A las tarántulas les pasó lo mismo que a los tiburones y a los tigres: el cine los convirtió en los villanos. Sin embargo, eso precisamente fue lo que cautivó a Mariana Echeverri Díez y Sebastián Gómez Torres, dos estudiantes de Eafit que dedicaron su trabajo de grado a estas arañas y terminaron descubriendo —gracias a la fortuna de los exploradores de antaño— cuatro nuevas especies en el Chocó.
Las tarántulas, al igual que los tiburones y los tigres, cumplen un papel bien importante para el equilibrio de los trópicos, que son sus ecosistemas favoritos. Por eso no es exagerado celebrar el hallazgo de estas cuatro nuevas especies en el Pacífico colombiano.
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Dentro del grupo de estas arañas migalomorfas, que es la manera correcta de llamarlas, existen diversos tipos más, entre los cuales se incluyen las arañas “grandes y peludas” de las que todos hablan, así como otras, a las que todos ignoran, que no son ni tan grandes ni tan peludas, pero que tienen particularidades que las hacen absolutamente interesantes.
¿Por qué son interesantes?
Porque son animales depredadores que se alimentan de otros artrópodos, y la mayoría presentan hábitos terrestres y fosoriales (organismo adaptado a la vida en las cuevas), aunque algunos también tienen hábitos arborícolas, lo cual hace que tengan distribuciones geográficas restringidas y altos niveles de endemismo, y que sean consideradas “un gran objeto de estudio” para la conservación, el monitoreo ambiental y la investigación en biogeografía, especialmente en las áreas inexploradas y megadiversas, ya que son zonas con un potencial altísimo para el descubrimiento de nuevas especies.
Razones que hicieron que Mariana y Sebastián centraran el eje de su investigación en torno a las tarántulas, una población conformada por el 6% del total de las arañas descritas.
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“A nosotros siempre nos han gustado las tarántulas porque nos parecen un grupo extremadamente interesante y con muchísimo potencial para trabajar y profundizar en áreas como la sistemática, taxonomía y conservación de las especies, y al mismo tiempo tienen un potencial gigante en bioprospección donde se podrían desarrollar productos que representen beneficios para el ser humano”, cuentan.
Pero para poder tomar la decisión de decantarse por el tema, revisaron toda la literatura que encontraron al respecto, una revisión por la que supieron que la región del pacífico colombiano es uno de los espacios con mayor riqueza y diversidad de especies a nivel mundial, de la cual se tienen valiosos estudios sobre la diversidad de animales y plantas e incluso así, en la actualidad se siguen haciendo registros interesantes. Sin embargo, ¿alguno de esos estudios les hablaba sobre la diversidad de tarántulas en ese lugar?
La verdad, no. Encontraron sí varios proyectos desarrollados en la Amazonia, y sobre todo en los Andes, debido a que estos son considerados un lugar con una gran diversidad de especies, y a que es donde la actividad humana está más desarrollada, entonces hay mejores vías y mejores centros de investigación. O sea, en la literatura que hallaron el Chocó siempre se quedó por fuera.
Así que, con el panorama claro, iniciaron su proyecto de grado con la asesoría de los profesores Nicolás Pinel Peláez y Carlos Perafán Liévano, el cual estaba encaminado “a hacer un tipo de listado o a caracterizar a un grupo particular de tarántulas, que es el de las arañas ‘grandes y peludas’, hasta que uno de nuestros asesores nos sugirió abarcar todo el grupo completo porque era exactamente el mismo esfuerzo de muestreo y así podríamos incluir más especies de las que no se tiene tanta información”, comentan Mariana y Sebastián.
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Comenzó la travesía
La metodología que eligieron para recolectar ejemplares fue “búsqueda y captura manual”, a través de recorridos largos en los que buscaban las madrigueras y los posibles lugares en donde las tarántulas pudieran encontrarse.
Luego, y teniendo en cuenta que encontrar nuevas especies no era la intención principal del proyecto —pese a que todos los implicados eran conscientes de que había una alta probabilidad de que eso sucediera— empezaron a analizar los especímenes colectados, supieron lo que en verdad había sucedido, y decidieron sacar primero ese trabajo ya que era la base para luego poder crear inventarios mucho más completos y rigurosos, y se viera la necesidad de hacer investigaciones especializadas en el área de la conservación y la bioprospección.
