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Siempre he considerado que los diálogos regionales son convenientes y necesarios, pero de ninguna manera como sustituto a conversaciones nacionales.
Por Alejo Vargas Velásquez - vargasvelasquezalejo@gmail.com
La semana anterior entró en crisis la Mesa de Diálogo entre el Gobierno y el ELN por un hecho que tiene diversas aristas o interpretaciones: los diálogos regionales y su relación con la paz territorial.
Evidentemente y desde hace muchos años en Colombia ha habido controversia acerca de la bondad o inconveniencia de los diálogos regionales y los diversos gobiernos y los diferentes procesos de paz han tenido al respecto posiciones diversas. Personalmente siempre he considerado que los diálogos regionales son convenientes y necesarios, pero de ninguna manera como sustituto a conversaciones nacionales, porque se trata en el conflicto armado colombiano de actores nacionales y por consiguiente se debe llegar a acuerdos de tipo nacional. Otra cosa es si se trata de disidencias o grupos regionales o remanentes de grupos insurgentes que quieren llegar a algún tipo de acuerdo para su desmovilización y reinserción. Pero eso debería precisarse previamente, porque si no sería una situación no sólo desordenada sino caótica.
En el caso que nos ocupa, una primera arista de mirar el problema es que hay diferencias al interior del ELN entre su dirigencia nacional y la agrupación regional que opera en el departamento de Nariño. Si ese fuere el caso, evidentemente se debería proceder por parte de esa organización insurgente a resolver esa controversia interna y si ese grupo se transforma en una disidencia —ya han existido en el pasado—, pues ellos previa a esa definición y quizá cambio de su denominación, tienen el derecho a tomar el camino que a bien tengan. La segunda arista posible es que podría tratarse de una política del gobierno, eventualmente con utilización de un gobernante territorial, para estimular divisiones en esta insurgencia y esto por supuesto requeriría otro tipo de análisis.
Ahora bien, lo deseable sería que de manera organizada y bajo la dirección de la Mesa de Diálogo se definiera una serie de diálogos regionales, donde participen las autoridades territoriales –gobernadores y alcaldes- y representantes de los frentes del ELN, que tengan presencia en dichos territorios, además de las organizaciones de la sociedad regional, como forma de abordar los problemas y desafíos que la terminación del conflicto y la construcción de paz tienen en cada espacio territorial. Es la cuota inicial para avanzar hacia la paz territorial, dentro de un esquema coordinado nacional. No hay duda de que un componente fundamental y necesario de la participación de la sociedad pueden ser estos diálogos regionales.
Por otro lado, sería igualmente importante que en este lapso de pausa, en el que al parecer entra la Mesa de Diálogos, la insurgencia del ELN, además de aclarar sus diferencias internas, si es que existen, aprovechara esa pausa para realizar su VI Congreso, como instancia máxima de toma de decisiones, según ellos lo han denominado, para que hagan sus debates y análisis, refresquen o renueven el mandato de sus instancias de dirección y definan los alcances del actual proceso de conversaciones con el Gobierno Petro, lo cual sería de gran ayuda para el avance de dicho proceso para buscar la terminación del conflicto armado.