La balanza comercial es ese termómetro que mide cómo está la relación del país entre el valor de lo que compra y vende en el exterior. Cuando los bienes que comercializa están mejor valorados que lo que invierte en traer productos, se habla de una balanza positiva o superavitaria, y en el caso contrario, de una deficitaria.
A mayo, ese desequilibrio negativo alcanzó los 4.018,5 millones de dólares, lo que es superior al dato de hace un año en 359,4 millones de dólares. Las cifras del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) muestran que el desajuste era de 3.659 millones de dólares en 2019.
Dice Alejandro Torres, Phd. en Economía y profesor de la Universidad Eafit, que “tuvimos una caída en importaciones pero las exportaciones cedieron aún más y esto lo que hace es que no seamos capaces de hacer ese cierre en cuenta corriente que necesitamos en la medida que tenemos menos disponibilidad de flujos de capital en el exterior”.
Desde 1980 el déficit más grande de este tipo se dio en 2015 cuando el dato alcanzó los 15.581 millones de dólares, seguido por el de 2016, de 11.081 millones, y el año pasado de 10.782 millones de dólares (ver Radiografía).
El riesgo que hay detrás de estos resultados es que el “déficit en cuenta corriente (la diferencia entre los ingresos y egresos por comercio, transferencias y por renta de los factores) siga creciendo, lo que nos hace más vulnerables porque le estaríamos combinando el déficit fiscal (ingresos del Estado son inferiores a los gastos); una situación demasiado complicada para un país que va a tener una contracción económica en 2020 y probablemente parte de 2021”, agregó Torres.
Vale aclarar que si se analiza el desagregado mensual de la balanza de 2020, el mes más traumático fue abril cuando fue negativo en 1.049 millones de dólares, mientras en mayo el valor fue de -475,1 millones de dólares, el menor déficit mensual 2020.