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De la guerra a la seguridad

Las Fuerzas Militares deben pensar en cambios significativos, inspirados por el conocimiento, el compromiso con nuestra sociedad, su vocación patriótica, las nuevas realidades geopolíticas y las exigencias de la modernidad tecnológica.

15 de septiembre de 2023
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  • De la guerra a la seguridad

Por Henry Medina Uribe - medina.henry@gmail.com

La única constante es el cambio, nos enseñó Heráclito hace más de 2.500 años, y su enseñanza sigue siendo actual. En nuestro presente, algunos buscan “un cambio para que nada cambie” y otros, el cambio mediante la destrucción total para que lo nuevo brote de las cenizas. Lo uno y lo otro es engañoso y suicida.

Nada escapa a la dinámica del cambio. Fabio Valencia Cossio sentenciaba, como presidente del Congreso, en su discurso durante la posesión del presidente Andrés Pastrana: “o cambiamos o nos cambian”. Ahora parecería que, ni lo uno ni lo otro... pero cabe la posibilidad que la presidencia de Petro sea la respuesta a su presagio. Pero ahora y en el caso de las Fuerzas Militares, la disyuntiva es real y apremiante. Ellas son una importante palanca de cambio que puede ser bien o mal utilizada. La clave está en el punto de apoyo.

Luis Jorge Garay, iniciando el presente siglo, tuvo la idea de liderar un proceso de reflexión colectiva para la construcción de una sociedad democrática y moderna, al cual denominó “talleres del milenio”. Fue un año largo de conversación generativa de más de un centenar de personas de prestancia nacional, organizados en cinco temas macro. Como resultado de este proceso se publicó el libro “Repensar a Colombia. Hacia un nuevo contrato social”. Tuve el privilegio de hacer parte del tema de seguridad. Al final del libro se proponen políticas y acciones para un pacto colectivo (acuerdo nacional), y una agenda para el cambio concertado, estructurado, efectivo y no traumático. Lo allí expuesto en buena parte aún tiene vigencia, y mis subsiguientes comentarios apuntan en la misma dirección.

El punto de partida es comprender que la seguridad es un bien público fundamental, que va más allá de las capacidades de coacción e intimidación, con el propósito de obtener el crecimiento del capital social y la sana y justa convivencia.

Para lograrlo se requiere valorizar el actual concepto de seguridad, y ampliar su comprensión no solo en función del Estado, sino también enfocada hacia la sociedad y las personas. En consecuencia, las Fuerzas Militares deben no solo encausar sus capacidades y esfuerzos a mantener el orden constitucional, la integridad territorial, el ejercicio de la autoridad para preservar la convivencia, sino también coadyuvar al logro de la preminencia de los intereses públicos, el pleno respeto de los derechos humanos, la vigencia de las justicias conmutativa y distributiva (en términos socráticos y aristotélicos), y la satisfacción de las necesidades básicas de la población vulnerable, con plena vigencia de los derechos políticos, económicos, sociales y culturales.

Las Fuerzas Militares deben pensar en cambios significativos, inspirados por el conocimiento, el compromiso con nuestra sociedad, su vocación patriótica, las nuevas realidades geopolíticas y las exigencias de la modernidad tecnológica.

Hay que puntualizar que el repensar roles y direccionamiento institucional, debe hacerse dentro del marco constitucional y fuera del actual ambiente tóxico y polarizante, dominado por las ideologías y los intereses politiqueros y electorales. Lo contrario sería también suicida.

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