El acuerdo de los 300.000 millones de dólares: un paso adelante, pero insuficiente
El principal hito de la COP29 fue el compromiso de los países desarrollados de aportar al menos 300.000 millones de dólares anuales hasta 2035 para apoyar a las naciones en desarrollo en su transición energética y adaptación al cambio climático. Este monto reemplaza el acuerdo anterior de 100.000 millones de dólares anuales y busca movilizar un total de 1,3 billones de dólares mediante la combinación de fondos públicos, privados y fuentes alternativas.
A pesar de ser un avance, la cifra generó descontento entre los países en desarrollo, que demandaban entre 500.000 millones y un billón de dólares anuales. Diego Pacheco, negociador de Bolivia, calificó el acuerdo como “un insulto a la demanda de los países en desarrollo” y enfatizó que “el pago de la deuda climática es un derecho del Sur Global”. En la misma línea, el keniano Ali Mohamed, representante del grupo de países africanos, señaló que el monto es “demasiado pequeño y demasiado tardío”.
Contribuciones voluntarias: China y las economías emergentes
Un punto de tensión fue la participación de economías emergentes como China, Singapur y los países del Golfo, ya que mientras los países occidentales argumentaban que esos estados, enriquecidos en las últimas décadas, deberían asumir mayores responsabilidades financieras, el que es conocido como el país “más poblado del mundo” se opuso rotundamente.
Para tratar de darle una solución a este desacuerdo, el texto final invita a estas naciones a contribuir de forma voluntaria, una medida que muchos consideran insuficiente para abordar las necesidades globales.
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Compromisos con los países vulnerables
Los 45 países menos avanzados y los pequeños estados insulares lograron asegurar compromisos adicionales tras expresar su descontento inicial y abandonar momentáneamente las negociaciones: el acuerdo anticipa a 2030 el objetivo de triplicar la financiación climática destinada a estos países, priorizando el uso de fondos multilaterales y promoviendo subvenciones en lugar de préstamos.
Además, se estableció una hoja de ruta hacia la COP30 en Belém, Brasil, para definir estrategias que incrementen los flujos financieros.
Ausencia de compromisos claros sobre energías fósiles
Una de las mayores decepciones de la COP29 fue la falta de avances en la eliminación progresiva de las energías fósiles.
Aunque el texto menciona implícitamente el acuerdo alcanzado en la COP28 en Dubái, no se adoptaron medidas concretas para su implementación. ´
Arabia Saudita lideró la oposición a establecer un seguimiento anual de los esfuerzos para abandonar el petróleo, el gas y el carbón, frustrando las expectativas de la Unión Europea y otros bloques.
Tina Stege, enviada climática de las Islas Marshall, criticó duramente esta omisión: “Los intereses de los combustibles fósiles han bloqueado el progreso y socavado los objetivos multilaterales. No podemos permitirlo”.
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Mercados de carbono: Avances y críticas
Otro tema central fue la aprobación de un marco regulatorio para los mercados de carbono, en el contexto del Artículo 6 del Acuerdo de París.
Este sistema busca facilitar el comercio de créditos por reducciones de emisiones, fomentando la inversión en proyectos sostenibles.
No obstante, organizaciones como Carbon Market Watch alertaron sobre posibles “peligros” en la implementación del acuerdo, señalando la falta de transparencia y la posibilidad de perpetuar prácticas de greenwashing.
Reacciones internacionales divididas
El secretario general de la Onu, António Guterres, reconoció los avances, pero instó a los países a construir sobre este acuerdo para alcanzar mayores ambiciones.
Por su parte, la Unión Europea celebró los resultados como un “paso significativo hacia una nueva era de cooperación climática”, en palabras de Ursula von der Leyen.
En contraste, la ministra francesa de Transición Ecológica, Agnès Pannier-Runacher, calificó el pacto como “decepcionante” e “insuficiente frente a los desafíos actuales”.
Hacia la COP30: Desafíos pendientes
Aunque la COP29 marcó algunos avances, dejó también un panorama lleno de retos.
La hoja de ruta hacia la COP30 en Belém promete centrarse en ampliar la financiación climática y reconstruir la confianza entre las partes. De igual forma, se espera que las negociaciones sobre mitigación y transición energética, aplazadas para futuros encuentros, cobren mayor protagonismo.
La conferencia de Bakú recordó que, aunque los acuerdos internacionales son esenciales, el camino hacia la justicia climática sigue siendo escarpado y lleno de obstáculos, y las demandas de los países en desarrollo y las críticas de los sectores más vulnerables resaltan la necesidad de acciones más ambiciosas y equitativas en los próximos años.
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