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“Colombia tiene una gran responsabilidad como líder de la COP16”: Manuel Pulgar-Vidal

En conversación con EL COLOMBIANO, el presidente de la COP20 de Cambio Climático, subraya la importancia de la COP16 de Biodiversidad para unificar voces en torno a la crisis climática y la pérdida de biodiversidad por la que atraviesa la Tierra.

  • Cali se convertirá en el epicentro de la biodiversidad al albergar la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16). FOTO Juan Antonio Sánchez
    Cali se convertirá en el epicentro de la biodiversidad al albergar la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16). FOTO Juan Antonio Sánchez
  • Manuel Pulgar-Vidal. FOTO Cortesía WWF
    Manuel Pulgar-Vidal. FOTO Cortesía WWF
15 de septiembre de 2024
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Manuel Pulgar-Vidal, líder global de Clima y Energía en WWF, es una de las figuras más influyentes en el ámbito ambiental internacional: con más de 35 años de experiencia, ha sido ministro del Ambiente del Perú y presidente la COP20 en 2014, donde jugó un papel clave en las negociaciones climáticas. Hoy dirige la Comisión de Crisis Climática de la UICN y es defensor del Marco Global de Biodiversidad.

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En EL COLOMBIANO hablamos con él sobre los desafíos ambientales globales y el papel que jugará Colombia al albergar la COP16 de Biodiversidad, que se realizará del 21 de octubre al primero de noviembre de 2024, en Cali, Colombia.

Con su experiencia liderando la COP20 de Cambio Climático en Lima, ¿cuáles fueron los principales aprendizajes que dejó la organización de un evento de esa magnitud para Perú?

“Fueron múltiples los aprendizajes. Cuando uno es presidente de una COP, esa figura asume un rol global, dejando de ser solo nacional. La presidencia se convierte en la guía para alcanzar acuerdos a nivel mundial y uno de los primeros aprendizajes fue justamente ese: la presidencia debe articular distintas posiciones y generar confianza entre todas las partes. Es importante recordar que la COP no se trata solo de la agenda de un país, sino de un esfuerzo global. En el caso de la biodiversidad, se busca impulsar el marco global y definir los temas pendientes, con un fuerte compromiso para avanzar en los próximos dos años”.

Manuel Pulgar-Vidal. FOTO Cortesía WWF
Manuel Pulgar-Vidal. FOTO Cortesía WWF

Es decir, ¿una COP se maneja en distintos frentes?

“Sí, en mi experiencia, son cuatro los frentes esenciales. El primero es la negociación, donde se discuten temas con mandato específico. El segundo es la agenda temática que la presidencia puede proponer, enfocándose en ciertos temas prioritarios. El tercero es la “agenda de acción”, que involucra a actores no estatales, como el sector empresarial, en la implementación de las metas. Finalmente, el cuarto frente es el de las iniciativas y los pabellones que organizan los actores durante la COP. Todos ellos son importantes y contribuyen a los resultados del evento”.

¿Qué tan diferentes son la COP de Cambio Climático y la COP de Biodiversidad?

“Son bastante distintas. Las COP de clima son anuales y han avanzado más, especialmente desde el Acuerdo de París de 2015. En cambio, el Marco Global para la Biodiversidad tiene apenas dos años, por lo que la agenda es más joven. Además, las comunidades involucradas también son diferentes: la de cambio climático está muy vinculada a la economía global, mientras que la de biodiversidad tiene un enfoque más natural. Dicho esto, ambos procesos requieren un gran esfuerzo de negociación y consenso”.

Hablando de consenso y por consiguiente de confianza, ¿cómo debe actuar una presidencia para generar ese ambiente de cooperación entre países?

“El rol de la presidencia es esencial para generar confianza, y eso se logra escuchando a todas las partes. En un proceso multilateral, cada voz cuenta, desde los países más grandes hasta los más pequeños. No se puede caer en el error de priorizar a los más poderosos o influyentes. La presidencia debe ser neutral y su misión es guiar las discusiones hacia un consenso. Es vital mantener el optimismo y avanzar en la toma de decisiones para que el proceso no se estanque.

Lamentablemente, en el debate climático, América Latina ha estado fragmentada, lo que ha debilitado su influencia. Sin embargo, en la COP de biodiversidad, hay una oportunidad de unificar una postura común. Colombia tiene la responsabilidad de liderar este esfuerzo, aprovechando su posición como anfitrión para impulsar una agenda regional sólida”.

