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No parar (tantas) bolas

Marie Curie dijo que la felicidad consiste, precisamente, en saber qué ignorar, ¡y eso que no le tocaron la televisión, el internet y X!.

13 de octubre de 2024
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  • No parar (tantas) bolas

Por David Escobar Arango - david.escobar@comfama.com.co

Querido Gabriel,

“¿Cómo has durado tantos años en tu matrimonio?”, le preguntó a su abuela sabia. “Con el tiempo aprendí que hay cosas que hay que dejar pasar”, respondió. “Uno no puede pararle bolas a todo, se enloquece. Tampoco se puede estar hablando de cada cosa que pasa en la relación, sería desgastante”. ¿Conversamos sobre la maestría que solo llega con los años, de diferenciar qué relaciones debemos cultivar de las que nos restan valor, qué asuntos son dignos de nuestra atención y cuáles no, qué es ruido y qué es contenido relevante?

Discernir tiene una etimología relacionada con distinguir, cortar, separar. ¡Qué difícil se ha vuelto separar el grano de la paja en esta era, llamada de la información, en la que tanto abundan la mentira y la basura! ¿Cómo aprender a eliminar lo no esencial para decidir a qué red social, artículo o libro dedicar las horas, en qué noticia concentrarnos o cuál es la crítica que debemos escuchar con humildad? Elegir nuestras “dietas” de gente y contenidos es un superpoder en un entorno social e informacional tan congestionado. En medio de miles de posibles vínculos que no agregan valor e inundados de videos, fotos y textos de dudoso origen y calidad, esa capacidad de discernir se volverá un elemento fundamental para la salud mental.

Es necesario, primero, identificar a quiénes no prestar atención. Aunque la disciplina intelectual plantea no juzgar lo que oímos solo por su fuente, también es cierto que hay plataformas y personas que han hecho de la mentira un hábito, de la manipulación un estilo de vida y de la violencia verbal una fuente de ingresos o de votos. ¿Para qué desgastarnos con ellos? Pienso en unas líneas que me leyó mi amigo Saúl, muerto de risa, de una obra de teatro escrita por Valle-Inclán: “¿Quién me habla? ¿Sois voces del otro mundo? ¿Sois almas en pena, o sois hijos de puta?”. Hay gente a la que, 99 de cada 100 veces, no vale la pena entregarles nuestro tiempo y energía.

No se trata, en todo caso, de caer en extremismos o encerrarnos. No podemos dejar de ver noticias ni bloquear los chats o taparnos los oídos al resto del mundo. Es clave encontrar un punto medio, ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre. Pero, ¿cómo sabremos si se nos está yendo la mano al dilapidar nuestra atención? Tal vez se pasa la raya cuando la consecuencia de parar bolas a todo, de concentrarnos en asuntos tóxicos o irrelevantes que contaminan nuestro espíritu es que dejamos de dormir bien, trabajamos constantemente preocupados o descuidamos nuestras relaciones esenciales. “Nada que quite valor”, dice un buen amigo.

Marie Curie dijo que la felicidad consiste, precisamente, en saber qué ignorar, ¡y eso que no le tocaron la televisión, el internet ni X! Hagamos la tertulia y compartamos esos momentos estelares en los cuales hemos dicho que no y se ha sentido bien. Compartamos anécdotas de chats o llamadas intrascendentes que jamás respondimos, de agresiones sin reacción o clics que jamás hicimos aunque el titular atrajera poderosamente nuestra atención. Admiremos a quienes ciernen y disciernen, a aquellos que eligen con sabiduría en quién y en dónde poner su tiempo, mente, alma y cuerpo, quizás ellos sean los nuevos bienaventurados.

*Director de Comfama.

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