El dólar en el país podría encontrar su piso en los $3.700 antes de que termine el primer semestre de este año, en la medida que la Reserva Federal de Estados Unidos baje sus tasas de interés. Esto, según la visión de Daniel Velandia, managing director research and chief economist en Credicorp Capital.
En entrevista con EL COLOMBIANO, el experto habló sobre el panorama económico del país para 2024, luego de conocerse que el año pasado el PIB creció 0,6%, un desempeño menor a lo esperado por el mercado y, de hecho, el más bajo en más de 20 años sin contar la pandemia.
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Según Velandia, este año la economía se moverá gracias a un efecto base en los datos de inversión, es decir, que se compararan con un 2023 de bajo crecimiento, y así mismo ayudarán la caída de inflación y las tasas y el gasto público del Gobierno Nacional.
El experto también se refirió a la potencial reforma tributaria 2.0 que adelantaría el Gobierno Petro, el regular desempeño de la economía antioqueña y el futuro de Sura y Argos luego de salir de su participación en Nutresa.
Tras el decepcionante crecimiento del PIB de Colombia en 2023, ¿qué sectores pueden jalonar la actividad económica este año?
“La economía debería repuntar por tres factores. El primero, menores tasas de interés, pero sobre todo menor inflación. No es lo mismo tener una inflación de 12% o 13% que una del 7% u 8%. Eso es un alivio grande para el bolsillo de las personas, y entonces nuestra proyección es que, a partir de mitad de año, va a empezar a mejorar el consumo.
El segundo aspecto es estadístico, y es que a la inversión le fue tan mal el año pasado que hay un efecto base muy favorable. Si se recupera de a poco, incluso la inversión pública, tendremos saltos grandes en este rubro. Eso sí, esperamos que el Gobierno gaste un poco más en inversión, porque el año pasado ejecutó muy poco, y que las menores tasas ayuden a reactivar proyectos.
Tercero, diría que el motor importante será el Gobierno. Todo lo que tenga que ver con gasto público: salud, educación o servicios sociales. Ahí va a haber un motor de crecimiento grande porque el presupuesto aprobado para este año es uno de los más altos de la historia”.
Pero el año pasado el nivel de ejecución del Gobierno fue bajo...
“Yo me atrevo a decir que hay que dar cierto beneficio de la duda, porque hay debate de que en la ejecución no lo hicieron tan bien. Pero es que, usualmente, cuando es el primer año de Gobierno la ejecución no es la más fuerte. Eso empieza a mejorar en el segundo año, cuando ya se ha aprendido más por parte de los nuevos gabinetes.
Y como las tasas van a seguir altas, los sectores aparte del Gobierno que pueden jalonar serían todo lo que tenga que ver con servicios, como turismo o financiero. Además, muy poco a poco van a rebotar la industria y la construcción”.
En los últimos días, causó polémica la intención del Gobierno de renegociar vigencias futuras, ¿cuál es la visión al respecto?
“Ahí el mensaje es que hay que respetar la institucionalidad y las reglas de juego. Las vigencias futuras son un compromiso de gobiernos anteriores para financiar proyectos de largo plazo y son obras que pueden durar 5, 10 o hasta 15 años.
El Gobierno lo que plantea que algunos proyectos tienen un bajo grado de avance y que sería mejor tomar ese dinero para otros prioritarios, y que en la medida en que vayan avanzando se pague. Más allá de la discusión, del deber ser o no, porque el ministro (Ricardo Bonilla) ponía un ejemplo de un proyecto que está completamente paralizado, que es Mulaló - Loboguerrero –y hay que girar plata a una fiducia para una iniciativa que por ahora no parece ir para ningún lado–, es un debate interesante”.
Antes mencionaba que las tasas del Banrep bajarán, ¿los recortes que vienen podrían ser más generosos?
“En marzo existe la posibilidad de que bajen 50 puntos básicos (a 12,25%), pero tenemos dudas. Y uno entiende al banco, porque su junta tiene diversas preocupaciones. En primer lugar, quieren ver el impacto real de haber subido otra vez tanto el salario mínimo por arriba de la inflación, la tesis es que eso se verá en el primer trimestre.
Segundo, el fenómeno de El Niño, ellos esperan evidencia de qué tan fuerte puede impactar la inflación, a hoy no hay indicios de un efecto sustancial, pero como el pico es entre febrero y marzo quieren ver la incidencia en precios de energía y alimentos.
Y, tercero, un tema relacionado con el dólar. La junta es cauta de que, si la Reserva Federal de Estados Unidos no baja tasas pronto, y el Banrep sí lo hace, se le podría meter presión al alza al dólar. Al final, el dólar funciona también con los diferenciales de tasas, y si se achican frente a EE.UU., esa moneda reacciona al alza y usualmente trae inflación.
