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El objetivo del corredor es reducir el tiempo de tránsito desde Zambia y el sur de la RDC hasta el puerto de Lobito de los 45 días actuales a menos de una semana.
Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es
Además de hundir a su propio partido con el indulto a su hijo Hunter, entre las últimas decisiones del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, figura la asignación de una partida de unos 570 millones de euros (600 millones de dólares) para el corredor que pretende unir Angola, Zambia y República Democrática del Congo.
Y se preguntarán ustedes con toda lógica, ¿para qué diantres hacen falta esos fondos en el África profunda? Pues ni más ni menos que para presentar por fin batalla a la expansión china por el continente africano.
En una de sus últimas misiones, Biden anunció en Angola esa partida que engrosa los 3.803 millones de euros (4.000 de dólares) que EE. UU. ha dedicado a desarrollar junto con la Unión Europea el Corredor Transafricano Lobito, llamado así porque la línea férrea que unirá las minas de estos países concluye en el puerto de Lobito, en Angola.
En esta alianza, que celebra su cumbre en Luanda estos días, participan también Tanzania y representantes de la Corporación Financiera Africana.
El corredor consiste, en esencia, en una línea de ferrocarril de 1.300 kilómetros desde el puerto de Lobito hasta la ciudad angoleña de Luau, en la frontera con la RDC, que se extiende otros 400 kilómetros hasta la urbe minera congoleña de Kowelzi, muy cerca de la frontera con Zambia. En esta ciudad viven literalmente sobre ingentes minas de cobalto, cobre y otros minerales más de medio millón de congoleños.
Está prevista la construcción de otros 800 kilómetros de vías que hagan llegar el ferrocarril a Zambia, y EE. UU. ha manifestado incluso su intención de hacer que el corredor alcance algún día la costa oriental africana.
Washington está más que preocupado por el dominio aplastante de China sobre las materias primas críticas. El 80% de las minas de cobre de la República Democrática del Congo están en poder de compañías chinas, que tienen también el control del 85% de las llamadas “tierras raras”, minerales muy escasos, incluido el 76% de la producción de cobalto, esencial para las baterías.
La línea fue construida a principios del siglo XX por Bélgica y Portugal, pero cayó en desuso. En octubre de 2023, la UE, Estados Unidos, el Banco Africano de Desarrollo, la Corporación Financiera Africana (AFC) y los tres países africanos implicados firmaron un memorando de entendimiento para revitalizar la infraestructura.
El objetivo del corredor es reducir el tiempo de tránsito desde Zambia y el sur de la RDC hasta el puerto de Lobito de los 45 días actuales a menos de una semana. ¿Para qué? Porque la demanda de materias primas se ha multiplicado por cuatro desde 1970 y podría crecer un 60 % para 2060, y Zambia y la RDC tienen algunas de las mayores reservas de cobre, cobalto y coltán.
Sin embargo, esta ruta choca con el control que ya tienen las mineras chinas sobre la mayoría de los recursos africanos. Pekín lleva años de ventaja en África y en el desarrollo de los coches eléctricos. El gigante asiático representó en 2023 el 60% de las ventas globales de estos vehículos, frente al 25% de Europa y el 10% de EE. UU., según la Agencia Internacional de Energía.
Mucho tendrán que correr EE. UU. y la UE para hacer frente al monopolio chino. La guerra por las materias primas ha estallado y se libra en África.