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Sobre los que tanto esperan

29 de marzo de 2025
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Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com

Estación Cansancio, a la que llegan penitentes y peregrinos que hablan de maravillas y sustos en el viaje, supuestos expertos en Inteligencia Artificial que alegan que la máquina ya es superior al cerebro, economistas libertarios que sueñan con la ampliación de mercados negando la clásica la mano negra, operadores de bolsa que cada vez que sube o baja el dólar sufren de gastralgia y propensión al alcoholismo, opositores que ya recurren a brujas y al diablo para tumbar al contrario o al menos marearlo (como en el tango), videntes de ojos acuosos, uñas mordidas y piel amarilla, que no ven más que la cara asustada del que atienden; vendedores de esperanzas que amplían la oferta a cambio de dinero o materia viva, creyentes en todo lo que dice Trump, no importa que se contradiga o mienta, que se crezca en alharaca o sea un robot de Tesla; seguidores de la derecha o la izquierda cansados de tanta marcha en vano, paraguas y botella de agua en mano; buscadores de mejores cuerpos para que el tiempo no les pase por encima (cosa que no pasa por dentro), gente que mira al cielo y espera que le caiga una caja fuerte repleta de billetes, etc. En fin, hay multiplicación de esperantes y desesperantes.

De esperantes, esos seres el Medioevo (producto de la peste), se ha llenado el siglo XXI, cosa que ya preveía Umberto Eco. Los opositores de Maduro esperan que otros tumben al dictador por ellos, los de derecha latinoamericana que los norteamericanos barran con los izquierdistas; los que se apoyan políticamente en el dólar, que este se devalúe más para decir que tenían razón; los ruso-fóbicos, que de Zelenski emerja uno de esos efrits monstruosos de las Mil y una noches y convierta a Moscú en un criadero de mulas, los antisemitas que los judíos sean los peores de la película Y así, multitudes pidiéndole al cielo, a los países vecinos, a los ricos, a los números binarios, a Bukeles que aprietan criminales y hasta a un Milei que demuestra cómo darse contra las paredes.

Y en esto de esperar sin mover un dedo (esperanzados), creyendo que las cosas se solucionan con mera palabrería, que solo hay un malo y un bueno que no llega, que la economía es cuestión de coaching, que la inteligencia ya está solucionada a punta de algoritmos y que lo social se arregla a punta de sustos, nos vamos cansando, se trabaja mal y se toman decisiones desacertadas, entre ellas pegarse al celular y a las redes que esperan para cacarear como gallinas encubando sobre huevos calientes de madera.

Acotación: Esperando a que otros actúen por nosotros, a que nos representen en guerras, peleas políticas, asuntos económicos, trabajos por terminar y salvación a última hora, hemos ido construyendo una sociedad de la representación, en las que gritamos como hinchas de fútbol y parasitamos.

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