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Por Armando Estrada Villa - opinion@elcolombiano.com.co
El director general de la DIAN, Jairo Orlando Villabona, informó que, según serio estudio de la entidad, la evasión tributaria alcanza actualmente cerca de 100 billones de pesos. Comportamiento que pone de presente que un alto número de colombianos evaden el pago de los impuestos que tienen obligación de cancelar a la administración fiscal, mediante el ocultamiento de ingresos, la mentira, inexactitud y exageración de los gastos deducibles, la subestimación de los ingresos, la sobreestimación de los costos, en fin, el contrabando.
Según la DIAN, “La evasión tributaria o fiscal es la acción u omisión por medio de la cual el contribuyente oculta por cualquier forma, ante la administración tributaria, la obligación tributaria existente”, lo que implica el incumplimiento por parte de los evasores del mandato constitucional del numeral 9 del artículo 95 de la Constitución, que ordena al ciudadano y la persona “Contribuir al financiamiento de los gastos e inversiones del Estado dentro de los conceptos de justicia y equidad”.
Sobre las causas, Enrique Low Murtra y Jorge Gómez Ricardo, en su libro Teoría Fiscal, consideran que “Entre las causas de la existencia del alto grado de evasión se encuentran: inmoralidad, deficiencias en controles y administración, acciones punitivas débiles (...) además, se señala la presencia de expertos tributaristas, que asesoran a los grandes grupos económicos con el objeto de reducir su base tributaria”.
Empero, son las causas económicas el factor determinante de la evasión, pues predomina la ambición de maximizar la utilidad y aplicar el principio básico del sistema capitalista de procurar el mínimo costo con el máximo beneficio, por lo que se estima que los impuestos son un costo que debe tratar de rebajarse, como debe hacerse también con los costos de producción.
A las causas anteriores, pueden agregarse razones políticas ligadas al mal funcionamiento del Estado en cuanto a los servicios que presta, a las altas tasas impositivas que muchos alegan y a la impunidad y corrupción reinantes, y sociales porque nuestra baja cultura tributaria que lleva a la inmoralidad fiscal y a que se manifieste cierta aceptación social con su ejercicio o indiferencia ante el incumplimiento de las obligaciones tributarias de los contribuyentes, como se demuestra cuando en ciertos establecimientos comerciales y de servicios le preguntan al cliente si le expiden factura o no y si quiere la compra con IVA o sin IVA.
El monumental costo que tienen para el fisco la evasión de impuestos y el contrabando, demuestra la inmoralidad de muchos ejecutivos y profesionales, que insidiosamente eluden sus obligaciones fiscales, la lasitud de los dispositivos administrativos y de control, que son superados por la picardía de evasores y contrabandistas y la carencia de cultura fiscal que conduce a muchos directivos a ignorar el beneficio que tiene para el país el pagar los impuestos con respeto de las normas tributarias.
La evasión tributaria, como patente infracción de las normas que reglamentan los impuestos, se tipifica cuando el contribuyente de manera consciente, deliberada y voluntaria consigue evadir sus deberes tributarios y pagar menos impuestos de los que le corresponden, con enormes consecuencias dañinas para el fisco, pues reduce los ingresos del Estado destinados a cumplir sus obligaciones, afecta la prestación de los servicios públicos, disminuye los recursos destinados al desarrollo económico, perturba la política de redistribución del ingreso, desfinancia la ejecución de programas destinados al bienestar social como educación, salud, deporte o la asignación de subsidios para los más pobres.
De esta manera, debido a la evasión, el evasor gana más, el Estado tiene menos ingresos y la comunidad recibe menos servicios.