Un helipuerto y dos grandes estructuras irrumpen en las montañas de El Retiro, es la apuesta de empresarios paisas y cucuteños que decidieron incrustar restaurantes de lujo en lugares apartados, allí donde nadie creería que podrían llegar los comensales.
“Cuando empezamos con esta idea, todos los proveedores nos decían que estábamos locos, que cómo íbamos a meternos en semejante inversión en el monte”, recuerda Andrés Sanabria, socio de Grupo K, y gerente del restaurante Bulgatta.
Y ahora sus restaurantes tienen una alta demanda e incluso dos o tres veces por semana se ve algún helicóptero llevando comensales, para hacer la experiencia mucho más lujosa.
Bulgatta y Martín Mulatto son los primeros restaurantes que tienen en Antioquia, pero el Grupo K tiene otros seis en Santander y uno más en Cartagena. Todos con propuestas gastronómicas y de diseño diferentes.
Su objetivo no es ser un restaurante de paso, sino un lugar de destino, que las parejas, las familias o los grupos de amigos planeen irse de paseo al restaurante, disfrutar de buena comida, música, y el majestuoso paisaje que hay al rededor.
Bulgatta, por ejemplo, ofrece gastronomía italiana y, según cuenta Sanabria, los platos son tan ricos que los comensales terminan compartiendo de un plato a otro, por eso optaron por ofrecer un menú degustación que permite disfrutar de siete platos y tres vinos, incluyendo postre, al mejor estilo de los restaurantes con estrellas Michellín.
“¿No le ha ocurrido que cuando llega el plato del vecino usted se da cuenta de que era eso lo que quería realmente?, pues con el menú degustación se soluciona esta situación”, asegura Sanabria.
Desde el origen
Todo empezó en Cúcuta, donde hace 9 años había muy poca oferta gastronómica, y de la que se creía que sus habitantes no tenían la capacidad adquisitiva para ir a un restaurante de alto nivel.
Entonces, todo parecía en contra de esa idea revolucionaria: existían muy pocos proveedores de calidad de insumos básicos para la industria restaurantera como licores, carnes o mariscos; la cultura gastronómica era muy baja y, además, había muy pocas personas capacitadas para atención al cliente y otros cargos importantes para que un restaurante triunfe.
Pero algunos factores externos empezaban a mostrarles señales de un mercado que necesitaba este tipo de espacios: negociaciones de paz, encuentros de ministros y otros dirigentes políticos se congregaban en Cúcuta. Así que este grupo de socios y amigos decidió invertir en un estudio de mercado para evaluar si era o no viable construir un restaurante en las afueras de la ciudad, en la zona rural.
El estudio les dijo que avanzaran. Comenzaron con Inka, un restaurante peruano que como los siguientes tendría un sello de estética, calidad y atención. El boom fue inmediato. Su negocio comenzó a impactar la economía de la región. Generaron empleos, atrajeron proveedores, beneficiaron a la ciudad entera y su desarrollo económico y social.
Desde entonces han sido 9 años de invertir y reinvertir, los siete restaurantes han sido financiados con recursos propios, nada de créditos ni inversionistas externos: “Con lo que daba el primer restaurante hicimos el segundo, con lo del primero y el segundo, el tercero”, cuenta Sanabria, y así van, ampliando sus inversiones por el país.
No les gusta hablar de números, pero sí de vidas cambiadas, pues se han dedicado a formar a su personal de una manera tan profunda que algunos que una vez entraron de meseros ahora son administradores. “Queremos que los empleados vean estos restaurantes como empresas en las que pueden crecer, con la que pueden darles seguridad a sus familias”, dice Sanabria.
De hecho, aunque Grupo K está dedicado a la comida internacional, no compite por personal con los demás restaurantes de alto nivel del país, no está buscando como robarle un chef a un competidor, sino que más bien forma a un gomoso de la cocina para que aprenda y crezca en la empresa hasta convertirse en un chef principal.
Mientras datos gremiales apuntan a que este está siendo un año de crisis para el sector gastronómico, que está muy impactado por el alza en los precios, las altas tasas de interés, y la reducción de la demanda, el Grupo K sigue creciendo, expandiéndose y generando cada vez más empleos. Todo, por pensar y actuar diferente.
El sector está en crisis
Guillermo Gómez, presidente de la Asociación Colombiana de la Industria Gastronómica (Acodres), confirmó en diálogo con este diario que recibieron el reporte de 28 establecimientos cerrados en agosto y en septiembre se liquidaron otros cinco.
Desde su perspectiva, el ciclo económico actual ya no es un riesgo, es una causa de mortalidad que amenaza con llevarse por delante a muchos otros de los 9.400 negocios mapeados por la agremiación.