La colombiana Laura Reyes fue nombrada para ser parte del Consejo Asesor de las Naciones Unidas sobre Basura Cero, en un grupo de 13 líderes y expertos a nivel global en el campo de la sostenibilidad, con el fin de asesorar a la ONU en la implementación de estrategias y políticas efectivas para abordar la problemática de los desechos y fomentar la adopción de prácticas de “residuos cero” en todo el mundo.
El nombramiento de esta mujer resalta su amplia experiencia y su contribución significativa al impulso de la circularidad en Colombia, sin contar con que su inclusión en este consejo global también es un reconocimiento internacional al compromiso y los esfuerzos de Cempre, una organización sin ánimo de lucro de la que es directora ejecutiva, en donde la búsqueda de soluciones sostenibles para gestionar los materiales y proteger los ecosistemas, es una prioridad.
En la carta de invitación dirigida a Reyes, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, expresó: “Le doy la bienvenida y confío en que seguirá aportando desde su rol para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible a 2030, crear conciencia y promover prácticas que conduzcan al progreso hacia un futuro sostenible y próspero para las personas y el planeta”.
Hablamos con ella sobre lo que significa el consejo, el rol que jugará en él y los retos a los que se ve enfrentado al país frente a la promoción de la economía circular.
¿Cuál es el objetivo del Consejo Asesor de las Naciones Unidas sobre Basura Cero?
“Asesorar a la ONU en la implementación de estrategias y políticas efectivas para abordar la problemática de los desechos y fomentar la adopción de prácticas de “residuos cero” en todo el mundo, aunque el consejo aún no inicia, tenemos una reunión virtual para dentro de un mes y luego dos reuniones presenciales al año, en la primera de ellas propondremos un plan de trabajo con unas metas específicas para los primeros tres años y de ahí en adelante, una vez este plan sea aprobado, empezaríamos a hacer las entregas sobre él”.
En esa medida, ¿cuál es el mayor reto al que se verá enfrentado el consejo?
“Hay un reto específico que tiene que ver con la intención de experimentar con otras economías circulares en su totalidad, porque muchas personas cuando hablan de economía circular o piensan en economía circular y en la posibilidad de no generar residuos, piensan en el plástico, pero no solo se trata del plástico, se trata de promover un cambio en los patrones de consumo y producción que apuntan a nuevos modelos de circularidad en donde el ecodiseño y la reincorporación de los materiales, no solo plásticos sino también orgánicos, textiles o alimentarios, por solo nombrar algunos, son claves para promover la reutilización en sus distintas formas dentro de la sociedad, y por supuesto, para disminuir la cantidad de material o de productos que llegan al mercado, ya que la población va a seguir creciendo y necesitamos que la producción no necesariamente crezca en la misma medida, sino que, los ciudadanos tengan alternativas para usar servicios o productos que generen menos desechos”.
Hablar de “economía circular” y de “basuras cero” ¿es hablar de un mismo concepto?
“Dentro de las competencias informales que hemos tenido con algunos de los miembros, creemos que uno de los primeros pasos que tenemos que dar es decidir qué significa “basura cero”, porque es un concepto que se ha utilizado históricamente, pero que necesita una definición transversal, sin embargo, la definición es muy clara y lo que busca es promover el consumo y la producción sostenible, otros nuevos modelos de desarrollo, y si quiere, se haga un cambio y se incorpore el concepto de ‘economía circular’. Entonces, ‘basura cero’ es un objetivo grande en el que quisiéramos incluir a todos los ciudadanos, invitarlos a que sean conscientes, tomen decisiones desde el consumo con el fin de que no se genere un residuo. Mientras “economía circular” es un modelo económico que acompaña transversalmente el desarrollo de la sociedad para mantener los materiales o los recursos por el mayor tiempo posible dentro de la economía. Es decir, que no se pierdan en los rellenos, que no se pierdan en los mares. Y ese ejercicio de buscar mantener los recursos, ya sean materiales, energía o agua, en la economía por el mayor tiempo posible, es lo que nos permite generar beneficios importantes ante la no perdida: empleos sostenibles, empleos dignos, empleos que seguramente estarán ligados a empresas con modelos de negocio coherentes, con la sociedad y con el ambiente”.
¿Cómo ha avanzado Colombia alrededor de la economía circular con el enfoque de basura cero?
