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Decido votar por un alcalde que no renuncie. Un alcalde que no mienta. Un alcalde que dé la cara. Un alcalde que escuche. Un alcalde bien rodeado. Un alcalde que genere confianza. Un alcalde en el que podamos creer.
Por Sofía Gil Sánchez - @sofiagilsanchez
Con fortaleza superamos un período oscuro. Cuatro años de odio, divisiones y corrupción. Días llenos de incertidumbre, miedo, engaño y decepción. Las conversaciones entre vecinos se transformaron: antes, al hablar de lo público, poníamos sobre la mesa temas como el modelo de ciudad, las obras de la alcaldía, las prioridades de la administración y podíamos estar en desacuerdo con algunos proyectos, pero no preocuparnos porque la inversión no se estaba realizando. Nunca cuestionábamos, con cada hueco que golpeaba el vehículo en el que nos movilizamos, la destinación de nuestros impuestos; no imaginábamos que alguien se atrevería a jugar con la alimentación de nuestros niños; no dudábamos de las transferencias de EPM; y, mucho menos, nos veíamos en la obligación de responder que todo, incluyendo nuestra confianza, se lo habían robado.
Medellín, no en vano, ha sido mundialmente reconocida por su resiliencia. Resurgimos después de la más cruda de las violencias y, aunque los rezagos de esas épocas donde la mafia permeó la estética y la ética aún permanecen, es posible afirmar que salimos adelante. Después de denunciar el secuestro de nuestra ciudad a manos de la corrupción, decido depositar mi esperanza en el hecho de que hemos superado cosas peores. Del nepotismo, división y desengaño saldremos juntos. El domingo comenzamos a hacerlo.
Votaré con la seguridad de que reconstruir la ciudad de la que estuvimos orgullosos es posible. Votaré con confianza porque he visto, de primera mano, la mirada de la gente cuando mi candidato se acerca. Una mirada que revela tranquilidad, serenidad y certeza. Votaré con confianza por toda la alegría que me ha brindado la sonrisa que se refleja en el rostro de los ciudadanos cuando él les dice “hola, ¿cómo estás?”. Votaré con confianza porque en la calle nos encontramos con jóvenes que le preguntan “¿se acuerda de mí? Soy del Programa Parceros, ya no estoy en las estructuras criminales”. Y él da la mano, mira a los ojos, escucha con atención cada problema y se queda pensando en cómo resolverlo, en soñar con ellos y aportar a que vivan mejor.
Creo, más allá del político, en el ser humano que no necesita editar sus videos porque la gente lo abraza y lo quiere de verdad. Creo en la persona que siempre tiene tiempo para hablar con sus hijos sin importar la hora o el suceso del día. Creo en líder que hace reír a su equipo y que habla con serenidad aun en los momentos más duros. Creo en la política bien hecha, que se basa en la transparencia, el servicio, la cultura ciudadana y el bien colectivo.
Decido votar por un alcalde que no renuncie. Un alcalde que no mienta. Un alcalde que dé la cara. Un alcalde que escuche. Un alcalde bien rodeado. Un alcalde que genere confianza. Un alcalde en el que podamos creer.
Estamos a un tarjetón de distancia de la posibilidad de construir sobre lo destruido, de dejar atrás el imperio de la deshonestidad, de volver a creer en la gente, de cambiar el odio por el respeto, de olvidar la búsqueda de políticos redentores para depositar la confianza en un líder con amor por su ciudad, de sentirnos orgullosos de Medellín, de que la confianza derrote el miedo. Fico, contás conmigo.
Nota: La autora de esta columna perteneció al comité programático de la campaña de Federico Gutiérrez para la construcción de su Programa de Gobierno.