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En un momento donde la reconfiguración de las cadenas globales de suministro está redefiniendo el panorama económico mundial, dos regiones en América Latina emergen como protagonistas potenciales de esta transformación: Nuevo León y Antioquia. Durante una reciente visita a Nuevo León y su capital Monterrey, las similitudes entre “regios” y antioqueños saltaron a la vista: ambos comparten un espíritu emprendedor inquebrantable y un orgullo regional que impulsa su desarrollo económico.
Monterrey ha logrado capitalizar de manera excepcional la tendencia del nearshoring, convirtiéndose en un imán para la inversión extranjera directa. Los números hablan por sí solos: Ajustando por paridad adquisitiva, el PIB per cápita de Nuevo León se acerca al de España, supera al de Portugal y no está muy lejos de Italia y Francia. La pregunta inevitable surge: ¿Qué puede aprender Antioquia de este caso de éxito?
El liderazgo de Nuevo León en el nearshoring latinoamericano es contundente, capturando el 76% del nearshoring que llega a México y el 45% del que llega a toda América Latina. Este éxito no es fortuito, es el resultado de una estrategia intencionada que Antioquia podría emular y adaptar.
Aunque Antioquia no comparte frontera con Estados Unidos como Nuevo León, puede potenciar su posición estratégica como puerta de entrada a Suramérica y su conexión con el Norte Global. El desarrollo del puerto de Urabá representa una oportunidad única para conectar la región con los mercados globales. Monterrey ha cultivado clusters industriales robustos en sectores clave. Antioquia Emergente ha identificado ventaja en dos grandes frentes: La “Medellín creativa global”, enfocada en entretenimiento, hospitalidad y tecnología, y la “Antioquia Long Tail”, centrada en productos y servicios de nicho con alto valor agregado.
La infraestructura ha sido fundamental en el éxito de Nuevo León. Antioquia debe acelerar la conclusión de sus proyectos viales, expandir su capacidad aeroportuaria y mejorar su conectividad aérea para competir efectivamente. El factor humano es igualmente crucial. La disponibilidad de talento calificado ha sido determinante para Nuevo León. Antioquia, con su sólida tradición educativa, tiene el potencial de desarrollar programas específicamente diseñados para satisfacer las necesidades de industrias de alto valor agregado. Esto ya viene sucediendo, EAFIT ha puesto en el mercado una propuesta de valor para atender estas necesidades y potenciar el crecimiento que se viene dando en la región.
Para materializar estas oportunidades, Antioquia debe fortalecer su estrategia de atracción de inversión, enfocándose en los sectores de la Antioquia Emergente.
El momento es propicio para que Antioquia dé un salto cualitativo en su desarrollo económico. Con una estrategia clara -Antioquia Emergente-, inversión en infraestructura y talento humano, y una perfecta alineación entre gobierno, academia y sector privado, Antioquia puede aspirar a convertirse en un hub de nearshoring para Suramérica.
La transformación ya está en marcha. En Antioquia están sucediendo cambios significativos que apuntan hacia un futuro más próspero y conectado con la economía global. La pregunta no es si Antioquia puede lograrlo, sino cuándo y cómo maximizará su potencial en esta nueva era de oportunidades económicas.
