Darío Alzate Medina fundó Aburrá S.A.S en 1985 con cuatro trabajadores, uno de ellos fue su entrañable amigo Jairo Betancur, quien a dos días de su muerte lo recuerda como “amigo, patrón, compañero, una persona muy sensible, muy dado a los demás y trabajador como él solo”.
Con tenacidad, don Darío fue creando una empresa que se volvió insignia en la ciudad, que superó cientos de adversidades y crisis, para ser lo que es hoy: una compañía que comercializa un portafolio muy completo de alimentos de la canasta familiar, entre los que se destacan frijoles, lentejas, atunes, snacks, aceites, chocolates, entre otros. En total, son más de 200 productos procedentes de 14 países, incluido Colombia.
Hoy son más de 300 colaboradores, entre ellos dos de sus hijos (David y Alberto), y más de 1.100 personas que derivan su sustento de esa empresa. “Buscamos apoyar a los cultivadores nacionales, en la compra de su producción a través de las cooperativas que los asocian, permitiendo además de ese apoyo tener la tranquilidad de realizar todas las negociaciones siempre de manera transparente”, se lee en la página web de Aburrá.
Los inicios
Betancur recuerda que nada fue sencillo. Conoció a don Darío en la Mayorista cuando apenas estaba importando arroz para venderle a la cervecería. La promesa que le hizo para convencerlo de quedarse trabajando con él era que iba a diversificar su portafolio para constituir una empresa “con todas las de la ley”, así que empezó a comercializar lenteja, arveja y garbanzo, y su primer pedido fue de dos toneladas.
“Darío quería hacer muchas cosas al mismo tiempo, soñaba mucho. Yo recuerdo que me quedaba en las tardes con él tratando de convencerlo de que había que tomar las cosas con calma. Y eso lo aprendió”, cuenta Betancur.
Por su parte, don Darío le enseñó el orden, a escribir todas las ideas en la agenda para no olvidarlas y poderlas luego ejecutar. “En esos primeros años, Darío apartaba de las utilidades un dinero para entregarle a todos los trabajadores, en Navidad les decía: ‘tome mijo para que lleve a la casa’. Fue un hombre muy generoso”, dice.
El gremialista
Además de constituir una próspera empresa, Darío Alzate Medina se convirtió en un ícono en la Mayorista, donde por 35 años estuvo instalada su empresa. Su don de gentes, su amabilidad y su mano siempre extendida le dieron un lugar especial allí. Como era tan organizado, siempre era consultado en la plaza y ayudó a la transformación de ese lugar.
Juan Orlando Toro, gerente de la Central Mayorista, recuerda que don Darío hizo parte de la junta de Asoabastos por 30 años, así que el amor es mutuo: “A mí me encanta la Mayorista, yo la quiero porque me dio estabilidad, me ayudó en mi formación personal, en la Mayorista hice mis amigos, que conservo”, dijo hace un par de años don Darío en una entrevista.
También fue un gran gremialista. María José Bernal, directora ejecutiva de Fenalco Antioquia, expresó que “fue un empresario sumamente líder y comprometido con nuestro gremio de comerciantes. Siempre con la camiseta puesta, ideando estrategias para mejorar y dotar de competitividad al comercio, puntualmente en su sector de abarrotes, víveres y rancho en Antioquia”.
Además, Bernal lamentó su partida con “muchísima gratitud, porque siempre fue fiel, leal a los ideales de Fenalco, a trabajar en equipo y a idear desde el sector privado grandes estrategias para crecer en equipo como sociedad”.
La noche antes de su partida, don Darío le reenvió un mensaje a su amigo Jairo, en el que Gabriel García Márquez, el escritor, hablaba de aligerar la carga para el momento de la muerte, como si de algún modo presintiera que era una despedida.
Don Darío se encontraba en un viaje en familia el pasado sábado en Seúl, Corea del Sur, cuando falleció. Le sobreviven su esposa Beatriz Gaviria y sus hijos David, Alberto y Andrés, quienes cuidarán su legado en Aburrá.
“Quiero que los hijos que hoy están al frente de la empresa sigan y sigan con valores. Nos encanta, esta es una empresa construida en valores y eso me fascina”, dijo el fundador de Aburrá S.A.S hace un par de años.
