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Recientemente, tuve el honor de recibir una invitación por parte del equipo de Proantioquia, quienes me confiaron la tarea de llevar a cabo la sesión de clausura de la III Cohorte de Liderario. Este programa no formal de educación ejecutiva tiene como fin fomentar espacios de diálogo y reflexión en torno a los desafíos que enfrenta nuestra ciudad y región.
Fui consciente de la responsabilidad que se me otorgaba y, con gran entusiasmo por el tema de la comunicación asertiva, comencé a crear un ambiente que, aunque pudiera resultar incómodo, nos invitara a trabajar en equipo para pensar y desarrollar maneras de comunicarnos que fomenten la unión, construyan puentes y reduzcan la polarización que tan agotadora resulta.
La comunicación asertiva es una habilidad crucial de interacción social, nos permite expresar pensamientos y sentimientos de manera clara y respetuosa sin ser agresivos o pasivos. La base de la asertividad es el respeto, que debe comenzar con la claridad sobre lo que motiva nuestra comunicación: nuestras opiniones, las cuales están ligadas a nuestro propósito superior.
Por lo tanto, para lograr una comunicación verdaderamente asertiva, lo primero que debemos hacer es tener claro nuestro propósito superior. De lo contrario, podríamos estar hablando de manera educada, pero no necesariamente de manera asertiva. De aquí que la comunicación asertiva vaya más allá de lo que decimos y cómo lo decimos para encontrar su asiente en por qué lo estamos diciendo.
Con un propósito superior definido, los líderes pueden expresar sus pensamientos y expectativas con claridad y consistencia, responder sabiamente a críticas y tender puentes para fomentar un entorno laboral de confianza y cooperación. La toma de decisiones se vuelve más sencilla y efectiva cuando los líderes tienen un propósito superior.
Este propósito actúa como una brújula, guiando a los líderes en la dirección correcta y ayudándolos a evaluar las opciones disponibles. El propósito permite a los líderes tomar decisiones audaces y alineadas con su visión a largo plazo, en otras palabras, les ayuda a no engancharse en argumentos fútiles y que no sumen a su objetivo final. Entender y aprehender un propósito superior implica internalizarlo y vivirlo en cada acción y decisión.
Cuando los líderes tienen un propósito claro, pueden comunicarlo con pasión y convicción, desde el respeto, lo que facilita la alineación y el compromiso del equipo. Como dijo Mahatma Gandhi, “La felicidad es cuando lo que piensas, lo que dices y lo que haces están en armonía”. Esta armonía es esencial para que a través de una comunicación asertiva efectiva logremos uno des escalamiento de la polarización.
Durante el taller en Liderario, me alegró ver metas que trascendían la situación actual, optando por dejar de lado los beneficios inmediatos con el fin de construir un futuro mejor. A final de cuentas, se necesita coraje para no capitalizar las oportunidades que surgen de los conflictos para prosperar a través de la división, especialmente cuando nuestra meta es fomentar la unidad y forjar comunidad.
