A diciembre de 2023, estaban circulando 1.030.677 tarjetas menos que en el mismo mes de 2022. FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ
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Los colombianos mermaron su exposición financiera a estos plásticos. ¿Peligra el impulso que le dan a la economía?
A diciembre de 2023, estaban circulando 1.030.677 tarjetas menos que en el mismo mes de 2022. FOTO: CARLOS VELÁSQUEZ
Con unas tasas de usura significativamente altas, parece que muchos colombianos optaron por salir de sus tarjetas de crédito y evitar las tentaciones.
Quienes han tenido en la billetera esos pequeños plásticos saben que es fácil caer en la indisciplina financiera y resultar con deudas que, tal vez, eran innecesarias y de todas maneras saldrán caras.
Mucha gente se ha visto enfrentada a esta situación que, por ejemplo, quedó retratada perfectamente en Loca por las compras, la película de comedia que narra la historia de Rebecca Bloomwood, una joven que termina sobregirada, acosada por los cobradores bancarios y obligada a buscar un trabajo con mejor pago para salir del atolladero en que se metió.
Para traerlo al plano local, la realidad en Colombia deja al descubierto una economía que adolece de una fastidiosa inflación que derivó en un aumento en el costo de los créditos. Y las cifras de la Superintendencia Financiera muestran que, a diciembre de 2023, estaban circulando 1.030.677 tarjetas menos que en el mismo mes de 2022.
De poco sirvieron las estrategias agresivas de las entidades financieras para reavivar el apetito por este instrumento de pago que, entre otras cosas, suele tener los intereses más altos del mercado.
Catalina Rivera es asesora de seguros y canceló su tarjeta porque llevaba meses sin utilizarla y aun así pagaba cuota de manejo. Hace una semana, la llamaron desde su entidad financiera para ofrecerle un bono de $200.000, redimible en una red de comercios aliados.
“Me pareció raro que alguien me ofreciera $200.000 de buenas a primeras. Cuando pregunté cuál era el motivo de eso, me dijeron que era para incentivar el uso de la tarjeta y ahí me informaron que debía asistir a una charla de 40 minutos. La verdad yo rechacé eso porque sé que en ese tipo de encuentros lo inducen a uno al gasto, mejor dije que no”, comentó la usuaria.
Hay un problema
Las tarjetas de crédito son facilitadoras para el consumo; sus portadores no tienen que solicitar préstamos si quieren comprar artículos como muebles, televisores o celulares y con ellas agilizan las transacciones comerciales.
Eso permite inferir que ese instrumento de pago es relevante para la economía nacional, pues hay que mencionar que la generación de riqueza en el país está muy impulsada por el consumo y si hay menos tarjetahabientes, se reducen las posibilidades para que crezcan las compras de bienes durables y se afecta el desempeño del comercio.
Camilo Herrera, director de la consultora Raddar, indicó que, dependiendo del mes, “la tarjeta de crédito representa entre el 11% o 13% del gasto de los hogares. Afortunadamente, para febrero, parece que el uso tiene un crecimiento del 2% anual”.
“Es decir, vuelve a tener un crecimiento cada vez más grande y salió de la senda de desaceleración en la que estaba (...) tuvo una desaceleración muy fuerte en el año 2023, que era normal por el efecto base y todo lo que le pasó a la economía colombiana”, añadió.
Pese a que hubo menos tarjetas circulando, el número de transacciones creció cerca de 10,3%. Una dinámica que, en parte, explica por qué en medio de todas las dificultades que afronta el país, la economía no se contrajo el año pasado y por lo menos creció 0,6%.
Ahí vale la pena preguntarse si la disminución mencionada arriba es un riesgo. Desde la óptica del director de Raddar, “no es un problema, digamos que es un ciclo que normalmente se presenta”.
“Cuando los hogares sienten que tienen que ajustarse el bolsillo —añadió— de las primeras cosas que hacen es pagar tarjetas de crédito y devolverlas a los bancos. Y eso sin entrar aún en la guerra de compras de cartera, que seguramente se dará durante este año”.
Herrera señaló que esa merma en las tarjetas ya ha pasado, “es una cosa que ocurre cada tanto; lo que hace es quitar capacidad de colocación de crédito en el mercado (...) entonces, si bien parece un mensaje negativo en el corto plazo, en realidad es positivo porque prepara a los hogares para expandir su capacidad crediticia hacia el segundo semestre de 2024.
Wilson Triana, experto y consultor en banca, enfatizó en que las tarjetas crediticias son un medio de pago masivo y es uno de los productos financieros preferidos por los prestamistas dada su alta rentabilidad. Sin embargo, a su manera de ver, “se requiere un sólido cambio que se ajuste a la realidad económica que afecta hogares”.
Por ejemplo, indicó que en periodos de estrés financiero —como el que vive Colombia— sería importante no llevar los intereses al límite de la tasa de usura, fortalecer los beneficios, evitar sobre endeudar los usuarios con más de un plástico y otorgar cupos moderados atajando el sobreendeudamiento.
Desde la óptica de Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo, “a medida que este año tendremos un crecimiento económico un poquito más alto, y una reducción de tasas de interés —que nosotros estimamos que puede incluso superar los cinco puntos porcentuales— pues es muy probable que esta cifra de las tarjetas se revierta”.
“Así que son dos elementos clave: crecimiento económico y tasas de interés. Como este año vamos a tener un crecimiento, un poquito más alto, pues seguramente eso también va a generar que haya una mayor disposición a tener tarjetas”, puntualizó.