Los datos sobre la polución se sobredimensionan o se desprecian. ¿Qué mal será peor? Exagerar o renegar de lo que la evidencia ha mostrado desde 1970 e incluso, antes.
“Decir que la contaminación del aire de Medellín produce 8 muertos diarios es aventurado porque ignora algo muy importante que es el riesgo atribuible”, apunta Hugo de Jesús Grisales Romero, matemático, estadístico, doctor en epidemiología y líder del Grupo de Investigación Demografía y Salud de la Facultad Nacional de Salud Pública que cuenta con la más alta calificación de Colciencias.
Al hablar de riesgo atribuible se refiere al nexo epidemiológico, a esa relación entre la dosis (como la polución que recibe la población) y su respuesta (un evento de salud). Grisales es parte de un grupo de profesores que ha estado en los últimos cuatro años escudriñando en la ingeniería de datos, la estadística compleja, la epidemiología ambiental, la economía de la salud, y hasta en las redes neuronales artificiales, para estimar las mejores formas de establecer la relación entre la calidad del aire y la salud en el Valle de Aburrá. Y también, cómo comunicarla.
Este asunto es laberíntico. ¿Cómo saber que las partículas invisibles que producen los autos, motos y buses de la ciudad enfermaron a un individuo y lo llevaron a la muerte?
Cuestión de exactitud
Un monitor de la calidad de su aire colgado del cuello sería una manera de establecer exposiciones individuales. Pero incluso allí se tendrían limitantes. La única forma de identificar a cuántos contaminantes está expuesta una persona sería tomándole una muestra de sangre para identificar cuáles serían sus niveles de contaminación por partículas suspendidas en el aire.
“Esa sería una medida que con exactitud le diría cuánto es su nivel de exposición. Y en el mundo no hay tecnología para hacerla realidad, solo hay unos escasos avances. Además, tampoco es que esa información le permita a usted moverse en términos individuales, porque no hay un medicamento que le ayude al cuerpo a eliminar el material particulado 2.5 (ver Glosario) por la orina, por ejemplo”, explica el médico salubrista Juan Gabriel Piñeros, y director del grupo de investigación Salud y Ambiente de la Facultad Nacional de Salud, quien ha trabajado de la mano con Grisales en diversas investigaciones. Otro tipo de tóxico para su cuerpo como el mercurio se le podría sacar con un quelante. El material particulado en la sangre, no.
Lo que han encontrado
Cuando los investigadores de la U. de A. se pusieron la tarea de abordar su primer trabajo sobre el tema en el territorio, la profesora Ruth Marina Agudelo, del Laboratorio de higiene, les enseñó a comprender el comportamiento de los contaminantes. Hoy, ya con más experiencia reunida, en reemplazo del laboratorio han contado con el apoyo de la ingeniera ambiental Sara Grisales para establecer las variables de la exposición a los contaminantes. Es difícil pero se pueden hacer aproximaciones a partir de cómo se distribuyen los contaminantes en la ciudad para mirar si hay diferencias entre esas concentraciones territoriales y establecer distintas exposiciones diferenciales de tipo individual. Esto hace parte de uno de los proyectos en los que trabajan, financiado por Colciencias, con el fin de encontrar la carga de la enfermedad asociada a la polución en un territorio específico como Medellín.
Esperan publicar sus hallazgos en noviembre pero el profesor Hugo adelantó algunos resultados a EL COLOMBIANO: En Medellín, durante el septenio (2010-2016) se presentó en total una pérdida prematura de 536.772 años de vida a causa de los eventos centinela (ver Glosario) relacionados con la contaminación del aire (no atribuibles pero sí asociados, que son dos cosas distintas), con un promedio anual de 76.682 años de vida perdidos (AVP). Lo que ya no solo se podría asociar sino atribuir es que para las enfermedades que consideraron, el 13,3% (71.391) es atribuible a la contaminación del aire. Los años de vida perdidos (YLL en inglés), de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, tienen en cuenta la edad en la que se producen las muertes al dar mayor peso a las que ocurren a edades más tempranas y menor peso a las que se producen a edades más avanzadas.
El origen
El grupo de investigadores inicial, que hoy divergió en varios grupos con líneas de investigación distintas, comenzó pensándole al tema en 2016 por una petición de la Dirección Nacional de Planeación, de revisar la contaminación atmosférica y sus efectos sobre la salud en los habitantes del Valle de Aburrá, pero los términos de referencia no convencieron a los investigadores.
Hacerlo sería mucho más costoso que el dinero que ofrecían. Sí, siguieron trabajando juntos. Se presentaron a Colciencias y mientras desembolsaban los recursos apareció el pico de contaminación de 2016, que tuvo un gran impacto mediático e hizo que los movimientos sociales le reclamaran a los gobiernos de la ciudad y del Valle el no cuidado o el cuidado muy lento de los recursos ambientales, específicamente el aire.
