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Migrantes de Venezuela que hacen empresa en Colombia

En 2020 las personas de esa nacionalidad crearon 152 compañías. Casos de éxito.

  • En 2019 se registraron 269 empresas de personas naturales y sociedades cuyo representante legal tiene nacionalidad del país vecino. En 2020, 152, lo que significa una disminución del 43,5 %. FOTO EL COLOMBIANO
    En 2019 se registraron 269 empresas de personas naturales y sociedades cuyo representante legal tiene nacionalidad del país vecino. En 2020, 152, lo que significa una disminución del 43,5 %. FOTO EL COLOMBIANO
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14 de enero de 2021
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Mientras algunos venezolanos que llegaron al país persiguen la meta de encontrar trabajo, otros decidieron crear empresa, trayendo sus inversiones al territorio nacional. Según un estudio de la firma de consultoría en consumo Raddar, el 39,2 % de los venezolanos llegó al país impulsado por motivos laborales.

Esa huella no solo se ve en las personas de esa nacionalidad que llegan a emplearse, especialmente en el sector de servicios y la mano de obra, sino también en casos de ciudadanos que migran con sus negocios o arriban a crear empresa.

Cifras de Confecámaras entregadas por la Gerencia de Fronteras a EL COLOMBIANO señalan que en Colombia hay 24.000 empresas registradas por extranjeros. No obstante, en esa base de datos no se puede determinar cuántas personas son de nacionalidad venezolana.

Julián Dominguez, presidente de Confecámaras, asegura que “la actividad empresarial que es creada por los migrantes contribuye a la recuperación económica y de empleos. Además, fortalece la inversión y aporta a la diversificación de oportunidades de negocio que son el eje de la transformación productiva en la actual fase de reactivación económica”.

En 2019 se registraron 269 empresas de personas naturales y sociedades cuyo representante legal tiene nacionalidad del país vecino. En 2020, 152, lo que significa una disminución del 43,5 % en la medición de ambos años.

Raddar indica que la inversión de ciudadanos de origen venezolano en Colombia comenzó a crecer a partir del año 2000, con una “buena dinámica” explicada en el traspaso de capitales. Este fue protagonista en los sectores bancario, agroindustrial y TIC. Algunas de las compañías con huella binacional son Alimentos Polar, Farmatodo, Salud Market y Locatel.

Marcela Ceballos, profesora del Instituto Pensar Universidad Javeriana, y quien tiene en curso una investigación sobre la migración de compañías y empresarios entre ambos países y asegura que “se trata de un capital financiero importante, pero este encuentra muchas barreras cuando llega al país”.

Ceballos se refiere a los trámites para las visas de inversionista y la estructura empresarial colombiana que favorece los monopolios, pero asegura que las que consiguen mantenerse logran generar nuevos empleos, comprar materias primas, insumos, reactivar la economía, pagar impuestos, generar recursos importantes para el Estado y emplear a la población.

EL COLOMBIANO pidió a Fundacolven casos de éxito de esas compañías con huella venezolana y estas son las historias que encontramos .

Una holding con huella venezolana

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Marly Pico es una colombovenezolana que trabaja como gerente general y representante legal de un conglomerado de empresas llamado Grupo Delcop, una holding inversionista que tiene alrededor de 1.950 empleados y que en 2019 tuvo 25.734 millones de pesos en ingresos por actividades ordinarias. Sus padres son colombianos y migraron a Venezuela. Así que Pico nació en Caracas, pero su vida la ha pasado de un país a otro por proyectos familiares y profesionales. Su infancia la pasó en Barranquilla cuando su familia retornó la país. Con los años regresó a Venezuela y en 2012 se instaló en Bogotá cuando Grupo Delcop comenzó su proceso de migración empresarial para establecerse en el territorio nacional. Esta holding tiene 35 años de historia: nació como Delcop en la operación de Venezuela, donde se dedicaba a la industria tecnológica, luego, cuando se trasladó, compró la operación de Xerox de Colombia. Su equipo trabaja en los sectores de software y hardware, alimentos, minería e inmobiliario. Marly Pico es una de las fundadoras del holding y en los 24 años que lleva trabajando para Grupo Delcop su tarea ha sido expandir la marca por otros territorios internacionales. Ahora ese nombre está en Colombia, Estados Unidos y Venezuela, pero llevarlo hasta diferentes lugares requirió de un dedicado proceso: estudiar la legislación de cada lugar, conocer los rquisitos gubernametales y tener claro qué piden las autoridades a las compañías para, así, trazar una línea de costos que permita hacer viable su operación. “Llegamos a un país que está en un proceso de crecimiento continuo, un territorio innovador”, afirma. El 30 % de sus empleados son de nacionalidad venezolana; el restante 70 %, colombiana, pero asegura que lo más importante para estar en el equipo es el talento, no la ascendencia de sus colaboradores. Pico también integra Fundacolven, una organización que trabaja para respaldar a la población migrante en el territorio nacional con la premisa de aportar en su proceso de integración. Ella está convencida de que “hay mucho personal calificado que puede aportar al crecimiento del país”.

