¿Por qué le importa a un productor de cacao de Apartadó el hecho de que Donald Trump, presidente de Estados Unidos, le dé el sí a Xi Jinping, presidente de China, en la búsqueda de un acuerdo que ponga fin a la guerra comercial? Porque el temor que se instaló en el gigante de Asia tras el inicio del conflicto podría desaparecer, y de esta manera fomentar el interés por aumentar la compra de bienes y servicios agropecuarios, o al menos eso cree Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex).
El 13 de enero llegó una delegación del Ministerio de Comercio chino a Washington para firmar, entre martes y miércoles, la que sería la primera parte del acuerdo comercial para poner fin a una guerra arancelaria que inició en marzo de 2018. Y si bien no se conoce el detalle del documento, sí se ha dicho que girará entorno a la transferencia de tecnología y propiedad intelectual.
El apartado de agricultura aún no parece quedar solucionado. “Todavía no conocemos cómo va a quedar el documento final, y si algunos aranceles se van a mantener. ¿Nacerá un comercio más administrado?”, añadió Díaz.
De ahí que sea tan importante lo que ocurra con la oferta del sector agro y lo que países que son tradicionalmente productores puedan aprovechar con el objetivo de fortalecer relaciones comerciales con China.
El cacao, por ejemplo, sería uno de los protagonistas de la posguerra arancelaria. Esto debido a que en medio de las imposiciones, ese alimento se ha visto afectado de parte y parte, cerrando un comercio que para China representó 17,55 millones de dólares hacia Estados Unidos, y de 32,2 millones de dólares desde el país norteamericano a la nación asiática.
Y si bien parece ser un segmento relativamente menor, pues a penas alcanza los 50 millones de dólares de comercio, sí tiene grandes oportunidades de crecimiento. Todavía más si se tiene en cuenta que según datos oficiales de China, el consumo de derivados del cacao, como el chocolate, vienen creciendo a tasas de 15 % anual en esa nación.
“¿Qué viene entonces tras un posible fin de la guerra? Pues un conocimiento a profundidad del consumo chino. Hay que empezar a entender cómo ciudades intermedias de ese país, que pueden tener hasta 40 millones de habitantes, son una opción de negocio. El sector agro y agroindustrial tendrán una oportunidad única, hay que seguir entonces avanzando en temas de diplomacia sanitaria”, explicó Jaime Suárez, director ejecutivo de la Cámara Colombo China de Inversión.
Ese fenómeno, según Suárez, no sería exclusivo para Colombia, sino que afectaría al resto de economías en vía de desarrollo que buscan tener un 2020 más amable en términos de intercambio comercial.
Oportunidades con EE.UU.
Varias lecciones quedan tras la guerra comercial entre dos de las potencias económicas más importantes, una de ellas: la tarea todavía lenta de diversificar la matriz exportadora, enfermedad que adolece la mayoría de los países de la región: Colombia y Ecuador con el petróleo, y Argentina y Uruguay con la carne, por poner unos ejemplos.
Sobre cómo se abre ese abanico de posibilidades más allá del crudo con Estados Unidos. María Claudia Lacouture, directora de la Cámara de Comercio Colombo Americana, le dijo a EL COLOMBIANO que esta guerra comercial dio la posibilidad al país de enviar nuevos productos hacia esa economía.
“Identificamos al menos 2.000 bienes que tuvieron alza de aranceles desde China hacia EE.UU. y que Colombia ya exporta en menor medida hacia ese país. Dentro de estos se encuentran prendas y complementos de vestir para bebés; productos laminados planos de hierro o acero, entre otros. La tarea será fortalecer esos envíos” (ver Informe).
Otros efectos de la crisis
Aunque hubo consecuencias sanas, como la apertura de mercados para los países que no estuvieron directamente relacionados en el conflicto, hay quienes aseguran que la parte de mayor peso serán las secuelas negativas: como la crisis del multilateralismo.
