Si lee esto desde una zona urbana, mire por la ventana más cercana. Esas casas y edificios que se ven le cuestan al planeta aproximadamente el 50 % de sus recursos naturales a nivel global. Lo señaló el estudio Reflexiones sobre la arquitectura sostenible publicado en 2013 por la Universidad Autónoma del Estado de México.
Para levantar esas edificaciones se necesitan cantidades abismales de agua, madera, minerales, energía, combustibles fósiles y recursos no renovables. Además, la construcción tradicional implica unos residuos que son contaminantes como los escombros. Hace cuatro años el Banco Mundial advirtió que si la población alcanza la cantidad proyectada de personas para 2050, se necesitarán casi tres planetas Tierra para contar con los recursos naturales que mantengan el estilo de vida actual de la humanidad.
Por esa necesidad es que hace más de 30 años se comenzó a estudiar la arquitectura bioclimática, que busca aprovechar los recursos disponibles para disminuir los impactos medioambientales de una construcción, cuenta el arquitecto y profesor de la Universidad Javeriana, Carlos Hernández. “Si por la mala ubicación, uno necesita más energía para iluminar una casa, y ponerle un aire acondicionado para enfriarla, la huella de carbono de esa vivienda ya no es solo por lo que costó construirla sino por lo que implica vivir ahí”.
Por eso, la arquitectura bioclimática tiene que ver con el concepto de sostenibilidad, que está de moda en la ropa, las empresas, los carros y por qué no, la construcción. El arquitecto Lucas Arango dice que la sostenibilidad puede ser económica, social o ambiental. Esta última es definida en el artículo citado al inicio de esta nota como una que “integra sus sistemas sin abusar de los recursos naturales y sin perjudicar a las futuras generaciones”.
¿Qué deben tener?
En palabras de Carlos Hernández, una casa sostenible busca la autosuficiencia: que transforme la energía (por medio de paneles solares, por ejemplo), almacene y purifique el agua necesaria para las personas que la habitan y que los materiales de los que está hecha sean renovables. Y pueden ir más allá, produciendo en huertas los alimentos que se van a consumir. Él da un ejemplo: “De nada sirve una casa hecha de materiales renovables, si hay que importarlos en uno de los medios más contaminantes como es el aéreo”.
Basado en la idea de la sostenibilidad medioambiental, David Del Valle, diseñador industrial y especialista en interiorismo, comenzó a hacer en Medellín viviendas con principios sostenibles. “Importamos algunos materiales, como el techo, pero otros son materia prima colombiana que ensamblamos en el lugar, y usamos metal en lugar de concreto”, explica.
Se pueden añadir paneles solares para garantizar la suficiencia energética de la casa, sistemas para usar el agua de la lluvia en el vaciado de los baños y un diseño del interior personalizado para aprovechar el espacio al máximo. “Los residuos tras la obra son mínimos y desde la armada hasta ponerla en el punto se puede tardar de tres a cinco meses, porque sostenibilidad no es solo disminuir el impacto sino ahorrar tiempo, señala Del Valle, gerente de Maker Home.
Cosas a la antigua
En este tipo de casas hay principios innovadores y otros que no se pueden negociar y se deben hacer al estilo tradicional, como la cimentación, que es un estudio de suelo para poner una estructura que sostenga la edificación. También la resistencia sísmica de la estructura, que por más sostenible que sea, tiene que cumplir una norma.
El ingeniero civil Carlos González, que tiene 40 años de experiencia en el sector de la construcción, cree que estas propuestas son interesantes y explica que el Consejo Colombiano de Construcción Sostenible es el que da la certificación a las empresas que logran disminuir los escombros y cambiar los materiales, entre otras reglas especializadas.
Aunque algunas construcciones con principios sostenibles se ven como casas prefabricadas, son cosas distintas. Lucas Arango, docente en la Universidad San Buenaventura, enfatiza en que las construcciones prefabricadas nacieron en la era industrial, en el siglo pasado, con el propósito de bajar los costos y hacer obras en menos tiempo. “En la casa sostenible lo más importante es la autosuficiencia energética, aprovechar el agua y que eso vaya acompañado de los materiales con que uno construye la casa”, señala.
Arango cree que, en Colombia, por factores económicos, “todavía nos falta largo camino para ser más sostenibles”. Sin embargo, hay edificaciones que si bien ya están construidas pueden empezar a incluir principios ecológicos en el manejo del agua y la energía, porque no se trata solamente de las propuestas que se piensan verdes desde el inicio.
¿Y cuánto cuesta tener una y darle una mano al planeta? Del Valle dice que una de 45 metros cuadrados vale 150 millones de pesos, sin el lote y dependiendo de las especificaciones que usted quiera. Haga las cuentas.
50%
de los recursos naturales del planeta se necesitan para la construcción convencional.