Ellos van a tener fuentes de información como la inflación de febrero, que nosotros creemos que seguirá cayendo y se ubicará debajo del 8%. Eso va a permitir más tranquilidad.
Para final de año esperamos una tasa de interés entre 8% y 8,25%, pero hay que reconocer que este año quedan 7 juntas de codirectores, por lo que para pasar de 12,75% a 8% tendrían que acelerar fuertemente”.
Sobre el dólar
Justamente, sobre el dólar, ¿se podría decir que encontró su piso en los $3.900 que está hoy?
“En las últimas semanas, el dólar se ha movido exclusivamente por el tema internacional, por las expectativas de lo que hará la Reserva Federal. En la medida que se acerque el primer recorte de tasas de ese organismo, que aún hay dudas sobre si será en mayo o junio, el dólar tenderá a depreciarse en el mundo. Entonces creo que en este semestre, y lo estamos viendo, puede caer cuando las cosas se calman un poco.
No descarto que en algún punto del primer semestre busquemos ese $3.700 o $3.750, que se ha tocado anteriormente. Ahí habrá que analizar la situación, pero seguramente sería un gran momento para comprar dólar. Después habrá que pensar que el Banrep debe acelerar el recorte de tasas, y eso, aunado al tema de reformas y la discusión fiscal en Colombia –que van a generar ruido– le pondrá un piso a esa moneda”.
Hablando de reformas, el Gobierno ha anticipado una nueva tributaria que le baje los impuestos a las empresas.
“Al Gobierno le va a tocar hacer una reforma tributaria porque el tema fiscal se ve complicado. Cuando se plantea este año un déficit de 5,4% del PIB, el otro año podría haber una mejora por el mayor crecimiento, pero será difícil implementar programas de Gobierno. Probablemente piensen en que necesitan algo de dinero, porque va a ser muy difícil.
Además, los impuestos se pagan un año después de la actividad, entonces este año la economía va a seguir débil y en 2025 el recaudo no será bueno. Si el Gobierno quiere seguir ejecutando proyectos tiene que pensar en algo, pero no puede ser esta reforma que mencionaron, porque sería espectacular, pero tendría cero efecto en el recaudo.
Lo que ellos dicen es ‘yo le bajo a unos y le subo a otros, pero quedo en el neto’. En el futuro puede tener efecto positivo, porque lo que buscan es que recursos escondidos de personas de altos ingresos se pongan sobre la mesa, pero si quieren recaudar más plata, esa reforma es recaudo 0, por lo menos en el comienzo.
Además, hay varios proyectos en el Congreso en este momento, y el otro año es pre electoral. Entonces me atrevo a decir que 2024 es el año clave para el presidente”.
Haciendo foco en Antioquia, ¿cómo se explica que la economía en esta zona del país esté cayendo más que la de Colombia?
“Colombia tiene unas divergencias importantes sectorialmente según la región. El año pasado los sectores más golpeados por cuenta de la desaceleración, las tasas y demás fueron la industria, la construcción y el comercio, y el peso de estos dentro de la economía de Antioquia es más alto que en otras regiones. Entonces es una situación alineada a la realidad nacional, pero cae un poco más por el peso de esas ramas”.
A nivel empresarial, ¿qué perspectivas tienen para Argos y Sura tras el intercambio accionario con el que Nutresa pasó a manos de los Gilinski?
“Creemos que en últimas es bueno que las empresas se enfoquen en sus negocios estratégicos. Una de las discusiones más fuertes, sobre todo con inversionistas extranjeros, es que esas participaciones cruzadas enredan mucho el análisis. A los inversionistas les gusta saber exactamente quién es el dueño de una empresa.
Al final se puede ver con buenos ojos que las compañías se están enfocando en sus negocios estratégicos, están vendiendo participaciones en sectores en los que no son expertas en sus portafolios de inversión.
Lo que pasa es que después de estos intercambios de acciones hay que ver cómo queda esto, pues se ha perdido liquidez por las ventas de las acciones y las Opas.
Seguramente va a haber un primer momento en el que todo el mundo estará a la espera de cómo llega Gilinski a las empresas, cómo va a ser la organización, pero se van a aprovechar oportunidades.
En lo accionario, hoy por hoy nosotros estamos bastante optimistas con lo que es Argos; Nutresa quedó sin cómo negociar, entonces ahí ya no estamos; Sura la estamos viendo más por su desempeño operativo que por las Opas, porque ha tenido retos muy grandes en términos de resultados”.