¿Cuál será entonces el papel de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que es la entidad que se ocupa de hacer cumplir las normas de comercio internacional? Las constantes críticas a una falta de intervención que pusiera fin a la disputa dejaron en entre dicho su funcionamiento y capacidad de maniobra, así lo afirmó Alejandro Useche, presidente del Comité Académico del Autorregulador del Mercado de Valores y miembro de la Asociación Económica Americana.
“Se necesita un nuevo multilateralismo. Instituciones como la OMC deberían volver a la idea principal: velar por la imparcialidad en la definición de condiciones de comercio”, puntualizó.
Esa suerte de pérdida de autoridad del organismo se puede cuantificar de varias formas. Kristalina Georgieva, directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), dijo el pasado 8 de octubre que la ausencia de confianza en los mercados se monetiza en reducciones para el crecimiento económico de las naciones (ver Para saber más).
“En una guerra comercial, todos pierden. Para la economía mundial, el efecto acumulativo de los conflictos comerciales podría suponer una pérdida de aproximadamente 700.000 millones de dólares para 2020. Esto es aproximadamente el tamaño de toda la economía de Suiza”, dijo.
Georgieva recordó que también es necesaria la modernización de los órganos encargados de regular las relaciones comerciales, y aprovechar el potencial del comercio electrónico también será otra de las consecuencias que deje el enfrentamiento.
Hay que decir que esa desconfianza sobre los canales de intercambio comercial también puede traducirse en menos oportunidades de exportación. Según datos de la OMC, las ventas externas mundiales cayeron 5 % durante 2018, y en 2019 parecería no mejorar la tendencia.
Solo para el caso de Colombia, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), las exportaciones, a noviembre del año pasado, se redujeron 6,2 %.
La guerra también deja previsiones de crecimiento económico pesimistas. Para el caso del FMI la proyección pasó de 3,2 % a 3 %; mientras que la del Banco Mundial bajó del 2,9 %, al 2,4 % para 2019.
Colombia se desliga del promedio mundial, pues se prevé que aumente su PIB al borde del 3,2 %, aunque según analistas locales, como José Roberto Acosta, de la Red por la Justicia Tributaria, ese aumento no se deberá a un comercio internacional favorable con Colombia, sino al consumo interno “empujado especialmente por la migración de venezolanos”.
¿Capítulo final?
“Esta guerra se ha caracterizado por los tantos amagos de solución, que siempre se fueron al piso por la falta de compromiso. En esta ocasión habrá que seguir siendo cautos con lo que se anuncie”, recalcó Díaz.
En declaraciones recogidas por Efe, Wang Shouwen, viceministro chino de Comercio, aseguró que si bien ya hay avances en una parte de la disputa, se mantendrán aranceles estadounidenses del 25 % a importaciones chinas valoradas en 250.000 millones de dólares, y gravámenes del 7,5 % por 120.000 millones de dólares.
“Ya era hora de empezar a tener un principio de acuerdo por varias razones, entre estas, a Trump no le estaba funcionando la presión a Xi Jinping como carta reeleccionista a la presidencia. Y de tajo hay que descartar que sea una movida para tener un apoyo futuro de esa nación en el conflicto con Irán”, dijo Lina Luna, internacionalista experta en China contemporánea y profesora de la Universidad Externado (ver Cronología).
Sobre quién gana y quién pierde con el desenlace de la guerra tampoco hay certezas. Estados Unidos arrancó el conflicto argumentando dos cosas: el robo de propiedad intelectual de parte de empresas chinas y una balanza comercial que estaba más inclinada hacia la nación asiática.
Según el Departamento de Comercio, Estados Unidos redujo 8,2 % su déficit comercial (diferencia entre exportaciones e importaciones) a noviembre “gracias a una caída en las compras a China”.
Y sobre el lío de propiedad intelectual, que desencadenó en que las empresas estadounidenses restringieran su trabajo con Huawei –haciendo que firmas como Google rompieran relaciones con la desarrolladora de dispositivos– llevó a que la firma china se independizara de Estados Unidos y desarrollara, entre otros, sus propias plataformas de funcionamiento.