous Huxley. Escritor y filósofo británico. “El ser humano es un animal extraño: mata más gente por saciedad ideológica que por hambre”. Comprender que somos un animal bien extraño es el tercer paso para construir el puente. Faltan cientos de pasos para terminar el puente.