Theny toma fotos sin fronteras

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En Cabudare Theny Valero trabajaba como fotógrafo, docente y tenía su propia agencia de publicidad llamada Divina Foto. Sin embargo, en medio de las protestas contra el régimen que se presentaron en 2014 y 2017 decidió dejar su casa por la inestabilidad social de su país. Empacó sus equipos, hizo maletas junto a su familia y emprendió el viaje. Él hizo el tránsito en avión para cuidar la indumentaria de su trabajo, pero otros de su familia, como su perrita Mika, cruzaron la frontera caminando. Su propósito era hacer una gira internacional para dar talleres de fotografía comercial y cuando llegó a Medellín esa parada de su itinerario se convirtió en su futuro. Se regularizó con una cédula de extranjería, puesto que ese documento le permite trabajar en cualquier lugar del territorio nacional, comenzó a compartir su portafolio y encontró trabajo con una escuela de fotografía. Con los meses conoció a más personas del gremio, encontró proyectos como independiente y fue tal su éxito que ha visitado otros siete países desde entonces, gracias a proyectos profesionales. “Lo más complicado para que un extranjero forme empresa en Colombia son los costos, especialmente cuando quieres realizar un proyecto a gran escala mediante una visa. En otros términos, para emprendimientos más pequeños, cualquier venezolano puede crear su empresa desde que tenga sus documentos al día”, asegura Valero. Junto a su esposa Lucía Sánchez armaron un estudio de fotografía en casa con los equipos que trajeron desde Venezuela. Según los proyectos que tengan, crean la escenografía para sacar las imágenes de alimentos y productos, y luego ese mismo espacio se transforma para dar un taller o en la oficina desde la que trazan nuevos proyectos. “Ella me ayuda a organizar todo, a hacer un poquito de estructura sobre lo que yo hago”, asegura. Su plan para 2021 es mejorar la presencia de su agencia Divina Foto en Colombia y su mensaje para los lectores: “hay cientos de venezolanos súper trabajadores y honestos que quieren echarle demasiadas ganas a la vida”.

Una odontología binacional

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Cuando en 2016 Maru Terán y su esposo Tomy estaban pensando en comprar nuevos equipos para su cadena de clínicas odontológicas en Barquisimeto, decidieron que las adquisiciones no llegarían a una de sus tres sedes en su país, sino que serían el primer cimiento de la expansión de su negocio en Colombia. Maru ya había visitado Bogotá para dar capacitaciones a personal médico colombiano y encontró una oportunidad de negocio. Por esos días, la crisis de su país comenzaba a sentirse, con secuestros, una difícil economía y un éxodo creciente al exterior. Entonces, como familia y emprendedores, decidieron empacar su equipaje y viajar a Bogotá para instalar un consultorio con un nuevo equipo de radiología odontológica que hace tomologias de alta resolución. Fue una migración planeada: convalidó sus títulos con el Ministerio de Educación, pidió una visa ante Migración Colombia y los trámites empresariales para traer su negocio al día con la reglamentación nacional. El comienzo es difícil porque para alquilar un local se necesita fiador, los inversionistas deben estudiar las normas nacionales para crear empresa –que, asegura, tienen marcadas diferencias con las directrices venezolanas– y en el sector de la odontología se empieza desde cero, con la tarea de darse a conocer. Terán relata que comenzaron con una empleada colombiana y ellos dos como pareja. Su esposo se encarga de las tareas administrativas y ella de atender a los pacientes. Ahora llevan cuatro años con su negocio y están trabajando en la primera ampliación, generan cuatro empleos directos y tres indirectos. “En Colombia nos sentimos seguros, los ingresos van aumentando, hemos hecho alianzas comerciales con empresas nacionales como Sanias... Por esos y otros factores sentimos que acá tenemos estabilidad”, asegura. Mientras en Bogotá armó una nueva vida, sus dos hijos van al colegio y con su esposo trabajan de lunes a sábado en el negocio; en Venezuela las otras tres sedes siguen operando y las administran desde la distancia.

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