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La predictibilidad es una de las fuentes de la confianza. Lo volátil tiende a estallar y causar daño.
Por David Escobar Arango - david.escobar@comfama.com.co
Querido Gabriel,
Tengo un amigo confiable, en cuyas manos pondría mi vida y la de mis seres queridos. Confío en él, no porque sea perfecto, sino porque es predecible. ¿Conoces la palabra inglesa dependable, cuya etimología latina pendēre significa colgar? Pues yo podría colgar sobre un precipicio, agarrado de su mano, literal o metafóricamente, y sé que jamás me dejaría caer. Si me dicen que es un criminal o una mala persona, sabré que es una calumnia. Lo sabré, diferente a decir que lo pensaré o lo supondré.
En él confío porque conozco hacia dónde va, las luces y sombras guían sus pasos y las causas que persigue. ¿No es maravilloso poder contar con personas así? ¿Conversamos sobre la necesidad de amigos, familiares, colegas, jefes y líderes políticos predecibles? Ser predecible no es lo mismo que permanecer iguales o estar estancados. Las personas predecibles no se niegan al progreso, saben que la evolución es la ley de la existencia.
La vida con gente predecible es infinitamente más tranquila. Cuando son buenas personas, además, calientan el alma con su sola presencia. La predictibilidad es una de las fuentes de la confianza. Lo volátil tiende a estallar y causar daño. Ni en las relaciones humanas ni en los negocios queremos estar rodeados de personas inconstantes. Amar a alguien predecible nos ahorra la odiosa repetición de la pregunta: “¿Aún me quieres...?”.
Muchos creen que predecible y rutinaria no son los mejores calificativos para una relación. Pero los ciclos confiables de los días, las semanas y las estaciones, y los rituales de pareja y de familia, nutren los amores que perduran. Recuerda a El Principito: “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz... sabré a qué hora preparar mi corazón”. La buena vida necesita de algunas pocas y sólidas certezas.
Las organizaciones funcionan mejor cuando las dirigen personas predecibles. Innovar y mutar con los tiempos, las tecnologías y los mercados no está en contra de la predictibilidad que genera seguridad sicológica y salud mental en los equipos. Con las empresas predecibles, además, uno puede planear proyectos, firmar contratos y hacer alianzas.
La gente predecible construye confianza empresarial y tejido social. “En Latinoamérica necesitamos más líderes predecibles”, afirma Luis Alberto Moreno, expresidente del BID. Los políticos predecibles, sea cual sea su ideología, son esenciales. Un Estado es confiable cuando nos señala a cada uno lo que la sociedad espera de nosotros y lo que podemos esperar de ella. La predictibilidad de las instituciones permite relaciones sociales fluidas, construye paz y facilita el desarrollo económico.
Un empresario, por ejemplo, invierte cuando encuentra seguridad en impuestos, normas y cumplimiento de contratos. La predictibilidad de las normas sociales, las leyes y la Constitución fortalece el ejercicio ciudadano. Los líderes predecibles, no sobra decir que la decencia es indispensable, nos contienen y orientan, son fáciles de seguir porque conocemos de antemano sus ideas, sus valores y el destino que nos proponen.
Hagamos una tertulia con gente predecible, que inspire tranquilidad, gente sin la cual nuestra vida sería una montaña rusa sin cinturón de seguridad. Aprendamos que el miedo y la desconfianza se alimentan de la incertidumbre. Conversemos con personas cuya voz calmada, valores conocidos, pasos firmes y pretensiones claras nos acompañan, sin afán, pero sin pausa, hacia el porvenir.
* Director de Comfama.