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Por Alejo Vargas Velásquez - vargasvelasquezalejo@gmail.com
Hemos escuchado muchas versiones acerca del Consejo de Ministros transmitido por los medios de comunicación, por decisión del Presidente Petro, incluidas parodias, memes, y por supuesto gran cantidad de ejercicios analíticos, desde los devotos del Gobierno, hasta los acérrimos opositores.
Voy a dar mi versión –desde esta columna de El Colombiano que me ha acogido respetuosamente por más de treinta años-. Empiezo diciendo que no he sido ni seguidor ferviente de este Gobierno, del cual como dicen en mi tierra, ‘no es santo de mi devoción’, pero tampoco soy un opositor de profesión, porque siempre he considerado que uno como analista público tiene la responsabilidad de reconocer lo que considera resultados destacables de un gobernante, o criticar lo que se considera no anda bien.
Para mi ese Consejo de Ministros me dejó dos grandes impresiones, la primera, que el Presidente valora mucho las relaciones de amistad –eso explicaría la defensa que hace del nombramiento de Armando Benedetti, especialmente cuando recuerda los apoyos desde su época de congresista del entonces congresista Benedetti y bueno en segundo lugar el de la Canciller Laura Saravia- y eso es algo importante y que valoro positivamente; de hecho fue lo que más le admiré a Horacio Serpa Uribe en su trayectoria política, la lealtad con sus amigos, aunque eso le hubiera costado la posibilidad de llegar a la Presidencia. El Presidente puede ser solidario con su amigo y mantenerlo en un cargo público, hasta cuando lo permita la presunción de inocencia.
La segunda impresión, la de transparencia del Gobierno, creo que tiene varias facetas. De acuerdo en que es importante que los ciudadanos sepan cómo funcionan esos espacios colectivos de toma de decisiones, pero eso también tiene y tuvo sus costos, por cuanto mostró un grupo de altos funcionarios relativamente descoordinados, evidenciando lo que mucho se le ha criticado a este Gobierno, la incapacidad de ejecutar las políticas públicas y donde pareciera que la visión que tiene el Presidente de su proyecto político no parece ser plenamente entendida y compartida por todos sus colaboradores. Y no es un tema de infiltrados de la oposición, sino entre funcionarios que provienen de tradiciones diversas de las izquierdas y que seguramente tienen sus propias visiones de lo que podría ser el proyecto del llamado ‘Gobierno del Cambio’. Ahí podría decirse que si bien el Presidente tiene claro para donde quisiera que fuera su Gobierno –lo que no significa que sea posible hacer realidad lo que él quisiera-, pero no ha podido lograr que su equipo de colaboradores más cercanos lo entienda y lo compartan.
Si bien, no creo que eso sea algo que se deba repetir todas las semanas, sí considero que es positivo que se haga de vez en cuando, que incluso permitiera que los distintos Ministros hicieran intervenciones acerca de su gestión más organizadas, porque ello daría elementos de información importante para el funcionamiento de la democracia, sin que fuera un tema completamente preparado, ‘libreteado’ dirían los especialistas de medios de comunicación, porque también refleja los vacíos y dificultades del día a día de la gestión pública.