Y, ¿cómo fue el proceso de identificación de esas cuatro tarántulas? Aunque hay varias formas de determinar si una especie es nueva o no, “por la naturaleza de nuestro proyecto y también por el presupuesto, determinamos estas nuevas especies siguiendo un proceso bastante juicioso de ilustración, diagnóstico, documentación y descripción de sus características morfológicas en detalle, por lo que se nos hizo necesario fotografiar muchas estructuras y órganos de las arañas, y luego se discutieron aspectos importantes de su taxonomía y su biogeografía y posteriormente, revisamos especies similares para poder determinar si existían diferencias suficientes para poder separarlas”.
Para hacer todo ese proceso, es necesario seguir una especie de “formato” o maneras ya establecidas en las que previamente se han descrito las especies de estos grupos. En esta oportunidad, Mariana, Sebastián, Nicolás y Carlos, se basaron en los formatos que utilizaron previamente otros investigadores de renombre para describir especies similares, con algunas modificaciones.
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De ahí se procede a darles un nombre a las nuevas especies, que en este caso fueron Ummidia solana, Melloina pacifica, Euthycaelus cunampia y Neischnocolus, también se pueden responder otras cosas: ¿El hallazgo de estas tarántulas dice algo sobre el estado de ese ecosistema en el que fueron encontradas?
Y la respuesta es que como este es el primer estudio en el que se registran estas especies en la región de Chocó colombiano, no es posible determinar el estado del ecosistema con la información obtenida. No obstante, a simple vista y según explican los académicos, el ecosistema y el estado de conservación del lugar en donde se realizó esta investigación, o sea, el Jardín Botánico del Pacífico, se encuentran bastante bien gracias a que tanto las personas que trabajan allí, como la comunidad en general, están ejecutando constantemente acciones en pro de la conservación y educación ambiental en estos lugares debido a su nivel biológico y su importancia cultural.
Lo que sí se puede resaltar en esta parte sobre los ecosistemas y su biogeografía, y que demuestra la gran importancia de seguir apoyando este tipo de investigaciones, es que dos de los géneros ya estaban previamente reportados en la cordillera oriental y el piedemonte amazónico, pero no en Chocó, entonces más allá de que se amplía la distribución geográfica de esos linajes, puede llevar a pensar que en algún momento Chocó y Amazonas estaban conectados por un corredor muy fácil de transitar.
Finalmente, “el descubrimiento de nuevas especies es de gran importancia para campos de investigación como la bioprospección porque representan un potencial de nuevos recursos biológicos. Estas nuevas especies pueden albergar compuestos químicos, enzimas u otras características biológicas únicas que tienen aplicaciones potenciales en diversos campos, como la medicina, la agricultura, la biotecnología y la industria”, concluye Mariana.
Las cuatro nuevas especies de tarantulas:
Ummidia solana
Proveniente del municipio de Bahía Solano, y su nombre captura la esencia de la impresionante costa del Pacífico colombiano, con sus paisajes cautivadores y su abundante vegetación. Este hallazgo marca el primer registro del género Ummidia dentro de la región biogeográfica neotropical (húmeda) del Chocó.
Melloina pacifica
Nombrada en honor a la región del Pacífico colombiano donde habita, representa la primera especie descrita del género Melloina en Colombia. Si bien se sabe que Melloina prospera en diversos ecosistemas, incluyendo cuevas, este registro en particular amplía la distribución conocida del género, anteriormente documentada solo en Venezuela y Panamá.
Euthycaelus cunampia
Rinde homenaje a Don José y Don Antonio, miembros de la comunidad indígena Emberá de Mecaná, Chocó. Su transición de tradiciones de caza a guías turísticos y académicos para el Jardín Botánico del Pacífico inspiró este patronímico. Cabe destacar que este descubrimiento marca el primer registro publicado del género Euthycaelus y la subfamilia Schismatothelinae fuera de la región Andina y la Cordillera Oriental en Colombia.
neischnocolus mecana
Nombrada en honor a una localidad en Bahía Solano. Subraya el compromiso de la comunidad del Jardín Botánico del Pacífico para conservar la rica biodiversidad de la región. Esta es la cuarta especie descrita del género Neischnocolus en Colombia y representa su primer registro en la región biogeográfica del Chocó y en el Pacífico colombiano. Destacablemente, esta descripción amplía el rango geográfico conocido del género.