Eugenio Prieto, quien dirigía el Área Metropolitana en aquella época, los buscó para que iniciaran la investigación epidemiológica que relacionara la calidad del aire y la salud. Comenzaron por los datos poblacionales, “poniendo el foco en exposiciones de corta duración. Es decir, poder indicar qué ocurre con las exposiciones que son de días”. De allí la conclusión que se publicó a mediados del 2019.
En el primer libro financiado por el Área encontraron que el material particulado 2.5 incrementa en un 8 % el riesgo de enfermedades de tipo respiratorio en la población menor de 5 años y en un 17 % en la población de más de 65 años. Eso se puede traducir en un incremento en las consultas en urgencias y en hospitalizaciones por esta causa.
En esa ocasión centraron el foco en los niños menores de cinco años y los adultos mayores de 60-65 años. Excepto que hay que recordar que los cerca de cuatro millones de personas que habitan en los 10 municipios del Valle de Aburrá también están en riesgo de enfermarse ante un posible aumento de las partículas contaminantes en el aire de la región. No solo los niños y adultos. Dos libros han publicado estos investigadores financiados por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, el más reciente, una actualización, se publicó a finales de marzo de 2020.
Conocimiento para el Valle
Juan Gabriel sugiere que los estudios pioneros en Latinoamérica solían, y aún algunos ahora, cruzar la información de salud con la de contaminación, así nada más. Sin determinar criterios ante los eventos o sin filtrar los múltiples registros que puede generar una consulta en urgencias, por ejemplo.
En sus trabajos, los investigadores de la Facultad Nacional de Salud Pública de la U. de A. asumieron el reto de convertir 44 millones de registros en 3 millones y medio. Porque para establecer el peso del riesgo sobre la morbilidad (ver Glosario) por enfermedades que pueden ser prevenibles, su modelo matemático (GAM) toma cada contaminante y lo asocia a uno de los eventos de salud (como los respiratorios agudos y exentos cardiovasculares) por una serie de variables que pueden estar relacionadas y ayudan a calibrar los modelos porque tienen un peso para explicar la enfermedad.
Una persona que llegaba a urgencias por una gripa fuerte podía generar un registro al entrar, otro al ser visto por el médico, otro cuando le recetaban un medicamento. Los investigadores lograron acotar estos eventos, cruzarlos e identificarlos sin repetir códigos por el mismo paciente y la misma enfermedad. Para colar los datos y obtener los más representativos en los trabajos para el Área, Nora Montealegre, salubrista de la U. de A. estudió la historia natural de las enfermedades. Esto les ayudó a diferenciar eventos de salud similares.
La mayor carga a la discapacidad la producen las enfermedades crónicas de las vías respiratorias inferiores en un aporte importante, los tumores malignos de los órganos respiratorios en tórax y las neoplasias in situ. Y en el caso de los eventos agudos, los que tienen más aporte son las enfermedades cerebrovasculares, la influenza, la gripe, la neumonía y otras infecciones agudas de las vías respiratorias inferiores y las enfermedades isquémicas del corazón. Con el fin de que el rigor no dé cabida a las dudas, “hemos venido reflexionando sobre la necesidad de estudiar un tema complejo con estadística”, agrega Piñeros.
Trazar un camino
En el más reciente proyecto con el Área, los científicos están poniendo las metodologías desarrolladas al servicio de los municipios del Valle. En este trabajo, junto con la profesora Nora participó Alfonso Helí Marín, ingeniero de sistemas y doctor en salud pública de la Universidad Andina Simón Bolívar. Para esto los investigadores desarrollaron la infraestructura informática y lógica, que les permitió tener un sistema de vigilancia en salud ambiental. A través del acuerdo metropolitano 17 en 2019 los municipios se acogen a ese sistema de vigilancia como una herramienta que les va a permitir, de manera mancomunada, hacer vigilancia en los eventos de salud asociados a la contaminación.
Todo el trabajo que soporta esta herramienta ha sido destacado. El uso de redes neuronales artificiales para mezclar conjuntos de datos de material particulado y el ozono en Medellín fue una metodología galardonada con el mejor resumen de ciencias en la Reunión Anual de la Sociedad Internacional de Ciencias de la Exposición y la Sociedad Internacional de Epidemiología Ambiental (ISES-ISEE 2018), que se realizó en Ottawa (Canadá) entre el 26 y el 30 de agosto de 2018.
Este trabajo de informática estuvo a cargo de Fernán Alonso Sepúlveda, doctor en ingeniería de sistemas de la Universidad Nacional de Colombia. La experiencia adquirida en cuatro intensos años en los que Juan David recuerda veía a los profesores sumergidos en libros y datos en horarios extralaborales, no solo ha permitido a los profesores ser creativos sino avanzar en el conocimiento, en las metodologías y generar redes intersectoriales. Ahora también toda esta información está disponible para el territorio porque el Área Metropolitana, la Secretaría de Salud y las fundaciones que han acompañado estos proyectos decidieron sumergirse en la complejidad que esto implica ..
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años de vida perdidos en promedio anuales, en la ciudad, según grupo de U. de A.