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Es urgente adoptar un plan de aceleración porque ese primer túnel por el que se paga un alto peaje 40% mayor que el de Las Palmas, no es confiable, confortable, eficaz, seguro y no garantiza el tiempo de viaje presupuestado de 17 minutos al aeropuerto.
Por Johel Moreno S. - opinion@elcolombiano.com.co
Frente a una demanda de tráfico que desbordó los volúmenes estimados por los estudios, ¿De qué sirvió entonces anticipar la excavación del segundo túnel de la Conexión Vial al Oriente hace una década si no se le dio continuidad ya sí haber atendido el caos vehicular que se ha presentado a los pocos años de dar al servicio la primera etapa?
La Conexión seguirá incompleta y no podemos esperar hasta el 2028, año estimado por el concesionario para terminar el proyecto; es urgente adoptar un plan de aceleración porque ese primer túnel por el que se paga un alto peaje 40% mayor que el de Las Palmas, no es confiable, confortable, eficaz, seguro y no garantiza el tiempo de viaje presupuestado de 17 minutos al aeropuerto, tampoco es la solución ideal entre los dos valles porque, ah bien lejos que está de ser aquel proyecto que se estructuró desde un principio.
Cierres intempestivos que no garantizan disponibilidad cuando más se necesita, no operar los fines de semana en el sentido Medellín-Rionegro entre las 5 y las 8 pm, alta accidentalidad, cuya frecuencia es repetitiva, riesgo de un incendio con el túnel lleno de vehículos produciendo gases, situación ante la cual, los equipos de ventilación no están diseñados; son algunos de los argumentos, para que muchos usuarios desistan utilizarlo.
Altos índices de accidentalidad por factores adversos como el uso de luces altas que causan deslumbramiento, bajas velocidades que impacientan a los usuarios que van detrás, ausencia de un separador que irá hasta cuando opere el otro túnel, a menos que, el gobernador Andrés Julián, contratante de la concesión, ordene reprogramar la segunda etapa priorizando la terminación y operación del otro túnel al que solo le falta: pavimento, revestimientos, iluminación, señalización, equipamiento... Y así poner freno el lucro cesante de una inversión que lleva años y que debió, según el cronograma inicial, entrar en operación dos años después de inaugurada la primera etapa surtida el 15 de agosto del 2019; pues la pasada administración no lo consideró prioritario y ahora estamos pagando la factura y consecuencias de no haber continuado una obra vital para la economía de la región.
En paralelo, es urgente revisar también la sustitución de la glorieta al aeropuerto con la transversal (K26 de la autopista- Llanogrande) por un intercambiador de tráfico; obra que no soluciona el problema, sino que lo agravó, pues su construcción anuló de tajo el supuesto ahorro en tiempo de quienes usan el túnel porque a ese volumen de casi 30.000 vehículos diarios se le suma el de Llanogrande y se desvía a una pequeña rotonda que no está diseñada para evacuar tan gigantesca carga de tráfico; creándose kilométricas colas; y ante esa situación cabe preguntar: ¿será competente ese intercambio para atender todas las cargas de tráfico que allí convergen, entre las cuales hay unas que son predominantes?
¿Qué pasó con la planeación estratégica de un complejo cuya construcción no resuelve el problema de la conexión y mientras se ejecuta, no dispuso los desvíos provisionales; asunto que debió analizarse previamente para minimizar impactos y perjuicios económicos al sector?