La noches en el Bronx de Medellín son ruidosas. Aún con los locales y los almacenes de vidrios, hierro y madera cerrados y sin los peatones y chismosos del día, hay un hombre sin camiseta en cualquiera de las habitaciones de los varios inquilinatos del sector de Cúcuta con Zea que prende dos parlantes del tamaño de un niño de 10 años. El de este miércoles tenía una música caribeña inentendible que por suerte casi no tenía ni letra. Si uno cerraba los ojos de pronto se imaginaba en una playa de San Andrés tomando piña colada y no en la cuadra más deprimida de la ciudad.
Pero el hombre sin camiseta paró la música este miércoles a eso de las 8 de la noche para que unos 50 niños que viven en los inquilinatos donde sus mamás o sus abuelas pagan entre $13.000 y $30.000 por noche pudieran ver sin interrupciones a Haru en el reino de los gatos, un anime japonés estrenado en el 2002, que se proyectó en la puerta verde del garaje de Remates el Gomelo.
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La película duró 75 minutos en los que se repartieron crispetas, sánduches, hamburguesas y bebidas entre los niños que aguantaron toda la película sentados sobre un mantel y los jóvenes y viejos que pasaban hipnotizados por las voces infantiles dobladas en castellano de España, era la posibilidad de calmar el hambre. Aunque los grandes pasaron, comieron y se fueron, los niños se quedaron de principio a fin a pesar de las reglas imposibles que les pidieron cumplir: no hablar y no tirarle las crispetas a los amigos. Por suerte nadie prohibió comerse los mocos.
La noche de cine y de comida la organiza Everyday Homeless (que en español traduce Todos los días sin techo), una organización que tiene como objetivo mitigar la pobreza extrema y la residencia en la calle en Medellín. La organización nació como una página de Instagram en 2019 para publicar el archivo de fotos callejeras que durante casi una década había recopilado el fotógrafo Jorge Calle, que llevaba años repartiendo aguapanela y mercados a la población más pobre de Medellín. En Instagram hay perfiles como Everyday Latinoamérica (Todos los días Latinoamérica) o Everyday África (Todos los días África), donde fotógrafos de todo el mundo comparten la cotidianidad de sus barrios, ciudades, países y continentes.
La difusión en redes de las historias de los protagonistas de sus fotos hizo que los seguidores quisieran involucrarse de alguna forma, entonces Jorge, en compañía de Nátaly Cartagena, una joven abogada de la UdeA, lanzaran una iniciativa llamada Café Tertulia, donde invitaban a profesionales de distintos campos de la ciudad a tomarse un café con un habitante de calle para entender mejor su condición, sus problemas y encontrar juntos alguna solución.
En esas estaban cuando llegó la pandemia y las redes sociales se llenaron de fotos y de publicaciones de personas cocinando tortas de zanahoria, leyendo poemas o, principalmente, devorándose el catálogo de Nétflix. “La gente de la calle se quedó sola, sin a quien pedirle plata o comida porque la gente se encerró y los locales cerraron”, recuerda Calle, que algún día tendrá que ingeniárselas para hacer un buen juego de palabras entres su apellido y su trabajo.
Entonces se dieron cuenta de que la gente que habita día y noche la calle no solo necesitaba comida, y se consiguieron permiso para proyectar debajo de un puente de la Avenida Oriental Matar a Jesús, la película de la directora antioqueña Laura Mora que narra la historia de una joven que persigue a Jesús, un muchacho de un barrio popular, hincha del DIM, flaco y mal hablado, que asesinó a su padre.
El cine al aire libre fue un éxito y la Corporación cada vez se hizo más grande, ahora tienen más de 15 proyectos que tienen dos cosas en común: buscan dignificar la vida de las personas que viven en la pobreza extrema, y un mantel a cuadros blancos y rojos que los acompaña a todas partes.
Con actividades como la del miércoles de esta semana, que estaba dirigida principalmente a los niños, buscan que estos puedan salir un rato de las habitaciones que comparten a veces hasta con cinco personas y darles el respiro que necesitan a veces para no ir a caer en la calle. “Una cosa es un joven enojado con su familia, con su madre o su padre, que se encierra en su habitación, pero un pelaito que vive en la misma cama con su mamá y sus hermanos no tiene pa´ dónde coger y se va pa´ la calle”, apunta el fotógrafo.
Cartagena, por su parte, habla del derecho a la ciudad y del derecho a la calle. La ONU define el derecho a la ciudad como el derecho de todos los habitantes a habitar, utilizar, ocupar, producir, transformar, gobernar y a disfrutar ciudades. Pero los niños de los inquilinatos del centro nunca habían montado en metro hasta que ellos los llevaron.
De eso se trata el proyecto: de dignificar a través de una película y unas crispetas o de una montada en metro la vida de aquellas personas que más habitan la calle, pues al final, salvo por una pandemia, todos estamos ahí.
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Los sánduches, las hamburguesas, los juguetes, los pasajes del metro lo financian a punta de donaciones. La de este miércoles, por ejemplo, estuvo patrocinada por Luis Alfonso, un nuevo cantante antioqueño de música popular que se hizo famoso por hacerle una versión al Precio de tu error, una canción de Luis Alberto Posada que en alguna parte dice: Que yo era muy pobre pa’ seguir siendo tu dueño / Y que tú querías muchos lujos y dinero. Luis Alfonso cantó, repartió comida, regalos y se tomó muchas fotos.
Cada sábado, Everyday Homeless hace actividades con niños niñas y adolescentes de los inquilinatos del Centro y a veces se ven a gatas para conseguir los refrigerios, que aunque no resuelven el problema del hambre, son un buen gancho para cambiar la cara. Si alguien quiere donar para esta o para cualquier iniciativa de la Corporación, puede llevar donaciones en especie al restaurante Al Son Sabor, ubicado en el barrio Santa Mónica, o si quiere donar dinero puede consignar a la cuenta de ahorros Bancolombia #00400001962 o al Nequi #3186519244. Al mismo número del Nequi puede contactarse por Whatsapp en caso de que quiera participar de las actividades