Regresando al tema de que las COP sobre Cambio Climático y Biodiversidad son diferentes y tienen sus propias agendas y espacios de negociación, ¿es crucial reconocer las interrelaciones entre ambas? ¿Por qué?

“Sí, es esencial. Vale la pena recordar que en 1992, cuando se adoptaron las convenciones sobre cambio climático y diversidad biológica, se separaron estas áreas. En ese momento, esta fragmentación era necesaria para desarrollar mecanismos específicos que abordaran ambos temas de manera adecuada. Con el tiempo, esto ha funcionado bien, y también se creó la Convención de Desertificación. No obstante, hoy en día se ha hecho evidente que estos asuntos están profundamente conectados.

El cambio climático y la pérdida de biodiversidad se retroalimentan: la degradación de los ecosistemas exacerba el cambio climático, y este, a su vez, agrava la pérdida de naturaleza. No se pueden tratar de manera aislada. Un claro ejemplo es la pandemia de COVID-19, que demostró cómo la deforestación y el cambio climático pueden generar la propagación de enfermedades zoonóticas, al obligar a especies a migrar fuera de sus hábitats naturales.

Además, desde una perspectiva económica, en 2022 el Foro Económico Mundial identificó al cambio climático, la biodiversidad y la escasez de agua como los tres principales riesgos para los negocios. Aunque esto cambió en 2023 debido a la guerra en Gaza y Ucrania, el vínculo entre la naturaleza y el clima sigue siendo central.

Colombia tiene una oportunidad única de liderar esta integración entre cambio climático y biodiversidad, ya que ha demostrado responsabilidad en ambas áreas. Por ejemplo, es el país de América Latina que más ha avanzado en la incorporación de vehículos eléctricos”.

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Y, ¿qué objetivos puntuales deberían tener estas agendas conjuntas de cambio climático y biodiversidad en el futuro?

“Bueno, yo creo que si pensamos en clima y naturaleza, las agendas... el mundo ya ha alcanzado acuerdos globales en ambas áreas. En el caso del cambio climático, el objetivo es limitar el calentamiento global a 1,5 grados Celsius para fin de siglo. Para 2050, debemos reducir las emisiones a cero neto, lo que significa que el balance entre las emisiones de carbono y su captura sea neutral. También es crucial mejorar la resiliencia, no solo en las personas, sino en los ecosistemas, economías e infraestructuras, ya que los efectos del cambio climático persistirán durante décadas, incluso si actuamos hoy.

En cuanto a biodiversidad, el marco global tiene cuatro grandes objetivos y 23 metas, una de las más conocidas es la meta del 30x30: conservar el 30% del territorio para 2030. También se incluyen metas sobre restauración de ecosistemas y cambio en los patrones de consumo. Aunque estos objetivos ya están definidos, es importante identificar las transformaciones sistémicas necesarias para cumplirlos.

Entonces, estas metas globales ya existen y están enfocadas al cambio que se debe dar”.

Respecto a esos acuerdos globales, ¿hay alguna tarea pendiente?

“Sí, en el caso del cambio climático, ya sabemos cuáles son. En naturaleza o diversidad biológica, esa identificación recién la vamos a conocer de acá a finales de año porque el IPCC está sacando un reporte de transformación, ya que es muy bueno saber qué sectores se tienen que transformar. Cuando hablamos de clima, todos sabemos cuál es la principal fuente de emisiones a nivel global en el mundo, es la energía, pero, ¿cuál es la principal fuente de emisiones en países como Colombia o Perú, que están en el trópico? La deforestación, el cambio de uso del suelo. Por lo tanto, esa identificación señala dónde es que tienes que transformarte, sin contar con que todavía tenemos que tener más claridad sobre cuáles son esos sectores que hay que transformar cuando se trata de diversidad biológica.

Así que básicamente te respondo: el cambio sistémico y transformacional. Ese es el gran reto acá, porque es cierto que países como Colombia o Perú tienen una baja contribución a las emisiones globales comparados con grandes emisores como Estados Unidos o China, pero el hecho de no adaptarnos a los cambios globales nos perjudicará. La economía mundial ya está avanzando hacia procesos más sostenibles, y si no transformamos nuestra tecnología y nuestros métodos de producción y exportación, nos quedaremos rezagados en innovación. Y no tomar acción nos podría afectar más por las barreras económicas que se están implementando en mercados internacionales, que por la propia carga de las emisiones”.