“Muchísimo. Colombia es un país grande para la región y muchísimos más a la luz de la negociación del tratado mundial para acabar con el plástico, que tiene tres puntos importantes, no solo para el material plástico, sino para el desarrollo y la consecución de la mesa de basura cero, y en el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible, los cuales son, por un lado, que en el país hemos aprendido muchísimo, a través de la formalización de recicladores, sobre la necesidad de observar la cadena completa, y de comprender cómo debería darse la transición, si en los recicladores, en la industria, si la responsabilidad debe extenderse a los productores; y por el otro, que en el país se han fundamentado los cambios y las decisiones respecto al plástico en conocimiento, en datos, y en métodos, como el del análisis de ciclo de días, que permite realmente observar qué pasa si yo hago un cambio en el diseño de mi producto, o qué impacto o qué efectos adversos tiene sobre el clima o sobre la sociedad o sobre la biodiversidad el servicio que estoy ofreciendo. Eso es importante porque permite reducir los impactos y gestionarlos”.
¿Qué le hace falta al país para volcar completamente su economía hacia una economía circular?
“¿Qué nos hace falta? Primero nos hacen falta políticas públicas armonizadas y articuladas para que sean coherentes y para que empujen hacia el mismo objetivo, porque hoy tenemos, digamos, una política pública liderada desde el Ministerio del Ambiente y otra desde el Ministerio de Vivienda que no necesariamente están trabajando los mismos objetivos.
Segundo, nos hace falta más participación del empresariado. Cerca del 79% de las grandes empresas colombianas no saben que tienen que cumplir con la responsabilidad de estudiar las cadenas de producción para lograr construir cadenas de valor con trabajos dignos y con la capacidad de gestionar lo que realmente generamos. En ese sentido no solo se podrá tramitar el reciclaje sino también promover otras formas de consumo.
Y tercero, también nos hace falta una ciudadanía más consciente, más activa y más dispuesta a asumir la responsabilidad de esta transición. Mientras en el día a día cada ciudadano dice que no recicla porque la infraestructura no es la adecuada para hacerlo o porque el reciclador no pasa, nadie va a hacerse cargo de su responsabilidad y hoy tenemos muchas oportunidades para mejorar y gestionar el tema de los residuos. Yo hoy con orgullo puedo decir que el país está avanzando muy bien en diferentes aspectos frente a este tema y que el reto grande es que cada ciudadano haga su tarea y se haga cargo de su responsabilidad. Su responsabilidad cuando compra un producto y su responsabilidad cuando decide desechar un producto: en dónde lo pone o a quién se lo entrega”.
Y en ese mismo sentido, ¿cuáles son los beneficios que le traería?
“Son muchos. Si lográramos que todos se conectaran con el modelo, podríamos construir una cadena de suministros especializada, en donde la tecnología permitiría su reincorporación. Esto quiere decir que elevaríamos la calidad de los servicios y de los trabajos alrededor de la industria de los materiales y de los reciclajes. Podríamos recuperar y cuidar muchos de los ecosistemas estratégicos y no estratégicos asegurando, por supuesto, que los materiales se gestionen bien. Y podríamos, digamos, como alcanzar metas importantes en términos de cuidado y de recuperación de zonas costeras, por ejemplo, al poder prestar servicios ambientales como créditos de carbono o créditos de plástico.
Hay que entender muchísimas cosas por debajo y trabajar en el fondo, pero especialmente poder mantener y conocer el valor que la economía circular tiene en el PIB a través de la trazabilidad y de la mejora de los trabajos alrededor de la industria sería una ganancia grandísima, porque poder sacar a más de 70.000 familias recicladoras de la informalidad, sería una ganancia importante para el sistema”.
El llamado que le hicieron desde la ONU fue a representar a la sociedad civil, a Latinoamérica y a la mujer y dentro de las funciones del consejo. ¿Qué significa para usted ese llamado?
Significa responsabilidad. Significa también un reconocimiento a mi rol en representación de cada una de las mujeres a las que he conocido y que no he conocido, pero que sé de su participación en la industria. Es un reconocimiento para todas las mujeres que me han enseñado, me han retado, me han inspirado desde sus propios roles. Es un reconocimiento para mi mamá también. Y significa una oportunidad muy grande para, uno, buscar identidad y equidad en este tipo de roles que se dan dentro de la sociedad y que por su puesto los necesitamos de igual manera; y dos, poder aprender colectivamente sobre los territorios y sobre sostenibilidad.