Críticas y aplausos ha despertado la publicación del borrador del Decreto que busca promover la operación de trenes de cercanías en Colombia. El malestar de algunos sectores se centra en que el Gobierno exime a ciertos proyectos ferroviarios de contar con licencia ambiental y eso repercutiría en graves riesgos. Otros celebran porque la tramitología en algunas ocasiones frena los proyectos.
La noticia fue anunciada por la ministra de Ambiente, Susana Muhamad. Se salvarían del requisito de licencia proyectos que cuenten con estas características: que se realicen en corredores existentes, se integren a sistemas de transporte masivo y si son proyectos interurbanos que operen con sistemas eléctricos o de cero emisiones. En ese sentido, se podrían beneficiar: el futuro Regiotram, el Tren del Río (en el Valle de Aburrá) y el Tren del Valle.
Esto cae como anillo al dedo al Regiotram de Occidente en Cundinamarca, proyecto ferroviario que conectará a Facatativá con Bogotá. En su momento la Anla comunicó que el estudio ambiental de soporte no contó con la información necesaria y fue archivado.
Este caso da luces sobre el impacto ambiental que puede ocasionar un proyecto de esta magnitud. Esto teniendo en cuenta que la Anla consideró que habían falencias estructurales en la descripción del proyecto, que incluían imprecisiones en la identificación de intersecciones viales y falta de análisis del componente hidrológico. Incluso sostuvo que había desconocimiento del impacto ambiental generado por puentes férreos de los cuales cuatro atraviesan ríos. Lo cierto es que la Gobernación de Cundinamarca celebró que el borrador de decreto que reviviría esta obra.
Otro beneficiado es el Tren del Río, proyecto del Ferrocarril de Antioquia. De hecho, Marcela Holguín, gerente de la entidad, destacó que el mayor beneficio será el ahorro en los trámites y costos que suponen dichos permisos.
Sin embargo, destacó que la iniciativa del Gobierno no es suficiente para reactivar la red férrea colombiana, pues considera que la forma de hacerlo es con los trenes diésel - eléctricos que operan de manera autónoma. “Colombia todavía está lejos de poder operar trenes a base de hidrógeno o electromagnéticos, por lo caros que resultan”, señaló.
¿Una irresponsabilidad?
Hay voces que advierten que tratar de ahorrarse tiempo y plata saltándose el licenciamiento podría salirle muy caro al país.
¿Pero realmente qué tan riesgoso es?, Yolima Vargas, una bióloga y analista en temas ambientales en Latinoamérica, dijo que no se puede prescindir de los estudios porque los trenes traen impactos de sonido para las personas que residen cerca.
“Es un falso dilema el hecho de que por tratarse de energías renovables que disminuyen las emisiones, entonces no se requiera del estudio ambiental. No está bien porque el desarrollo sostenible al cual se suscribe la Constitución de Colombia a partir de los noventa, dice que se requieren los correctos estudios ambientales para poder encontrar cuáles son los impactos y mitigarlos a tiempo o, incluso, si el proyecto es muy lesivo no hacerlo”. Por esa razón, Vargas considera que es irresponsable no hacer los estudios porque cuando se amenaza al medioambiente y a la diversidad, también se está perjudicando a las personas que dependen de la naturaleza.
Sostuvo que existen otras formas de agilizar los proyectos como fortalecer la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (Anla) con más ingenieros y mejores condiciones.
“Del afán no queda sino el cansancio, porque si esos proyectos se llegan a hacer sin licencia ambiental pueden generar conflictos ambientales que luego tardan décadas en solucionarse”, sentenció la bióloga.
Otra cosa piensa Maximiliano Tovar, presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros Ferroviarios. El líder gremial indicó que los corredores ferroviarios tienen más de 100 años de haber sido construidos y necesitan mantenimiento, pero no permisos ambientales, pues los gestionaron cuando fueron construidos en su momento.
“Hacer el licenciamiento sería volver a lo mismo y no tiene sentido, además la ley 76 de 1920 dice que en lo corredores no se pueden construir nada a su alrededor, por lo que no debería haber gente cerca”, sentenció.
Lo cierto es que pese a esa norma, sí hay invasiones de estos caminos y sus moradores deben ser reubicados.
Esta es una decisión del Gobierno que tiene sus bemoles, por un lado el Ejecutivo le apuesta con toda a los proyectos férreos que son una de sus grandes banderas, pero por otra olvida el cuidado del medio ambiente y la salud de las personas que promete proteger.
De momento, el Gobierno deberá recolectar las observaciones que se den al respecto y considerar cuáles aplicará. Aunque existe la posibilidad de que siga adelante con la iniciativa sin tomar en cuenta los comentarios adversos.
La ilusión sigue con el Tren del Río
El Tren del Río podría ser una de las obras que más ilusión despierta entre los habitantes del Valle de Aburrá, pues es un proyecto que permitirá ampliar las capacidades que actualmente tiene el Metro de Medellín para mover pasajeros de norte a sur y viceversa. Sin embargo, por múltiples circunstancias, los tiempos para hacerlo real se han ido prolongando. A finales del año pasado, el Ministerio de Transporte actualizó los requisitos para cofinanciar este tipo de iniciativas y los entes que ya tenían proyectos en curso deben volverlos a radicar. De acuerdo con los cálculos preliminares de la Promotora Ferrocarril de Antioquia, dicho trabajo podría tardar por lo menos 17 meses. Se estudian dos escenarios para sacar la obra adelante: uno es acogerse a la Ley de Metros que, de contar con visto bueno de la Nación, pondría el 70% de los recursos. El otro es buscar un fondeo mixto con inversión privada e instrumentos como vigencias futuras.