Profundizando en los temas de la COP16: ¿qué papel debe desempeñar el gobierno colombiano como líder de la COP de Biodiversidad? ¿Y cómo ha visto ese papel hasta ahora?

“Como líder de la COP16, Colombia tiene una gran responsabilidad. La COP, desde una perspectiva formal, es un espacio de negociación donde los Estados toman decisiones importantes. Sin embargo, también es una oportunidad para que el país fortalezca su agenda interna. Colombia ya presentó su Estrategia Nacional de Diversidad Biológica, que incluye metas relacionadas con el concepto de ‘paz con la naturaleza’. Es fundamental que esta estrategia sea concreta y se traduzca en acciones claras, no solo en declaraciones de buenas intenciones.

Además, la COP ofrece una gran oportunidad para difundir el mensaje de la biodiversidad entre la ciudadanía. Es importante involucrar a los gobiernos locales y llevar el mensaje más allá del evento en sí. Esto se puede lograr a través de talleres previos y posteriores, y de una mayor difusión de materiales educativos en un lenguaje accesible para el público general.

Ahora, Colombia está haciendo un excelente trabajo generando un momento político positivo. Está creando expectativas y mostrando un fuerte liderazgo, algo clave para el éxito de la COP. Además, hay una interesante sinergia entre Colombia, que organiza la COP de biodiversidad, y Brasil, que será anfitrión de la próxima COP de cambio climático. Esta colaboración refuerza la presencia de América Latina en el escenario global, lo cual es muy positivo”.

Durante la COP10 sobre biodiversidad que se realizó en Japón se establecieron los 20 Objetivos de Aichi para el período 2011-2020, pero la mayoría no se cumplieron debido a la falta de un seguimiento eficaz. ¿Qué probabilidades hay de que se repita esta situación con el nuevo Marco Mundial para la Biodiversidad?

“Yo creo que el escenario ha cambiado mucho. Primero, porque ahora nos movemos con un mayor sentido de urgencia. El mundo está llegando a un punto de inflexión, tanto en cambio climático como en biodiversidad. Si seguimos al mismo ritmo de pérdida de naturaleza, nos enfrentaremos a graves consecuencias. La economía ya reconoce, algo que no ocurría antes, lo que implica esta pérdida para su funcionamiento.

En el pasado, las estrategias de biodiversidad, se veían como herramientas menores solicitadas por una convención poco relevante. Ahora, estas herramientas exigen una mayor operación y seguimiento. Los actores económicos y bilaterales que antes prestaban poca atención a la diversidad biológica han comenzado a enfocarse en ella, sobre todo porque estamos lidiando con crisis interconectadas. Creo que, tras el fracaso con las Metas de Aichi, el mundo no está dispuesto a fallar de nuevo. Hará un esfuerzo serio por avanzar en las nuevas metas del Marco Global para la Biodiversidad y no repetir errores del pasado”.

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¿Qué debe lograr esta COP16 de biodiversidad, además de las metas que ya se tienen, y cómo influirá eso en la crisis climática y ambiental que enfrenta el planeta?

“Bueno, no solo se trata de cumplir con los aspectos tangibles, las metas que se tienen, sino también con aquellos intangibles. Para mí, lo intangible es trasladar este debate hacia lo económico, político y social, eso es tan crucial como los resultados concretos.

Además, la relación entre biodiversidad y cambio climático es evidente. Si logramos cumplir las metas del Marco Global para la Biodiversidad y revertir la curva de pérdida de diversidad biológica, también reduciremos una de las principales causas del cambio climático, pues la deforestación, el cambio en el uso del suelo y la pérdida de cobertura forestal son factores que lo exacerban, y también nos hacen menos resilientes ante sus efectos. Por ejemplo, la pérdida de cobertura boscosa aumenta el riesgo de deslizamientos, incrementa la escorrentía y disminuye la eficiencia agrícola, ya que los ecosistemas pierden su capacidad de absorber grandes cantidades de lluvia.

En resumen, si la COP16 avanza en estas metas, no solo contribuiremos a la conservación de la biodiversidad, sino que también estaremos en una mejor posición para enfrentar el cambio climático”.

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