Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Para el inicio del tercer milenio, un país con poco más de 500.000 nacionales ya contaba con una población china trabajadora de más de 15.000 individuos. Ella no ha parado de crecer.
Por Beatriz de Majo - beatrizdemajo@gmail.com
China se encuentra en las antípodas de Guyana. Pekín y Georgetown están separados por 12 horas de desfase horario. Pero hace más dos décadas que China ha estado sumergida activamente en el desarrollo de este pequeñísimo país con frente caribeño.
Ya desde 2013 el gobierno de Pekín había aupado la inversión con recursos chinos en un proyecto de planta hidroeléctrica que no llegó a ver la luz. A la llegada del Partido Progresista del Pueblo a la escena política en 2020 despegó, con nuevo brío, el involucramiento de China en grandes obras de infraestructura – puertos, puentes y carreteras - orientadas a mejorar las comunicaciones dentro una región en la que ya se avizoraba una bonanza petrolera de gran calibre. Cobró sentido desempolvar el fallido proyecto de la hidroeléctrica de Amalia Falls por China Railway Group.
Mientras el mundo aún miraba con indiferencia esta región caribeña, Pekín, desde el siglo pasado, no había estado ausente del interior del país. Allí habían arrancado cuantiosos proyectos en el área de desarrollo forestal y del azúcar, la explotación de bauxita, la fibra óptica y telecomunicaciones. Los asiáticos se hacían presentes con inversiones gigantescas, públicas y privadas, incluso en los sectores de salud y educación, y comenzaban a prepararse para el glorioso devenir económico que les esperaba a los guyaneses. Se estima que cerca de 1.500 millones de dólares de recursos le dedicaron a ello.
Al país comenzaron a llegar importantes contingentes de mano de obra y técnicos chinos al tiempo que algunas poblaciones se animaron a promover barrios enteros, albergues y hoteles para alojar a sus contrapartes. Para el inicio del tercer milenio, un país con poco más de 500.000 nacionales ya contaba con una población china trabajadora de más de 15.000 individuos. Ella no ha parado de crecer.
Para nadie es un secreto que dadas las reservas de hidrocarburos encontradas en su subsuelo -13,6 billones de barriles - Guyana se ha convertido en un polo de atracción para inversionistas de todas latitudes. Los asiáticos estaban mejor preparados que otros para ello. Hoy China juega en primera línea como asociada, en una cuarta parte, a través de CNOOC con el consorcio Exxon- Mobil, en el cual la estadounidense Chevron igualmente dispone de un elevado porcentaje. Para el año 2027 se espera que la capacidad extractiva de solo el Stabroek Block habrá sido llevada a 1,2 millones de barriles diarios.
Vale la pena destacar que la convivencia de inversiones norteamericanas y chinas - Huawei es otra de las grandes- en un territorio tan pequeño es notoria. Las empresas estos dos titanes que compiten por la primacía económica mundial han sido invitadas a participar en la asignación de 14 nuevos desarrollos petrolíferos y gasíferos en su subsuelo y en todas las actividades conexas.
Lo anterior es apenas un extracto pequeñísimo de lo mucho que Pekín le ha estado apostando a Georgetown. En lo institucional también, el entrelazamiento de Guyana y China es grande: los dos gobiernos mantienen un Grupo de Trabajo Permanente para Asuntos Económicos y de Inversiones. Y China ha ido tan lejos como para promover la presencia de Guyana como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas entre 2024 y 2025.
Aún queda mucha más tela para cortar en una nación cuyo PIB crecerá 25%, año a año, hasta 2026. El Presidente Mohamed Irfaan Ali acaba de afirmar que los chinos no solo contribuyen al desarrollo guyanés: “son parte de nuestra herencia cultural”.