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Mañana, domingo 29 de septiembre, el Papa Francisco, durante la visita que realizará a Bélgica, beatificará a la carmelita española Ana de Jesús, muerta hace más de cuatrocientos años.
Por Ernesto Ochoa Moreno - ochoaernesto18@gmail.com
Mañana, domingo 29 de septiembre, el Papa Francisco, durante la visita que realizará a Bélgica, beatificará a la carmelita española Ana de Jesús, muerta hace más de cuatrocientos años.
Esta religiosa española, de apellido Lobera, quien es considerada y fue la heredera natural de la fundadora del Carmelo, había nacido en Medina del Campo, el 21 de noviembre de 1545 y murió en Bruselas (Bélgica) el 4 de marzo de 1621.
En 1570 entra como carmelita al convento de san José de Ávila, el primero fundado por Teresa, e hizo su profesión en Salamanca el 22 de octubre de 1571. Siempre secundó a la madre fundadora y fue priora del convento de Beas en 1579.
Era dirigida espiritualmente por san Juan de la Cruz y fue cercana del poeta del Cántico Espiritual, cuyo comentario en el prosa el mismo le dedica. Rescata de la Inquisición el “Libero de la Vida” y prepara los manuscritos para la edición príncipe de las obras hecha por fray Luis de León en 1588 y que el teólogo y gran poeta español dedica a ella.
Después de la muerte de Santa Teresa en 1582, la madre Ana de san José asume la orientación y dirección de la Reforma del Carmelo, maneja con tino y pasión el destino de la orden y se enfrenta al superior general, padre Nicolás Doria, que amenaza no solo al padre Jerónimo Gracia sino a toda la comunidad.
En 1506 viaja al frente del grupo de monjas carmelitas destinadas a Francia, funda en 1604, el primer convento en suelo francés y después, en 1607, el primero en Bruselas.
Con el padre Jerónimo Gracián lleva a cabo la primera edición del libro de las Fundaciones y en 1612 promueve la fundación del primer carmelo polaco en Cracovia.
La madre Ana de San José murió en Bruselas en 1621, como ya se dijo. A ella se debe la expansión de los y las carmelitas en la Europa del siglo XVII. Otra inquietud es por qué el proceso de canonización de esta hija predilecta de Santa Teresa se frenó durante cuatro siglos y apenas ahora fue reabierto por el Papa Francisco.
Más que hurgar en chismes y curiosidades de la vida de frailes y de monjas del siglo XVI y XVII, la beatificación de Ana de Jesús sirva para recuperar del olvido a una gran carmelita, hija y discípula predilecta de la gran Terea de Ávila. Algo se traen las dos entre manos. La seriedad y reciedumbre de espíritu de ambas lleva a concluir que no es este un divertimento devocional.