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No hay duda en que el panorama político nacional se ha enrarecido y eso no es bueno ni para el actual Gobierno, ni para las fuerzas de oposición que actúen responsablemente, ni menos para los colombianos en general.
Si se hace un balance de la gestión del Gobierno del Pacto Histórico, encontramos deficiencias en parte de las tareas del ejecutivo que se reflejan en escasos niveles de ejecución de las políticas públicas –este gobierno se ha caracterizado por ser bueno haciendo propuestas, es decir lo discursivo, pero flojo en la implementación de las mismas-; políticas como la de ‘Paz Total’ con altibajos, pese al interés del equipo del Gobierno a su cargo –porque parte de la gestión de la misma depende de la manera como actúe la contraparte-; las reformas en su trámite en el Congreso ahí van, con las dificultades y riesgos de que luego sean demandadas y eventualmente declaradas inexequibles, algunas al parecer de especialistas por evidentes errores en el trámite congresional; esfuerzos en diseño de políticas, como lo fue la formulación del Plan de Desarrollo, que después no se valoran adecuadamente; ha habido presencia de corrupción en instancias del Estado –especialmente el caso UNGRD-, pero igualmente respuesta rápida para tratar de controlarla y evitarla y llevar a la justicia a sus responsables.
Pero igualmente realizaciones a destacar y esperemos que se incrementen en la mitad de gobierno que resta, como un discurso que reivindica a los sectores históricamente excluidos y marginalizados, que igualmente coloca temas prioritarios en la agenda contemporánea relacionados especialmente con el cambio climático; la construcción de establecimientos escolares –con las mejores condiciones posibles- en zonas marginales del país, donde pueden acceder esos sectores; un esfuerzo por avanzar en la política agraria y especialmente en lo relativo a la redistribución de la tierra; mantener una política de interdicción en la lucha contra el narcotráfico, especialmente por parte de la Armada Nacional y la Policía, pero sin una política clara frente a los cultivos de uso ilícito.
Y no estoy siendo ingenuo al desconocer que seguramente hay sectores, pero minoritarios, aunque algunos poderosos, que pretenderían que el Presidente Petro no terminara su período, pero estoy seguro que la amplia mayoría de los colombianos, incluida la mayoría de la oposición y quienes tienen grandes diferencias con su estilo de gobierno, que defienden el derecho que le da el mandato constitucional que tiene de terminar el 7 de agosto del 2026. Y que además desean que ojalá le vaya bien, no solo por el beneficio que puedan recibir sectores excluidos, sino porque igualmente es importante que un gobierno de centro-izquierda pueda mostrar realizaciones tangibles, no solo discursos.
Por ello comparto plenamente la insistencia del Senador Iván Cepeda de recalcar la necesidad del Acuerdo Nacional y ojalá dirigentes sensatos de los diversos partidos políticos, tanto de la coalición de gobierno, como independientes y de la oposición, apoyen esta iniciativa y logren materializarla, así como creo lo hacen gestiones como las adelantadas por la directora del DAPRE con sectores empresariales. Por mi parte considero que debemos sumarnos todos los que estamos por fortalecer la democracia en nuestro país.
