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Quise empacar tres libros, los tuve en mis manos y de repente una voz me dijo: ¿realmente crees que vas a leer tres libros en diez días? Empaqué mis dos ejemplares, segura de que, en todo caso, si terminaba con ellos, compraría un tercer libro en el lugar de mi destino.
Terminé el segundo libro cuando aún quedaban tiempo de leer en mi viaje y, como buena adicta a la lectura, inicié la búsqueda de una librería cercana para adquirir un nuevo libro. Después de buscar por un tiempo, entendí que la tarea que me había propuesto era imposible: no había una librería cercana a donde estaba y, en todo caso, la única que existía a casi dos horas de mi destino estaba cerrada. Mi única opción era comprar un libro en el aeropuerto para poder leer durante las tres horas de mi vuelo, pero la historia se repitió: ni un solo lugar donde vendieran un libro.
Mi esposo, a quien he llevado por librerías de todo el mundo, me sugirió comprar libros por internet y usar mi Kindle. Aunque su idea es sensata, me preocupa la falta de librerías cercanas y lo que esto dice sobre nuestra sociedad. Un estudio de la Cámara Colombiana del Libro muestra que el 72% de los colombianos participa en actividades de lectura. De estos, el 75% usa libros, el 34% redes sociales y el 38% páginas web. Parece que tener una librería en los aeropuertos sí es rentable pero conscientemente como sociedad estamos restringiendo cada vez mas el acceso a los libros.
Mi abuelo solía decirme que uno de los beneficios de la lectura es que, a través de los libros, se promueve el desarrollo del pensamiento crítico y se fomenta la expansión de la curiosidad intelectual, me explicaba que la falta de lectura afecta directamente nuestra capacidad de cuestionar lo que sucede a nuestro alrededor, lo que sin duda me permite concluir que la polarización que hoy vivimos y la propagación de noticias falsas es una consecuencia de no leer.
No leer nos dificulta cuestionar, analizar y entender el mundo, haciéndonos vulnerables a la manipulación y desinformación. Sin libros, nuestras opciones se reducen por algoritmos que solo nos muestran lo que ya creemos. Estos algoritmos buscan maximizar el tiempo de pantalla con contenido que confirma nuestras creencias, limitando nuestro acceso a información diversa y reforzando prejuicios. Esto reduce la empatía y comprensión cultural, creando barreras que separan comunidades y fomentan la intolerancia.
La falta de librerías en aeropuertos refleja una tendencia en nuestra sociedad y destaca la necesidad de promover la lectura en espacios públicos. La carencia de acceso a libros puede afectar nuestra capacidad de cuestionar, analizar y comprender el mundo. Es importante que como sociedad tomemos medidas para cambiar esta tendencia.
Para fomentar la lectura en aeropuertos y otros espacios públicos, se podrían implementar iniciativas como la creación de pequeñas librerías o puntos de intercambio de libros. Además, campañas de concienciación sobre la lectura y la colaboración con aerolíneas y empresas de transporte para ofrecer libros a bordo son estrategias posibles. Padres y educadores también tienen un papel importante al promover la curiosidad intelectual y el pensamiento crítico desde una edad temprana. Al hacer esto, mejoraremos el acceso a la lectura y ayudaremos a formar una sociedad más informada y empática. La lectura es clave para el desarrollo personal y colectivo, y debemos asegurar que todos puedan beneficiarse de ella.
