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La realidad es que China tiene ya los mismos problemas que las economías avanzadas sin haber alcanzado aún los estándares de vida universales de las mismas.
Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es
China se encuentra en una encrucijada. Después de alcanzar un crecimiento meteórico durante más de 30 años y acumular la segunda mayor deuda de mundo, ya no logra crecer al mismo ritmo y cada vez más analistas apuestan por un sorpasso en el medio plazo. De hecho, el pasado octubre Barclays estimó un crecimiento sostenido de la economía india en el entorno del 8% para sobrepasar a China como el segundo mayor actor de la economía global en el futuro. Las expectativas de India son crecer al 6,5% el próximo 2024, pero el debilitamiento de China apunta a un alza del PIB de entre el 5,4% para 2023 y del 4,6% para 2024, según la última actualización del Fondo Monetario Internacional. El FMI pronostica alzas del 6,3% para ambos ejercicios en el caso de India. Así que no sólo se trata de crecer al 8%, sino que el cambio de paradigmas podría llegar también por el hundimiento chino.
La realidad es que los datos no son muy halagüeños para la economía china. Las exportaciones chinas sumaron el pasado mes de octubre un total de 255.989 millones de euros, lo que representa un retroceso interanual del 6,4%, más intenso que el descenso del 6,2% del mes anterior y el sexto consecutivo, según las Aduanas de China.
Por su parte, las importaciones de China sumaron en el décimo mes del año un valor total de 203.335 millones de euros, cifra que representa una mejora del 3% en comparación con el mismo mes de 2022. En general, el volumen de los intercambios comerciales de China en el mes de octubre alcanzó un valor de 459.324 millones de euros, un 2,5% por debajo del registrado en el mismo mes de 2022.
Ese mismo mes, el gigante asiático redujo un 12,5% anual sus exportaciones a la Unión Europea, hasta 35.938 millones de euros, mientras que las importaciones sumaron 21.126 millones de euros, un 5,7% más.
En el caso de Estados Unidos, las exportaciones chinas disminuyeron un 8,2%, hasta 40.207 millones de euros y las importaciones cayeron un 3,7%, hasta 11.499 millones de euros. Asimismo, las ventas de China a su vecino ruso aumentaron en octubre un 17,2% anual, hasta 8.089 millones de euros, mientras que las importaciones desde Rusia crecieron 8,6%, hasta 10.346 millones de euros.
Los analistas pronostican un cierre de año comercial aún más calamitoso para China, aunque esperan que se toque fondo a final de 2023. Todo en medio de una continua debilidad en el mercado inmobiliario y una demanda externa moderada que hace que los pronósticos queden en manos de un malabarista.
La realidad es que China tiene ya los mismos problemas que las economías avanzadas sin haber alcanzado aún los estándares de vida universales de las mismas.
No todo consiste en vender al exterior, pero forma parte de la fortaleza de un país saber colocar sus mercancías, servicios y tecnología allá donde se pueda. Que se lo digan a Holanda, un país diminuto con 17 millones de habitantes y la cuarta potencia exportadora global tras Alemania y por delante de Japón y Corea. Si China afloja, otros ocuparán su lugar más pronto que tarde.