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Por Aldo Civico - @acivico
La semana pasada, Colombia celebró el triunfo de Cristian Camilo Durán Durán y María Fernanda Romero Ossa en la Oaxaca Paramount Cup, una de las competencias internacionales más prestigiosas de salsa y bachata. Subieron al podio en la categoría de salsa cabaret (es decir, salsa acrobática) brillando con una potencia artística que conmovió a jurados y espectadores por igual. Pero lo que verdaderamente me impactó no fue la medalla. Fue su manera de ser.
Durante unas semanas observé de cerca su preparación en una pequeña sala de El Balcón de los Artistas, en el barrio Manrique Oriental. Allí, sin reflectores ni aplausos, Cristian y María Fernanda daban forma a su visión. Día tras día, repetían una y otra vez la misma secuencia, enfrentando el calor, el dolor, el cansancio. No desde la obligación, sino desde una elección. No desde el ego, sino desde un compromiso más grande que ellos mismos. Vi en ellos algo que rara vez se ve con tanta claridad: alto rendimiento auténtico, no como una meta externa, sino como una forma de ser. No bailaban para ganar, bailaban porque habían elegido ser campeones antes de salir a escena. Esa es la diferencia entre actuar desde el esfuerzo y crear desde el ser. Le repetía en estos días a ellos, “entregarse a su grandeza, y dejen de luchar por ella”.
El alto rendimiento, como lo entiendo hoy, no es hacer más. Es ser más. Es vivir alineado con una visión, actuar desde la integridad con esa visión, y sostenerse en ella incluso cuando no hay garantías. Y eso fue lo que vi en cada movimiento de Cristian y María Fernanda: una integridad radical entre lo que soñaban, lo que decían y lo que hacían. Por qué no es el talento. No es la suerte. No es el entorno. Es el ser. El ser lo cambia todo.
MarianFernanda y Cristian no nacieron con privilegios. Nacieron con decisión. En un entorno marcado por dificultades sociales, eligieron no rendirse a las circunstancias. En vez de hacer del miedo una excusa, hicieron de él un trampolín. Eligieron ser posibilidad.
El Balcón de los Artistas, fundado hace 33 años por la incansable Martha Álvarez, ha sido más que una escuela: ha sido un espacio donde los jóvenes aprenden a verse a sí mismos no como víctimas de su entorno, sino como autores de su destino. Es allí donde se siembra, día tras día, esa semilla silenciosa del alto rendimiento verdadero: el que nace del ser. Cristian y María Fernanda no solo ganaron una competencia. Ganaron la batalla diaria contra la duda, la resignación y el ruido del mundo. Nos recordaron que el verdadero campeonato no se libra en el escenario, sino en el interior de cada uno. Porque en última instancia, alto rendimiento es esto: elegir ser grande, incluso cuando nadie te está mirando. Y esa grandeza, cuando se expresa en arte, se vuelve inolvidable.