Para el concierto de Bad Bunny en el estadio Atanasio Girardot faltan 288 días. Sin embargo, ya se estima que este evento podría dejar para la ciudad 8 millones de dólares en derrama económica, según el informe del Observatorio Turístico de Medellín. Es decir, sería 1 millón de dólares más de ganancias que lo que dejó el Bichota Tour, de Karol G, el pasado 4 y 5 de diciembre de 2021.
También se pronostica que el espectáculo del puertorriqueño generaría en la capital antioqueña una ocupación hotelera superior al 90% y que posiblemente llegarán 9.000 visitantes nacionales e internacionales. A raíz de todo esto, surgen los siguientes interrogantes: ¿Por qué los empresarios están escogiendo a Medellín para realizar grandes conciertos? ¿De verdad es una ciudad rentable para producir conciertos de este nivel?
Para Édgar Berrío, empresario y promotor de eventos, Medellín tiene dos características importantes que la vienen convirtiendo en epicentro de grandes espectáculos: el carisma de la gente y el clima. Estos dos aspectos, incluso, son de los que más llaman la atención de los extranjeros.
A esto se suma que es la única ciudad de Colombia que cuenta con un amplío sistema de transporte (metro, metroplús, metrocables, tranvía) que de alguna manera la convierten en un atractivo destino turístico. Otros puntos a favor son la amplía oferta hotelera que se acomoda a todos los presupuestos. Y la parte gastronómica, hay restaurantes que tienen en sus cartas distintas opciones locales e internacionales.
“El paisa es una persona muy folclórica y demasiado rumbera, aquí la gente no se acostumbró a esperar las fiestas de la ciudad donde llevan a los grandes artistas y se disfrutan de manera gratuita, en Medellín no hay una cultura de regalar los conciertos, la gente paga la boleta”, señala Berrío.
Por su parte, Ricardo Peláez, presidente de la empresa D’Group que ha organizado conciertos de artistas como J Balvin, destaca un factor más: el reconocimiento de la industria del entretenimiento.
“La ciudad viene mejorando la demanda local y la demanda de la población flotante (visitantes), lo que permite un mayor recaudo, reduciendo el riesgo percibido por los empresarios”, manifiesta.
El empresario pone sobre la mesa un punto crítico. Dice que realizar estos grandes eventos no es fácil, debido a los impuestos tan caros que deben pagarse. “Existe una carga tributaria que aumenta de forma desproporcionada”, señala.
Y agrega: “Con la adecuada tributación el empresario podría asumir más riesgos y generar más eventos, lógica que dinamiza todo el ecosistema (hoteles, tiquetes, restaurantes, eventos, moda) e incluso podría terminar tributando indirectamente al activar las diferentes unidades de negocio que se desprenden de un evento de ciudad”, dice Peláez.
Por otro lado, Berrío pone en consideración las locaciones con las que cuenta actualmente Medellín para la realización de conciertos. “Son pequeñas, medianas o gigantes, no hay uno intermedio, entonces de alguna manera nos limitamos y debido a esto los costos son muy elevados”.
Y es que alquilar el centro de espectáculos La Macarena para este tipo de eventos, por ejemplo, vale 80 millones de pesos, aproximadamente.