Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Medellín ha sido construida por campesinos migrantes que llegaron, muchas veces, con un costal adelante y otro atrás, pero con el empeño de criar su extensa familia. Así miremos por encima del hombro a los campesinos y utilicemos el montañero como adjetivo despectivo, todos tenemos familia campesina. Ahora medimos el tiempo en IPhone, los abuelos lo median en tabacos. Medellín es un pueblo grande.
Me encanta el verbo “puebliar”. Infinitivo que significa arrancar para un pueblo y sentarse en el parque a tomar perico con buñuelo, (ojo, perico es un café con leche tamaño bonsái, no aquel polvo maldito). Cuando estoy en un pueblo me relaja sentir el aroma a tierra fresca, a boñiga, a bahareque, a fruta, al néctar de las flores mezclado con el murmullo de voces lugareñas que deambulan por la plaza.
La vida en los pueblos, además de barata, es tranquila. He ahí la paradoja, mientras muchos de nosotros vamos a buscar fortuna en otros países, los extranjeros están comprando tierras para venirse a vivir acá. En Guatapé, nuestro “guatapulco”, los lugareños son extranjeros, muchos habitantes vendieron y solo quedan unos pocos acompañados de los que todavía trabajan en el turismo.
Colombia tiene 1.104 municipios, Antioquia tiene 125. Conozco casi setenta y puedo afirmar que todos tienen su magia. Algunos tienen una situación de violencia fuerte, otros solo la fama, pero la mayoría se pueden visitar.
Si le gusta la arquitectura puede disfrutar de los espléndidos zócalos, los balcones, las iglesias románicas o góticas con sus rosetones que en la tarde permiten ver la luz como un rayo divino. Puede aprender la fabricación de losa en El Carmen de Viboral, o los bolsos del Retiro o Jericó. Tenemos Oro, plátano, café, flores, y hasta más.
Hablemos de los paisajes. Los farallones de La Pintada que parecen dos senos fértiles, el valle del Penderisco en Urrao y el cerro de tusa en Venecia; los cañones del río Cauca que hacen ver esas montañas poderosas. ¿Quiere nadar? nos vemos en Río claro. Todos los pueblos de Antioquia tienen un río y un charco. Eso no lo tiene todo el mundo. Sueñan en Miami con una cascada como El salto del Buey en La Ceja.
Si no conocemos nuestra tierra la perderemos. El nudo del paramillo en Ituango, las trucheras de Jardín, el tigre de Amalfi, la estación de Cisneros, las flores del oriente, el puente de occidente en Santa fe de Antioquia, el volcán de lodo en Arboletes; La ruta lechera para comerse un agua panela caliente con quesito, o la vuelta a oriente y probar los postres de San Antonio de Pereira. ¡Ya me dio hambre!
La lista de parches, viajes, aprendizajes y lugares que tiene nuestra tierra es infinita, sí, infinita. He viajado por el mundo, pero me emociona mucho más mi tierra. Los invito a un recorrido por la identidad, por la historia, a conocer de dónde venimos, porque cuando uno sabe de dónde viene tiene más claro para donde va.
